La Argentina se encamina a tener en 2020 un récord histórico de superávit comercial. En junio el saldo a favor entre ventas y compras externas fue de USD 1.484 millones, el primer semestre cerró con una diferencia de USD 8.097 millones y la consultora Abeceb estima que el año cerrará con un superávit de USD de 17.800 millones, el más alto de la historia.
Es un dato positivo, pero también es la ratificación de una regularidad de la que la Argentina no logra escapar: los años de más alto superávit comercial suelen ser los de las más hondas recesiones, debido al desplome de las importaciones más que a la pujanza de las exportaciones.
Prueba de ello es que tres de los cuatro superávits anuales más altos se registraron en 2009 (USD 16.885 millones), 2002 (16.662 millones) y 2019 (USD 15.990 millones). Entre ellos se coló 2003, primer año completo de salida de la recesión con colapso final de 1998-2002, cuando el saldo a favor fue de USD 16.087 millones. Entonces, los precios de las materias primas empezaban a volar, China crecía a “tasas chinas” y el PBI en dólares de Brasil era una fenomenal fuerza de tracción de la economía argentina.
El nuevo récord del saldo positivo de la balanza comercial con el resto del mundo será así un marcador más de que la economía atraviesa la más profunda recesión de su historia. Para su proyección comercial, Abeceb la asumió en una caída de 12,2% del PBI, pero hay economistas que estiman caídas de entre 13% y 15 por ciento.
El nuevo récord del saldo positivo de la balanza comercial con el resto del mundo será así un marcador más de que la economía atraviesa la más profunda recesión de su historia
A esa primera constatación se suman algunas peculiaridades. Por ejemplo, que, según surge de los datos oficiales, en junio el único rubro de compras al exterior que anotó una variación interanual positiva fue el de “bienes de consumo”. Las compras, por USD 511 millones, fueron 7,1% más altas que en junio de 2019, mientras la de bienes de uso intermedios en el proceso productivo cayeron 4,3%, las de piezas y accesorios 37,7%, la de bienes de capital 26,8%, las de combustibles y lubricantes 50,6% y las de vehículos y automotores de pasajeros colapsaron: 53,8 por ciento.
Duro de importar
Lo curioso es que el alza de las importaciones de bienes de consumo (que el Indec ilustra con una bicicleta) sería aún mayor si no fuera por los obstáculos que pone el gobierno a la importación.
Una primera barrera, dice Rubén García, presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA), es el “consenso” que un importador debe tener de la AFIP, que evalúa su “Capacidad Económica Financiera”. Se trata de un misterio. “Supuestamente se determina con un algoritmo, que nadie conoce”, dice García.
La autorización de las importaciones lo determina un algoritmo que nadie conoce (Rubén García)
La segunda barrera es el Banco Central, a cargo de las escasas reservas internacionales del país, que exige plazos incumplibles de ingreso de la mercadería: 90 días desde el primer anticipo al proveedor externo, algo que sólo se puede cumplir con transporte vía aérea o de países vecinos. “Para Asia, el mejor promedio que tuvimos fue el de unas jeringas importadas de China: 126 días”, precisa García.
Si el importador logró superar esas dos barreras, tendrá ante sí la tercera y más difícil: la secretaría de Comercio, emisor de las “Licencias No Automáticas” para importar, que según las reglas de la OMC no deberían demorar más de 60 días, pero que están superando largamente esos plazos y significan para muchos importadores no sólo el incordio de no poder ingresar la mercadería al mercado interno, sino también el costo de pagar a las Terminales Portuarias por el exceso de días en sus predios y a las navieras por superar el plazo de uso de los contenedores.
Esa demora hace que por ejemplo, estén faltando baterías para automotores, cubiertas (incluso cubiertas para tractores, maquinaria clave para la producción agroexportadora), juguetes y, en menor medida, textiles y calzado.
Lo peor, coincidieron García y algunos importadores, es que la Dirección Nacional de Gestión Comercial Externa, a cargo de Guillermo Bormioli, no atiende el teléfono ni responde a los centenares de e-mails que envían importadores desesperados por poder despachar su mercadería al mercado interno. Igualmente inútiles, dicen, han sido las cartas a los superiores de Bormioli, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el secretario de Industria, Ariel Schale.
“Es peor que en la época de Guillermo Moreno, en que por lo menos te atendían, a mí ya me arruinaron el año”, dijo un empresario local que hace años opera en el mercado. Rubén García agregó, “las embajadas de China y de Brasil ya presentaron quejas por estas demoras, que en definitiva también perjudican a los proveedores de sus países”.
Pandemia, expectativas y sobrestockeo
La compra de bienes de consumo, dijo Miguel Ponce, director del Centro de Estudios de Comercio Exterior para el siglo XXI y ex gerente de CIRA, aumentó debido al consumo de bienes vinculados al encierro, al igual que algunos rubros de electrónica, juguetería y algo de textiles y calzado, por el próximo Día del Niño (domingo 9 de agosto) y porque muchos temen una devaluación futura y -si pueden hacerlo- buscan sobrestockearse sorteando la triple Nelson AFIP-BCRA-Comercio Exterior.
Las embajadas de China y de Brasil ya presentaron quejas por estas demoras, que en definitiva también perjudican a los proveedores de sus países (Rubén García -CIRA-)
En cuanto a las exportaciones, el dinamismo viene exclusivamente del sector agroexportador y de la demanda china, que en el segundo trimestre se transformó en el principal socio comercial de la Argentina, desplazando por buen margen a Brasil, EEUU y Europa.
Recientemente, el experto en comercio exterior Marcelo Elizondo precisó además -con los datos de los primeros cinco meses del año- que las exportaciones del campo y la agroindustria no pesaban tanto en las ventas totales desde 1986 y las de Manufacturas de Origen Industrial (MOI o, a secas, “la Industria”) no pesaban tan poco desde 1991.
“La recuperación asiática en general, y de China en particular, se visualiza en las exportaciones argentinas sobre todo de productos primarios que aumentaron 46,3% interanual en junio, traccionadas por la suba de cantidades (51,5%)”, dice el análisis de Abeceb.
Esa mejora, concluye, permitió compensar la flojedad de las ventas de MOI, principalmente con destino regional y Brasil, que cayeron 45.9%. En suma, la soja y China del lado de las exportaciones y la recesión y la burocracia del lado importador serán los artífices del nuevo récord.
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