Dos procesos emparentados por los tiempos y los acreedores involucrados, las reestructuraciones de deuda de la Argentina y Ecuador, enfrentan en estos días instancias decisivas. Paradójicamente, con estrategias diametralmente opuestas en el acercamiento a sus respectivos acreedores, ambos países se asoman a un posible fracaso de sus ofertas.
El próximo martes es la fecha fijada por el ministro de Economía, Martín Guzmán, para el cierre del período de suscripción de la última propuesta oficial, que ya fue rechazada nuevamente por los tres grandes comités de acreedores, y se espera ahora la extensión del plazo. En el caso de Ecuador, el cierre es el lunes 3 a las 11 de la mañana y, aunque tiene mejores chances, en el mercado se duda de que el país alcance los mínimos de adhesión necesarios para avanzar en el canje. Cuenta, sin embargo, con el apoyo de un buen número de grandes acreedores, particularmente BlackRock.
Dos fondos fondos de inversión ya recurrieron a los Tribunales de Nueva York para frenar el proceso ecuatoriano, una instancia que se empieza a insinuar para el futuro de las discusiones por la deuda argentina.
Así, es probable que al igual que la Argentina, entonces, deba seguir negociando, pero con una salvedad: Ecuador ha logrado hasta el momento evitar el default y es por eso que los tiempos le resultan más apremiantes. El 15 de agosto vencerá lo que se conoce como solicitud de consentimiento con sus bonistas, el acuerdo mediante el cual ganó cuatro meses de tiempo sin pagar sus vencimientos de deuda al tiempo que avanzaba en la negociación. Si no logra hoy reunir la masa crítica de 66% de los bonos a renegociar, las probabilidades de extensión de ese acuerdo son muy bajas, por lo que se espera que el país mejore su oferta antes de esa fecha para cerrar el acuerdo.
“Es difícil que Ecuador logre cerrar el acuerdo ahora. Y una prórroga del consentimiento es altamente improbable porque los acreedores buscarán ejercer toda la presión necesaria para que no se alarguen las negociaciones al estilo de la Argentina”, aseguró a Infobae Jaime Reusch, analista principal de la calificadora Moody´s.
En contraste con el modelo negociación elegido por la Argentina, que Reusch calificó de “hostil” y “tenso”, Ecuador tuvo en un inicio un abordaje amigable con los acreedores y llegó al lanzamiento de hasta ahora su única oferta con el apoyo de 53% de la deuda elegible. “La renegociación de Ecuador se hizo entendiendo que los acreedores no son los enemigos”, sostuvo por su parte Alberto Bernal, analista de XP Secuirities. Sin embargo, no prosiguió las negociaciones con el resto de los bonistas, por lo que no logró seguir sumando adhesiones de inversores minoritarios. Lejos de eso, dos fondos fondos de inversión ya recurrieron a los Tribunales de Nueva York para frenar el proceso, una instancia que se empieza a insinuar para el futuro de las discusiones por la deuda argentina.
Aunque no son comparables, ni por el volumen de deuda en discusión -Ecuador busca reestructurar USD 17.400 millones mientras que la Argentina va por USD 66.000 millones- ni por las características de sus economías, hay elementos que las asocian. En ambos casos, las ofertas resultan insuficientes para al menos gran parte de los acreedores -que son esencialmente los mismos fondos de inversión- bajo la sospecha de que, en definitiva, las dificultades para hacer frente a los nuevos pagos se presentará de todos modos en el mediano plazo.
“En un principio, un grupo de acreedores respaldó la oferta de Ecuador un poco como contraste de la negociación con la Argentina. Pero el resto está esperando pérdidas menores ya que no le ven sentido a una quita muy alta porque ven alto un riesgo de nuevo default en tres o cuatro años”, explicó Reusch. Algo similar intuyen no pocos analistas que está detrás de la inflexibilidad de los acreedores en la negociación argentina, en la que están dispuestos a aceptar una quita de 46% como máximo. Para el caso de Ecuador, la oferta representa un recorte de 40% si es aceptada. Caso contrario, la poda sería menor.
“Ecuador pidió a los acreedores su aprobación para dejar de pagar formalmente su deuda, sin caer en default y empezó un proceso de renegociación. La Argentina, en cambio, optó directamente por el default. Al tener una economía dolarizada, Ecuador necesita cerrar rápido la reestructuración, con una propuesta que incluso ahora es algo mejor para los bonistas comparada con la propuesta argentina”, sostuvo Santiago López Alfaro, economista socio de Delphos Investment, que sigue de cerca el caso ecuatoriano y la relación con la negociación argentina.
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