El directorio del Banco Central de la República Argentina (BCRA) decidió hoy subir la tasa de interés para plazos fijos menores a $1 millón y la fijó en 33,06%, con el objetivo de “incentivar el ahorro minorista” en pesos, según explicó la entidad a través de un comunicado. La medida entrará en vigencia el 1° de agosto.
Dicha tasa representa el 87% de la tasa de política monetaria del BCRA, la aplicada a las letras de Liquidez (Leliq) que el Central coloca a los bancos para retirar dinero del mercado. La tasa de Leliq está ubicada en el 38% desde el 10 de marzo, poco antes del inicio de la pandemia de Covid-19 y las restricciones económicas para combatirlo.
Desde el 29 de mayo hasta hoy, la tasa mínima que los bancos debían pagar a los ahorristas era del 30% y surgía del 79% de la tasa de Leliq, porcentaje que el BCRA decidió incrementar.
La medidas se conoce tras una extensa serie de normativas destinadas a contener el alza del tipo de cambio, no solo en el ámbito de la compra de dólares para atesoramiento, limitada a USD 200 por mes y con la aplicación del impuesto PAIS del 30%, sino también para limitar el acceso de divisas para los importadores.
De hecho, el BCRA anunció ayer la prórroga de la vigencia de la Comunicación A 7030 hasta el 30 de agosto, cuyo vencimiento original terminaba mañana. Esa norma, junto con diversas modificaciones que el BCRA le añadió por pedido de los importadores, fija límites estrictos para la compra de divisas. La aplicación de estas medidas no evitó que el Central tuviese que vender más de USD 400 millones en julio para satisfacer la demanda de dólares.
En base a esta decisión, quien realice un plazo fijo por 30 días a partir de agosto recibirá un rendimiento del 2,75%. En el Banco Central confían en que esa tasa cumplirá con uno de sus objetivos principales: que la tasa real para el ahorrista sea positiva, es decir, se ubique por encima de la inflación.
Los consultores económicos que recopila el BCRA en su Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) esperan una inflación promedio de 3,1% para agosto. Cabe destacar que los pronósticos inflacionarios del REM, en los últimos meses, han sido más negativos que los índices finalmente medidos por el Indec.
El Indice de Precios al Consumidor (IPC) de mayo se ubicó en 1,5% y el de junio lo superó con un 2,2%. Muchos consultores, como ACM o Analytica, prevén que el índice de julio, que se informará el próximo 13 de agosto, se ubique claramente por encima del 2 por ciento. Econviews, por caso, pronosticó un 2,5%
Los factores que empujarán la inflación hacia arriba en la segunda mitad del año, según los consultores, serán básicamente dos. El primero, es la fuerte emisión de pesos volcada por el Banco Central para afrontar la ayuda social volcada durante la pandemia. Cada uno de los tres pagos del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), el bono de $10.000 que la Anses distribuye en los hogares que no tienen otros ingresos representa un desembolso de $90.000 millones, en momentos en que la recaudación flaquea. Desde el Central, confían en aplicar medidas de absorción monetaria para que esa emisión no se vuelva inflacionaria.
Otro factor inflacionario es la propia flexibilización de la cuarentena. Aún demorada, los analistas esperan que la propia vuelta a la actividad de muchos sectores económicos genere aumentos de precios en diversos sectores, acompañando incluso la paulatina devaluación del peso.
El único instrumento de ahorro minorista que asegura no perder frente a la inflación es el plazo fijo en UVAs, al que el BCRA le fijó en febrero una tasa fija del 1% que se suma a la actualización por la inflación. Dado que tienen un plazo mínimo de 90 días, en esa reforma se agregó también la posibilidad de precancelarlos una vez pasados los primeros 30 días. Pese a estas mejoras, los plazos fijos en UVAs vienen en caída. Su stock, que alcanzó los $65.000 millones en mayo, actualmente se ubica por debajo de los $50.000 millones.
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