Los bonistas están dispuestos a ceder para acercarse a un término medio con el Gobierno y cerrar un acuerdo “a la ecuatoriana”. Al respecto, expresaron que “la diferencia es mínima, de dos dólares, y ambas partes pueden ceder para llegar a un punto medio”.
Desde el Gobierno parecen muy duros en ceder en términos financieros, pero hay un mensaje conciliador que se ha transmitido a los acreedores: las cuestiones legales que reclaman pueden ser subsanadas si se comprometen a un acuerdo. “Si hay un acuerdo, se analizará la estructura legal de los nuevos bonos; de lo contrario, no tiene sentido”, indicó una calificada fuente.
El modelo que tienen en la cabeza los abogados de ambas partes es el acuerdo de Ecuador, que se cerró en un período corto, con concesiones mutuas, sin que cuestiones como la reasignación de bonos o la estrategia “Pacman” –que también estaban presentes allí- afectaran el final feliz alcanzado la semana pasada.
En tanto, fuentes de dos de los tres comités que negocian en con el Gobierno indicaron a Infobae que, tarde o temprano, habrá un final feliz para que el país deje atrás el default que comenzó hace más de dos meses.
De hecho, en una presentación que los tres comités le mostraron esta semana al Gobierno en privado, el valor de recuperación de la contraoferta que presentaron es de 53,4 dólares cada 100, frente a 51,2 de la oferta oficial.
La propuesta de los tres comités tiene un valor de 55,7, pero el valor promedio de recuperación es 53,4, porque los intereses devengados no se pagan en efectivo.
Desde Nueva York, uno de los referentes de los acreedores indicó que las tres cuestiones clave para saldar son:
-Terminar de cerrar la diferencia en los temas legales en cuanto a la cláusula de redesignación, el PacMan y el umbral de participación mínima. El Gobierno planteó algunos cambios en este sentido, pero quiere que los acreedores se comprometan a confirmar si participan del canje antes de rubricarlos en la oferta oficial.
-Fijar “algunos temas menores” con el tipo de cambio y los límites de bonos por cada grupo de bonistas.
-Cerrar la brecha de valor, de 2,2 dólares, entre la oferta oficial y la contraoferta de los bonistas.
“La diferencia de valor es insignificante en comparación con el efecto negativo que tiene sobre la economía el hecho de seguir en cesación de pagos. Los inversores hicimos una propuesta comprensiva que se adapta a los requerimientos de Argentina y sería una falta de pericia que no se aprovechase la oportunidad, el país lo necesita”, afirmó.
En este sentido, detalló la quita de capital del 1.9%, cupones máximos del 5%, el mismo menú de bonos, pago del PDI a través de un instrumento a 10 años y no en efectivo, cupones promedio del 3.96% y alivio financiero de hasta 35 mil millones de dólares.
En los primeros cuatro años, el promedio de diferencia en el flujo de pagos es, según la comparación que realizaron los bonistas, menor a los USD 300 millones, una cifra insignificante si se la compara con otras variables. Por ejemplo, representa menos de la mitad de la pérdida de reservas que perdió el Banco Central en mayo, antes de tener que reforzar el cepo cambiario.
Desde otro comité agregaron que la diferencia se puede zanjar a mitad de camino, posiblemente pagando un cupón algo más alto en los intereses devengados. “El Gobierno está ganando y muestra hacia afuera lo contrario. Es insólito”, se quejó. De inmediato, comparó la situación con la negociación con Ecuador, que “se cerró en dos semanas”.
En este sentido, un informe de la consultora LCG expresó que “el canje de la deuda extranjera está llevando más tiempo del esperado. Alberto Fernández anunció que Argentina no puede pagar más de lo que ofreció. Los postulados de sostenibilidad ya fueron tirados por la borda y la contrapropuesta hecha por Ad Hoc y Exchange Bond Holders implica un compromiso adicional mínimo respecto a la oferta del gobierno”.
“Argentina va a necesitar acceso al mercado más temprano que tarde, incluso si la propuesta del Gobierno es aceptada. En 2025 ya tiene compromisos impagables con recursos propios. Amén que no estemos contemplando las obligaciones con el FMI, USD 45 MM que aún no sabemos cómo se van a refinanciar. Sin embargo, no deja de llamar la atención por qué no se cierra el acuerdo asegurando la adhesión cuando las diferencias son mínimas”, indicó.
Por lo tanto, consideró que sin pretender que “Argentina acepte todo lo que los bonistas proponen, sí evite la confrontación con el mercado, se muestre una señal de reversión de los desequilibrios (fiscales y monetarios) en la post-pandemia. Caso contrario en pocos años nuevamente tendremos que renegociar la deuda”.
Sería algo así como un empate, en el que el Gobierno pueda mostrar que sacó una victoria. Las formas, sobre todo en política, siempre importan.
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