“Francamente, no creo en los planes económicos”, sentenció el presidente Alberto Fernández el fin de semana, en una entrevista que le concedió al Financial Times. Y lo mismo dijo ayer ante más de 1.000 empresarios en el Consejo de las Américas, donde expuso durante media hora sobre cómo veía el futuro del país. En ese contexto, y ante la consulta de uno de sus asistentes, el jefe de Estado blanqueó que prefiere fijarse objetivos e irlos cumpliendo.
La insistencia con este concepto no cayó bien en el mundo corporativo, que hoy más que nunca espera definiciones. Anhela que el Gobierno defina un rumbo, especialmente tras el tembladeral que generó el Covid-19 en la economía argentina, que ya atravesaba una profunda crisis antes de la pandemia.
“La recuperación va a tardar cuatro años. Cuesta mucho identificar elementos que sustenten un crecimiento razonable de la economía. En un país con el desajuste económico que tiene, decir que no hay plan es autoaniquilarse. Se interpreta que no se sabe para dónde ir”, dijeron fuentes de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina (Amcham).
En la Asociación Empresaria Argentina (AEA), en tanto, tienen la misma percepción. “Se ve todo muy complejo, difícil. Reconocemos que la situación actual es inédita y hay una comprensión por parte del empresariado hacia el Gobierno, pero se necesitan lineamientos claros de hacia dónde va la política económica”, dijo un empresario de una importante compañía socia de la entidad.
La negociación de la deuda externa es un tema que las compañías siguen muy de cerca, ya que una situación de default complicaría -coinciden empresas y analistas- muchísimo más la economía y haría inviable la recuperación. Sobre este punto, hay coincidencia en que finalmente habrá acuerdo con los acreedores y ello facilitará el rumbo, pero todavía el final es incierto. Los últimos pasos dados por los bonistas, con una nueva contrapropuesta, y del Gobierno, con su posición de firmeza respecto de la oferta vigente, puso algo nervioso al mundo privado, que igualmente confía en un final feliz.
El vínculo entre los empresarios y Alberto Fernández es amable y busca ser constructivo. De hecho, ya hubo varias reuniones en la quinta de Olivos, algunas de las cuales fueron criticadas dentro del propio frente político interno. El Gobierno adoptó al G6 -grupo que nuclea las principales cámaras empresarias- como principal interlocutor, pero también mantuvo encuentros con dueños de importantes compañías, varios de ellos miembros de AEA, en varias oportunidades.
El discurso del Presidente es pro empresario. Cuando los recibe, les habla de la necesidad de que inviertan, que generen empleo y que cuiden a sus empresas. También plantea su vocación por generar vínculos más estrechos con los países desarrollados y entiende los planteos que le llevan los hombres de negocios, por ejemplo, cuando le cuestionan la presión impositiva, entre otros factores de preocupación.
Las palabras de ayer, en el Council, también fueron en esa línea. “Fue un discurso muy correcto y en tono dialoguista; lo que hay es un poco de perplejidad en cuanto hacia dónde vamos”, dijo un directivo que participó de la charla cerrada que mantuvo el Presidente con empresarios antes de la exposición abierta a todo público.
Sin embargo, algunas empresas, como General Motors, le ratificaron la decisión de seguir invirtiendo en el país. El CEO de la compañía en la Argentina, Carlos Zarlenga, le confirmó que retomarán el proyecto de la fabricación de un nuevo vehículo -será una SUV-, en la planta de Rosario, que demandará una inversión de USD 300 millones.
Y otras, como TN & Platex, cuyo dueño, Teddy Karagozian, era miembro de AEA hasta hace pocos meses, se muestran optimistas con el rebote. “La malaria de los primeros meses pasó. Siento que la Argentina va a tener una recuperación más parecida a una “L”; pero venimos de cuatro años donde la industria fue cayendo y ahora puede tener una oportunidad. El consumo no va a ser lo que era, pero la clase media tiene dólares y los va a volcar al mercado interno”, dijo el empresario, ante la consulta de Infobae.
Otro factor de preocupación en el mundo privado son las presiones internas que comenzaron a transparentarse en el último tiempo en el Frente de Todos. ¿Hacia dónde irá la Argentina, hacia un modelo económico como el que pretende el Presidente o finalmente ganará la batalla el kirchnerismo más radical? Esa es la otra gran duda que tiene el sector empresario, más aún luego de que Alberto Fernández haya avalado con firmeza el proyecto de estatización de Vicentin (aunque finalmente no fuera concretado).
“Lo de Vicentín fue un terrible error, no solo por el hecho de que envió un mensaje equivocado, sino por el impacto que tuvo”, dijeron en AEA. Para la entidad que dirige Jaime Campos, sería vital que, aún conviviendo con la pandemia, el Gobierno especifique cómo seguirá. “¿Vamos a hacer de las exportaciones un eje central y decisivo donde vamos a poner todos los esfuerzos?”, se preguntó, a modo de ejemplo, un dirigente.
Mientras tanto, desde la institución que nuclea a los hombres de negocios más importantes del país buscan avanzar con acuerdos básicos con distintos sectores de la sociedad. Comenzaron con el sindicalismo, en un encuentro realizado ayer, y la idea es sumar a la Iglesia, sectores de la oposición y referentes sociales.
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