Maita Barrenechea: “El turismo pasó de ser un sueño a convertirse en una pesadilla”

La presidente de Destino Argentina -una institución sin fines de lucro que promueve a la Argentina como destino de viaje en el exterior- relató la grave situación que atraviesa ese sector. "El futuro es realmente nefasto: fue el primero en frenarse de golpe y va a ser el último en reactivarse. Por mucho tiempo, nadie se va a animar a hacer un viaje tan largo en avión para llegar a nuestro país", advirtió en una entrevista con Infobae

Maita Barrenechea: “El turismo pasó de ser un sueño mágico a convertirse en una pesadilla”

El turismo es uno de los sectores más castigados por la pandemia de COVID-19 y, para peor, será una de las últimas actividades que volverá a la “nueva normalidad”. La cuarentena comenzó en marzo, en el marco de una temporada de verano fuerte pero que fue golpeada como nunca antes. No hubo movimiento turístico por Semana Santa. Tampoco, lo habrá por las vacaciones de invierno. Los feriados puente para promover la industria ya no tienen razón de ser, ya que nadie puede trasladarse, ni siquiera a localidades cercanas.

Pero ¿qué pasará con el turismo internacional que cada año llega a la Argentina y que pone en funcionamiento a un gran engranaje del que viven muchísimas familias? El temor a un posible rebrote, a quedar varado en otro país, a estar mucho tiempo en un aeropuerto y, peor aún, a hacer un viaje tan largo para llegar a estas tierras -con todos los miedos que también implica subirse de nuevo a un avión- podría hacer que los viajeros europeos o estadounidenses miren hacia otros sitios más cercanos en el mapa.

Maita Barrenechea

En una entrevista con Infobae, Maita Barrenechea, presidenta de Destino Argentina -un ente sin fines de lucro que se dedica a promover y posicionar a la Argentina en el exterior, como destino turístico internacional- muestra su grandísima preocupación y vaticina una “futuro nefasto” para este sector. Maita, quien tomó el lugar de Annie Millet en esa entidad, es una mujer muy reconocida en esa industria y que cuenta con casi 40 años de experiencia en el turismo receptivo.

Nada menos que el fundador y CEO de Amazon, Jeff Bezos, considerado el hombre más rico del mundo, se puso en sus manos para el diseño de su viaje cuando vino de manera ultrasecreta a nuestro país y, entre otros lugares, visitó el glaciar Perito Moreno. Maita le organizó todo el itinerario con estricta confidencialidad, al igual que ocurrió con otros poderosos empresarios, magnates, presidentes y celebridades de la talla Bono, líder de U2, y Anthony Kiedis, cantante de Red Hot Chilli Peppers. La foto de Jeff Bezos, fascinado con la Patagonia y posando frente al Perito Moreno, quedó inmortalizada en su propia cuenta de Instagram.

Soy pionera en todo esto, porque cuando empecé no existía el turismo receptivo en la Argentina: no había hoteles abiertos para el turismo receptivo internacional y de alta gama. Fui precursora de la idea de abrir las estancias y las casas privadas al turismo, porque no había hoteles en los destinos donde se encuentran las bellezas naturales que tenemos en el país. Conseguí que propiedades privadas se abrieran a los visitantes y que pagaran por su estadía. Fui pionera en eso y en abrir ese turismo personalizado, trayendo -por ejemplo- a personas que querían pescar con mosca en la Patagonia, una actividad que se hacía en otras partes del mundo y que aquí -con los lagos y ríos inmensos que tenemos- no se explotaba”, le cuenta a Infobae.

Destino Argentina es un ente sin fines de lucro que se dedica a posicionar y promover a la Argentina como destino de viaje en el exterior, para el turismo receptivo y se dedica al turismo personalizado. Es decir, que los viajes se consideran “experienciales” y son hechos a medida. Se distribuyen por una larga cadena de valor que empieza desde el agente de viajes, los hoteles, los guías de turismo, experiencias culturales y relacionadas con la naturaleza, experiencias gastronómicas, bodegas, turismo de aventuras, etc.“, revela Maita Barrenechea.

“Por un lado, trabajamos en conjunto en el sector privado pero, en general, también tratamos de hacerlo en conjunto con el sector público para tener mensajes acordes, para poder crear una imagen de la Argentina, que es la que se quiere transmitir, mostrar nuestros atributos y valores diferenciales como país... Trabajamos en todos esos puntos de valor para poder ofrecerle al viajero experiencias únicas en la Argentina. Pasamos de llamar a estos viajes “experienciales” a “transformacionales”, porque se tiene mucho más en cuenta el patrimonio cultural y natural de cada destino. Se busca el boca en boca y una experiencia intracultural. Por eso, es importante cuidar lo nuestro, la tierra, las costumbres, las tradiciones, las comunidades locales y la naturaleza, para después poder exigirle lo mismo al viajero que nos visita. Tenemos que aprender a respetar lo nuestro”, enfatiza Maita Barrenechea.

-¿Qué pasará con el turismo internacional que cada año llega a nuestro país?

Hay hoteles o agencias de viajes que se especializan más en un mercado que en otro. Hay mercados que son más cercanos y varían mucho con el tipo de cambio -como por ejemplo, nuestro países vecinos- pero el turismo para este nivel de viajes no necesariamente tiene que ser caro, ya que el lujo no va por el lado ostentoso, sino por el tiempo y la forma de hacerlo. Comer algo muy simple, en medio de la nada, en plena naturaleza: es un lujo. Apuntamos al viajero europeo, americano y al que puede realizar un viaje tan largo como para venir a la Argentina.

El turismo de alta gama, de lujo o personalizado es el que más ingresos produce al país y que alcanza una cadena de valor más larga, porque son más personas que tienen que trabajar en cada puesto. Se precisan más personas para satisfacer las expectativas de estos viajeros. El mochilero es un viajero muy valioso para el país, porque es el que más viaja y el que más cuenta lo que vio con mucho entusiasmo, pero no necesita ayuda. En cambio, el que viene y necesita que lo estés esperando con un cartel apenas viaja del avión, con un chofer, una guía, una recepcionista que activa toda la cadena del hotel... Es un viajero que va a hacer compras, sale en auto, va a ver un show de tango, compra un poncho hecho por una tejedora de Catamarca o un objeto de plata, va a ver un partido de fútbol o de polo, come un asado... Todas esas actividades involucran a un montón de gente en todo el país. Es una cadena interminable de personas que aportan a esa cadena de valor.

-El turismo de alta gama va a ser, quizás, el que más tarde en recuperarse, ya que el viajero europeo o estadounidense seguramente va a ser más cauto a la hora de hacer grandes trayectos aéreos, por el miedo a un rebrote, por ejemplo

Exactamente. Fue el primer sector en frenarse de golpe y va a ser el último en reactivarse. Por mucho tiempo, nadie se va a animar a hacer un viaje tan largo en avión, ni va a querer permanecer mucho tiempo en un aeropuerto. En Europa, para ir de un país al otro, el viaje en avión es de dos horas. El viajero se pone la máscara, trata de no tocar nada, no hay necesidad de comer a bordo y hasta puede evitar ir al baño. Pero 12 horas en un avión es una realidad diferente. La distancia de dos metros no se puede mantener entre cada pasajero del avión y van a respirar el mismo aire, a pesar de que esté filtrado y se renueve. Sin duda, va a haber un montón de medidas de higiene y prevención, pero mucha gente no se va a animar.

Por otro lado, los viajes largos para las personas grandes podrían llegar a desaparecer. Los jóvenes son más aventureros y seguramente se van a animar más, pero va a pasar muchísimo tiempo hasta que este tipo de viajes se vuelvan a reactivar. Sabemos que así va a ser y, por eso, tenemos que reinventarnos.

-¿Cómo venía trabajando su sector hasta que empezó la pandemia?

Estábamos muy bien porque esto nos agarró en la temporada alta, que va desde noviembre a abril. Luego, muere porque somos muy estacionales. Era un muy buen momento en marzo, que es el final de la temporada y es una linda época. En Mendoza es la época de la Vendimia, en la Patagonia aparecen los colores del otoño, el clima es lindo en todos lados, Buenos Aires está superactivo...

Marzo es un mes lindísimo para viajar a la Argentina. Pero todo se nos frenó de golpe: de la noche a la mañana todo se precipitó, colapsó y está totalmente parado porque se cerraron las fronteras, no hay vuelos, ni otros medios de transporte, ni hoteles, empresas de turismo, guías, etc.

El sector está en estado de S.O.S. -en pleno llamado de socorro- porque toda esa gente está sin ingresos desde marzo. No solo es que el turismo está prohibido: pasó de ser un premio y un incentivo -porque los fines de semana puente fueron concebidos para alentar al turismo- a que directamente no se pueda viajar, ni a nivel regional.

A mediados de marzo, el sector dejó de facturar: empezó a tener que devolver y efectuar reembolsos sobre los viajes interrumpidos y a repatriar a los varados. Por supuesto que, con el cierre de fronteras, también se cancelaron todos los futuros viajes y las actividades quedaron paralizadas. Hubo que reembolsar y reprogramar con cero ingresos a partir de ese momento.

El turismo representa el 10% de la economía global. Cada vez que alguien viaja, desencadena un efecto dominó de aporte, valor y consumo. En países en desarrollo como el nuestro, esos empleos representan caminos viables para la salida de la pobreza, como apoyo a las comunidades y a las industrias locales.

En junio, la hotelería cayó un 94,9%. El número de empresas hoteleras que prevén su cierre, si esta situación actual continúa, es de un 75%. El 65% de esas empresas ya manifestaron estar en esa situación. El mes pasado, la caída de la gastronomía fue del 80,2% y el número de las empresas gastronómicas que prevén el cierre, si esto continúa así, alcanza al 74%.

La Unión Europea -en cuanto a países seguros para viajar- dejó afuera a todos los países de Latinoamérica, con excepción de Uruguay. Entonces, ¿quién va a venir? Si el turismo está prohibido, las fronteras están cerradas y no hay vuelos. Ni siquiera hay fecha clara de cuándo van a reiniciarse los vuelos, porque se hablaba del 1 de septiembre, pero ahora se rumorea que puede ser en octubre. No hay ni posibilidades. Todo el turismo lleva cuatro meses sin facturar, desde la empresa más chica a la más grande.

Purmamarca sin turistas (Shutterstock)

-¿Qué les dicen las autoridades?

Hemos tenido un muy buen diálogo. Somos un ente y pertenecemos a la Cámara Argentina de Turismo (CAT) que nos representa muy bien. Tuvimos reuniones con el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, y también en la secretaría de Promoción, con toda la cadena del sector público y privado, y de manera conjunta. Se desarrollaron dos proyectos de ley de emergencia turística para el sector y nosotros contribuimos con muchas ideas.

El Estado está ayudando con el ATP -con el 50% del salario neto y hasta dos salarios mínimos- el otro 50% se cubre con reducciones salariales acordadas con los gremios, y con el aporte de los empleadores. Esta situación, sumada a las erogaciones por costos fiscales, servicios, mantenimiento, etc están llevando al límite de supervivencia de las empresas.

Necesitamos medidas urgentes y significativas para sostener el sector de viajes y turismo en estos turbulentos meses que se avecinan; políticas que apoyen de manera directa a todo el sector. Necesitamos una ley de emergencia y de ayuda, que se sustente con los números que dije, para que las empresas sigan vivas hasta tanto vuelvan a desarrollar una actividad normal.

Lo más grave, es que hoy no hay una luz al final del túnel: hasta que no exista una vacuna o un tratamiento, va a ser muy difícil que el viajero se anime a subirse a un avión, y menos aún, hacer un trayecto tan largo para llegar hasta nuestro país. Pasará mucho tiempo hasta que se habilite el derecho a viajar, con fronteras nacionales y provinciales cerradas, y con la prohibición de circular por el país.

-¿Cómo imagina los próximos meses?

Habrá que reconstruir la confianza del viajero con protocolos estrictos de higiene, sanidad y distanciamiento social, implementando cambios que acarrean un costo muy alto. Además, los potenciales viajeros estarán también afectados económicamente y tendrán menos posibilidades de dedicar ahorros para turismo. Al mismo tiempo, todo se volverá más caro, ya que los hoteles, transporte, restaurantes, etc deberán seguir las normas de distanciamiento social, por lo cual, necesitamos que esa ley de emergencia incluya -hasta tanto se vuelva a la actividad normal- medidas que aseguren la asistencia del Estado en el pago de los salarios, la reducción de las tarifas de los servicios públicos y el diferimiento de sus vencimientos. Además, créditos a tasa cero y flexibles para el capital de trabajo, exenciones impositivas y reducción del IVA en los servicios prestados por el sector.

Porque ahora estamos muy mal pero vamos a estar peor cuando se reabra todo. El futuro en el sector del turismo es realmente nefasto. De la noche a la mañana, el turismo pasó de ser un sueño mágico a convertirse en una pesadilla.

-¿Qué sucede con los protocolos y las estrategias que planean implementar en el turismo?

Primero hay que controlar la pandemia, después, implementar los protocolos y comunicarlos, porque es muy importante tener una estrategia lista entre el sector privado y el público para salir a promover la reactivación de los viajes hacia nuestro país. Tenemos que mostrar cómo pensamos recibir a los potenciales viajeros, para que se sientan cuidados y seguros. El gran paso va a ser el largo vuelo internacional, pero creo que Argentina sobresale en todo lo que busca el nuevo viajero: naturaleza pura y paisajes prístinos donde el distanciamiento social se da naturalmente.

Los rincones desconocidos van a ser tendencia y los viajeros van a ir fuera de las principales rutas turísticas, como pueblos o zonas del interior que brindan una alternativa más tranquila. Esto incrementará el consumo de productos regionales y ayudará en el desarrollo de las economías locales. El sector privado y el público tienen que trabajar en conjunto para una estrategia de protección y promoción que contenga una narrativa, un mensaje con contenido digital, inspiracional y sustentable de una manera tanto social como ecológica.

Tenemos 11 lugares que son Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, tenemos 15 reservas de biósfera de la UNESCO. Pero Latinoamérica solo recibe el 3% del turismo mundial, así que el potencial de desarrollo de nuestra región es enorme y la nueva ventaja competitiva que tenemos es proteger: los destinos deben proteger a los residentes locales, del mismo modo que a los visitantes. Debemos reconstruir la confianza en el proceso y recuperar la ilusión de la aventura.

Las Cataratas del Iguazú, cerradas y sin visitantes (Shutterstock)

-¿Qué sucede hoy con la industria del turismo en otros países?

Creo que no teníamos la bola de cristal y que es muy fácil, con el diario de hoy, opinar para atrás. Cuando se declaró la pandemia todos nos asustamos: era lógico cerrar las fronteras y mandar a cada uno a su casa. Lo hizo el mundo entero. Empezamos bien, porque fue la manera lógica de enfrentarnos a un mal desconocido. Después, creo que fue prueba y error para todo el mundo.

Pensábamos que teníamos la ventaja de haber empezado más tarde con la pandemia y, cuando llegó acá, creíamos que lo que pasaba en Europa y en los Estados Unidos podría inspirarnos para no cometer los mismos errores... Pero Nueva Zelanda, por ejemplo, está libre de coronavirus. Portugal tuvo pocos casos, miremos a Uruguay... Son países con poblaciones más chicas pero lo han manejado muy bien.

Otros países tuvieron casos pero se están animando al turismo y tienen una campaña de volver a viajar que vale la pena mirarla, como Emiratos Árabes, donde muestran que, a pesar de esos casos, están tomando todos los cuidados para que el viajero se sienta cómodo y tranquilo.

La cuarentena tan larga nos cansó a todos. Ahora, que ya estamos hartos y se puede empezar a salir, es cuando más casos hay. Es contradictorio pero vuelvo a destacar que hay que ser humildes, porque nadie tenía la bola de cristal. Entonces, los más jóvenes van a poder empezar a salir y la gente grande va a tener que seguir cuidándose mucho. No sabemos aún cuál va a ser nuestra capacidad sanitaria y no hemos llegado al pico. La gente está muy preocupada por la salud pero también por la cuestión económica.

-¿Sacaremos algo positivo de esta crisis?

Dentro de la tragedia que estamos viviendo, es el momento ideal para trabajar más colaborativamente, para pensar, ser más ágiles, reinventarnos y reconstruirnos. La crisis sirvió para exponer nuestras debilidades, forzándonos a reflexionar y a concientizar, prevenir cambios de hábitos y tener que innovar en todos los niveles. Como turismo receptivo, tenemos que apuntar a quienes piensan que viajar es una necesidad, o una combinación de todo, porque va a quedar poco para el lujo.

Antes, viajar era un sueño mágico y ahora es una pesadilla. Si pudiéramos viajar, habría que salir vestidos de astronautas, no se puede tocar nada, no se puede ir al baño, etc Ahora da miedo, no es más el sueño que todos anhelábamos. Además, con el temor permanente a un rebrote, que es lo que están viviendo ahora los europeos, ya que pueden viajar pero muchos no lo hacen por miedo a no poder volver a su país.

El Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, conocido comúnmente como Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en una postal impensada

-Si pudiera reunirse con el presidente, Alberto Fernández, ¿qué le pediría?

Le remarcaría lo importante que es el turismo para tantas familias, a lo largo de todo el país. Es el cuarto complejo exportador y el mayor generador empleo de la Argentina. No sé si al turismo se le da tanta importancia como industria: creo que no. Hay que ayudarla, para que no muera y pueda sobrevivir.

Necesitamos que nos ayude a reactivarla: ya sabemos que estamos muertos, pero que nos ayude a resucitar. Necesitamos una estrategia clara para lograr que el viajero quiera venir a la Argentina. Hay mucha gente que vive de esto.

También, le pediría que le pongamos una importancia prioritaria a la sustentabilidad: a cuidar nuestro patrimonio cultural y natural. Tenemos que cuidar lo que tenemos, aunque sea con multas para que la gente aprenda. Viajás a la Patagonia y encontrás los plásticos amontonados por el viento, contra los alambrados de la ruta. En otros países, podés caminar descalzo y no te vas a ensuciar los pies. Nosotros no tenemos esa cultura de la limpieza y ojalá que todos los protocolos de esta crisis nos queden como hábitos.

-¿Qué expectativa tiene con el turismo regional?

En algunos lugares ya lo están haciendo, porque es muy importante para las economías regionales. En Salta, por ejemplo, hay hoteles abiertos y esta semana hubo movimiento. De todos modos, los hoteles están sacando la cuenta para ver si realmente les conviene abrir con una ocupación muy baja, porque es mucho lo que tienen que poner en funcionamiento. Pero creo que esas reaperturas ayudan a muchas personas y dan trabajo a mucha gente.

Cuanto antes empecemos a abrir, provincialmente o regionalmente y en los lugares donde hayan pocos casos, eso va a ser un alivio para muchos. Pero también va a tratarse de un aprendizaje, porque van a ser los primeros en hacerlo y, de a poco, nos iremos animando a cruzar de una provincia a la otra, luego a viajar por el interior del país, y después a abrirle la frontera a nuestros vecinos. Pero hasta que la pandemia no se controle, nadie va a querer venir: ni de países limítrofes y, mucho menos desde más lejos.

Tenemos que empezar a viajar regionalmente, ni bien podamos. Hay que hacerlo para darle trabajo a la gente que vive de esto y tenemos que estar orgullosos de poder contribuir con algo tan lindo que es un sueño, como poder viajar. Viajar educa, abre la mente, acerca a las personas... Ojalá se abran las regiones y el argentino conozca mucho más a su país.

Tengo muchas ganas de devolverle a la industria del turismo todo lo que me dio. Por eso, estamos poniendo todo de nosotros para que la industria sobreviva. Tenemos un plan estratégico y fantástico para poner en marcha. Y lanzamos un plan de los 90 días, para salir a posicionar esa imagen de la Argentina que queremos dar afuera, tomando en cuenta los valores diferenciales que tenemos y creando experiencias únicas que no se pueden hacer en otros países.

En el futuro, todos los viajes van a ser con conciencia social y ecológica. Quiero ayudar a que nuestro país sea un destino acogedor en todos los sentidos y que el viajero se enriquezca con su visita: porque la interacción cultural también nos enriquece a todos, y es lo que el mundo necesita. La gente no va a dejar de viajar, pero tiene que hacerlo de manera consciente y responsable.

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