Alberto Fernández abrió una ventana de negociación con los acreedores privados para cerrar un acuerdo exitoso a principios de agosto. Esa instancia de diálogo está siendo protagonizada por Martín Guzmán y Jennifer O´Neill, influyente manager de BlackRock, y su resultado depende del Congreso, el Fondo Monetario Internacional, el G20 y los tres grupos de bonistas internacionales que aún resisten la última oferta oficial registrada en la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).
Las reglas de juego fueron impuestas en Olivos. Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa y Guzmán ya reiteraron en público y en privado que la propuesta no se toca. Su índice de referencia, el Valor Presente Neto (NPV) de los bonos a canjear, será de 53,5 dólares. Ni un centavo más.
En este contexto, el Presidente ejecutó dos gestos institucionales destinados a satisfacer ciertos pedidos de los acreedores privados, que rechazan el NPV de 53,5 dólares y exigen alargar la oferta oficial a casi 55,7 dólares de Valor Presente Neto.
Esas señales se vinculan a la ley de deuda nacional que ya está en el Senado, y a la posibilidad de modificar determinados aspectos jurídicos vinculados a la reasignación de las emisiones de los bonos para lograr los porcentajes previstos en las Cláusulas de Acción Colectivas (CAC) de los títulos 2005 y 2016.
Fondos de inversión como PIMCO o Fidelity son tenedores de bonos bajo legislación local y de New York. Alberto Fernández –como gesto de aproximación– remitió a la Cámara alta un proyecto que da certidumbre a los títulos soberanos bajo normas nacionales y ordenó un tratamiento exprés. La intención del Presidente es demostrar que hay buena voluntad para reestructurar la deuda externa, una decisión de Estado que es avalada por la oposición de Cambiemos.
Si no hay trabas burocráticas, la ley de deuda externa tendrá media sanción la semana próxima, a pocos días de concluir una nueva etapa de negociación con los bonistas bajo legislación extranjera. La media sanción impuesta por el Senado, con los votos del oficialismo y la oposición, implicará una suba en los bonos que –entre otros fondos– tienen PIMCO y Fidelity.
El cálculo de Alberto Fernández es fácil de explicar: la ley permitirá fortalecer el mercado de capitales de la Argentina, y además les otorgará a los acreedores privados con bonos locales un beneficio que se debería computar en la negociación con BlackRock y sus aliados que aún exigen una mejora en la iniciativa oficial.
Además del gesto político de acelerar el proyecto de deuda externa, Alberto Fernández consintió modificar ciertas reglas jurídicas vinculadas a la reasignación de los bonos sujetos a canje. Se necesita el 85 por ciento de las CAC para los títulos 2005, y el 66 por ciento para los bonos 2016. Existe un método forzoso de interpretación que se llama PAC-MAN, y su aplicación podría terminar con las chances de los holdouts y la aceleración del default.
Con la aplicación maliciosa del PAC-MAN, Guzmán podría lograr un acuerdo exitoso antes que llegue la primavera al Palacio de Hacienda.
Pero el ministro de Economía le anticipó a O´Neill, negociadora de BlackRock, que no es la intención del Gobierno usar el PAC-MAN y que por indicación presidencial se aceptaba modificar esa reglas de juego para demostrar que hay buena fe de cerrar un acuerdo con los acreedores privados. O´Neill agradeció el gesto, y después de insistir en mejorar la oferta del VPN de los bonos se puso a trabajar en este asunto que podría destrabar la última milla de la negociación.
Ahora, todo depende de BlackRock y sus aliados. O´Neill debe presentar un paper con las reformas jurídicas –esa propuesta debe estar avalada por el IMCA (International Capital Market Association)– y a continuación Guzmán solicitará al G20 y al Fondo Monetario Internacional que apoyen esas modificaciones solicitadas por los acreedores más poderosos de Wall Street.
Es el último gesto de negociación que, hasta ahora, piensa hacer Alberto Fernández.
Quid pro quo: la ley de deuda externa para bonistas locales y la reforma jurídica para pulir la reasignación de los bonos bajo ley extranjera, a cambio de aceptar la oferta oficial presentada en la SEC.
El Presidente espera la llamada de BlackRock para anunciar el acuerdo. Faltan 13 días para que expire el plazo oficial de negociación. “Les toca jugar a los acreedores. La pelota está en su cancha”, dijo Alberto Fernández en Olivos.