Un informe publicado por la Organización Internacional del Transporte por Carretera (IRU, por sus siglas en inglés) señala que el sector de carga en la Argentina está siendo uno de los más golpeados en el mundo.
Según la investigación, la industria del transporte es uno de los sectores más afectados por el COVID-19 debido a las fuertes restricciones en la circulación, las rupturas en las cadenas de suministros y la desaceleración de la economía en general.
En el análisis que realizó la entidad en 78 grandes economías señala que las restricciones afectaron “gravemente” las finanzas de los operadores de transporte, incluidos los ingresos y el flujo de efectivo, lo que ha llevado a numerosas empresas a la quiebra.
Al mismo tiempo, el trabajo señala que dado que el transporte por ruta es un motor fundamental de toda la actividad económica, la recuperación de la economía “está en peligro”. De hecho, la IRU “prevé que solo las pérdidas en el transporte de cargas a nivel mundial superarán los 550.000 millones de euros, con un descenso del 18% en el volumen operado anualmente”.
Entre las regiones más afectadas el informe destaca a Medio Oriente y el norte de África, con un descenso estimado de la actividad de -22%, lo que significa 20.000 millones de euros menos; Asia y el Pacífico, con una merma de la actividad de -21% (338.000 millones de euros de caída); y América del Sur con una descenso del -20% de la actividad (29.000 millones de euros menos).
Los datos locales fueron aportados por la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC) desde donde señalaron que la situación global es crítica pero calificaron la realidad local como “desesperante”.
Así, la entidad que agrupa a las empresas del transporte de carga señaló que, a pesar de ser esenciales desde el primer día de la cuarentena en todo el país, la actividad sufrió caída que por momentos “fueron de hasta un 70 por ciento”.
Desde Fadeeac explicaron que desde que comenzó la apertura de las diferentes actividades económicas se recortó la caída y que si bien ahora la merma “ronda un 30%, nosotros proyectamos que además, al finalizar esta crisis, entre un 25% y un 30% del sector podría desaparecer”.
Según un relevamiento de los transportistas en mayo, para tomar como referencia del impacto que tuvo la pandemia en el sector y en Argentina, de los 15 grandes rubros en los que se puede agrupar el transporte de cargas, 11 tuvieron caídas por arriba del 70 por ciento.
Entre las que más cayeron se encuentran Petróleo, Industria Automotriz, Pinturas, tintes y afines; Trasporte siderúrgico, que cayeron 100%; Electrodomésticos y electrónica un 97%; Materiales de construcción un 95%, e Insumos para la construcción y para la industria petrolera un 90 por ciento.
Un solo rubro mostró una caída menor del 30% que fue el relacionado con el transporte de animales vivos (-20%). Y hubo uno solo que mostró una nula caída de la producción, que fue el movimiento de la producción agropecuaria, que durante mayo pasado no cayó pero tampoco subió.
El contexto por el que está atravesando el transporte de cargas se corresponde con la situación económica en general: mientras el último estimador de actividad del Indec registró una caída del 17,5% en abril respecto a marzo y de 11% en el primer cuatrimestre –incidiendo fuertemente la construcción, la industria manufacturera y el comercio–, la capacidad instalada de la industria opera con un 46% a mínimos históricos.
A esto se le suma la suba de los costos logísticos. Según el trabajo que realiza la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos (Cedol) que muestra que durante el primer semestre del año acumula una suba cercana al 20%, casi siete por ciento más que la suba del costo de vida que difundió el Indec de 13,6%.
La suba mayor a la que refieren los operadores logísticos corresponde a los incrementos salariales dispuestos por la Paritaria con el Gremio de Camioneros y Afines, en el mes de marzo; así como a la provisión de elementos de seguridad para los colaboradores, estipulados por las autoridades nacionales y el sindicato para la prestación de servicios. A esto se le suman los costos adicionales por la pandemia que tuvieron que afrontar las empresas por tratarse de una actividad de mano de obra intensiva, como puede ser el transporte de los empleados o elementos ligados a la seguridad e higiene.
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