A pesar de la mayor inflación, el BCRA no prevé por ahora subir la tasa mínima para los plazos fijos

El avance de precios en el segundo semestre amenaza con dejar en terreno negativo el interés real para los ahorristas. En el Banco Central buscarían evitarlo en el mediano plazo pero no habrá reacción inmediata

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Adrián Escandar
Adrián Escandar

El dato de inflación de junio de 2,2% mensual, más de medio punto por encima de lo esperado, no sólo enciende algunas luces de alerta sobre la evolución de la principal variable de riesgo post cuarentena sino que pone en tela de juicio la política de tasas positivas para los depositantes implementada desde mediados de mayo por el Banco Central. A pesar de que el avance de los precios ya prácticamente anula la ganancia real por intereses para los ahorristas, la entidad monetaria no prevé, por el momento, volver a subir la tasa mínima para plazos fijos que los bancos deben ofrecer a sus clientes.

Tras fijar un piso de 26,6% anual en mayo y disponer una suba a principios de julio, esa tasa se ubica hoy en 30% anual, lo que equivale a una tasa de 2,5% mensual. Con una inflación de 1,5% como la de abril y mayo, los depositantes lograron ganarle 1 punto mensual a la inflación. El índice de junio cambia la ecuación. Si se mantuviera en el nivel del mes pasado, los ahorristas apenas lograrían empatar a la inflación. Pero, si tal como se espera, los precios se aceleran en las próximas semanas cuando paulatinamente se vaya retomando el nivel de actividad, las tasas de interés pasivas volverían a pasar terreno negativo.

Aún cuando el avance de los precios ya prácticamente anule la ganancia real por intereses para los ahorristas, la entidad monetaria no prevé, por el momento, volver a subir la tasa mínima para plazos fijos que los bancos deben ofrecer a sus clientes.

Si bien en el Banco Central apuntan a evitar esa situación, y hasta no descartan una eventual suba de la tasa de referencia en plan de esterilizar la mega emisión monetaria de los últimos meses, consideran ahora prematuro una reacción inmediata al dato conocido la semana pasada. Claro que la dinámica del mercado puede cambiar los planes de un día para el otro si, tal como se empezó a evidenciar en las últimas jornada, aumentan las presiones sobre el dólar. “Es un día a día”, admiten en la entidad.

Obsesionado por mantener a raya el valor del dólar, principal causa para sus autoridades de la suba de precios, el BCRA se mostró hasta el momento bien atento a evitar esta situación. De hecho, en marzo frenó el acelerado recorte a la tasa de Leliqs, que dejó en 38% anual aún cuando los meses siguientes la inflación cayó a la mitad -en gran medida debido a la necesidad de reabsorber la liquidez inyectada en plena cuarentena dura- e impuso semanas más tarde la tasa mínima para los plazos fijos. Fue cuando se intensificó la presión cambiaria y se amplió la brecha, que llegó a 100%. Junto con el refuerzo a los controles para el acceso a la compra de dólares, tanto en el mercado oficial como en los alternativos, el dólar Bolsa y el “contado con liqui”.

En ese marco de regulaciones cambiarias y fuerte emisión, la tasa positiva exigida por el Central rindió sus frutos. Los depósitos a plazo fijo crecieron en $ 250.000 millones durante junio, lo que implicó una suba de 11,4% respecto del mes anterior, totalizando $ 2,3 billones.

La enorme cantidad de dinero en circulación, la persistente brecha cambiaria, la necesidad de ajustar algunos precios de la economía y el regreso de las negociaciones paritarias empujan la inflación hacia arriba.

Esa expansión podría desacelerarse en la medida que se confirmen los pronósticos de mayor inflación para los próximos meses. A pesar de la profunda recesión económica, factor que muchos en el Gobierno -incluido el ministro de Economía, Martín Guzmán- consideran preponderante en la baja de la inflación, existe otra serie de factores que alentarían los precios en sentido contrario, es decir, a la suba. Entre ellos, la enorme cantidad de dinero en circulación, la persistente brecha cambiaria, la necesidad de ajustar algunos precios de la economía y la incipiente puja distributiva, es decir, el regreso de las negociaciones paritarias.

“A contramano de las expectativas del mercado, las tasas de interés le vienen ganando a la inflación. Hasta ahora fue por una combinación de causalidad y casualidad, explicada por la marcada desaceleración de los precios. La moderación de la inflación tiene factores transitorios y otros que persistirán hasta fin de año, pero lo más seguro es que se aceleren a medida que se libere la cuarentena”, explicó el economista Martín Polo. “Con el mercado lanzado con expectativas de tasas de interés reales negativas, el BCRA tendrá la oportunidad de mostrar su compromiso por la monetización de la economía y mantener las tasas positivas”, sostuvo en un informe reciente titulado “La hora de las tasas” en el que advierte que, si bien en el primer semestre las tasas pasivas le ganaron a la inflación, no ocurrió lo mismo respecto de la variación del tipo de cambio, incluso el oficial.

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