“La pandemia de COVID-19 empujó las economías a un Gran Confinamiento, que contribuyó a contener el virus y salvar vidas, pero también desencadenó la peor recesión desde la Gran Depresión. Más de 75% de los países están reabriendo al mismo tiempo que la pandemia recrudece en muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo. Varios países han comenzado a recuperarse. Sin embargo, a falta de una solución médica, la solidez de la recuperación es sumamente incierta, y el impacto en sectores y países, desigual”, escribió en “Diálogo a Fondo”, Gita Gopinath, Consejera Económica y Directora del Departamento de Estudios del Fondo Monetario Internacional (FMI), con licencia laboral del Departamento de Economía de la Universidad de Harvard.
En comparación con el pronóstico de abril de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO, por sus siglas en inglés), recuerda Gopinath que el organismo proyectó en junio una recesión más profunda en 2020 y una recuperación más lenta en 2021. Se prevé que el PBI mundial disminuirá 4,9% en 2020 -o sea, 1,9 puntos porcentuales menos que lo proyectado en abril- y que estará seguido de una recuperación parcial, con un crecimiento de 5,4% en 2021.
En ese período los economistas de consultoras de la Argentina que releva mensualmente el Banco Central ajustaron a la baja sus pronósticos de caída del PBI local en el corriente año de 7% a 12%; mientras que esperan una reactivación en el año siguiente.
Mientras que para el promedio mundial el FMI estima que virtualmente en 2021 se lograría volver al nivel de actividad de 2019, los economistas locales proyectan que a la Argentina le llevará 5 o 6 años, al menos
De ahí surge que mientras que para el promedio mundial el FMI estima que virtualmente en 2021 se lograría volver al nivel de actividad de 2019, esto es recuperar toda la caída esperada para el corriente año, en el orden local, los economistas que participan del REM proyectan que el país necesitará hasta 2025 o 2026 para poder recuperar el PBI previo a la crisis actual, y un par de años más si se lo mide por habitante, por efecto del crecimiento de la población.
Gita Gopinath destaca en su análisis: “Estas proyecciones implican una pérdida acumulada para la economía mundial a lo largo de dos años (2020–21) de más de USD 12 billones como consecuencia de la crisis, entre extremos”, desde el punto mínimo ahora previsto y el que se esperaba en abril para 2020; aunque se reduce a USD 2,5 billones en el acumulado del bienio entre las dos últimas proyecciones.
Para el caso argentino, hacer el ejercicio de pérdida de generación de riqueza equivalente en dólares por la cuarentena es más complejo por el régimen de tipos de cambios múltiples, y brecha de más de 70% nominal entre extremos
Para el caso argentino, hacer ese ejercicio de pérdida de generación de riqueza equivalente en dólares es más complejo por el régimen de tipos de cambios múltiples, y brecha de más de 70% nominal entre extremos, la cual se amplía a más de 100% para los exportadores de productos del agro.
Características de la reactivación esperada
La economista del FMI considera que esos pronósticos “están rodeados de incertidumbre, con riesgos tanto a la baja como al alza para las perspectivas. Del lado positivo, la reanudación de la actividad económica podría acelerarse de surgir novedades alentadoras en cuanto a vacunas y tratamientos y de intensificarse las políticas de respaldo. Del lado negativo, nuevas olas de infecciones podrían contrarrestar los avances registrados en términos de movilidad y gasto, así como endurecer rápidamente las condiciones financieras, exacerbando los problemas de endeudamiento. Las tensiones geopolíticas y comerciales podrían dañar las frágiles relaciones internacionales en un momento en que se proyecta un colapso del comercio exterior de aproximadamente 12 por ciento”.
Las tensiones geopolíticas y comerciales podrían dañar las frágiles relaciones internacionales en un momento en que se proyecta un colapso del comercio exterior de aproximadamente 12% (Gita Gopinath)
Nuevamente, los datos disponibles para la Argentina, correspondiente al segundo mes pleno en cuarentena en prevención del COVID-19, el intercambio comercial con el resto del mundo se contrajo poco más de 17% en cantidades, y notablemente más en dólares, por la caída de los precios internacionales en torno a 8%; con declive de 8,4% en las exportaciones y 26% en el de las importaciones.
De ahí que el análisis de la economista del FMI resalta: “Una crisis como ninguna otra tendrá una recuperación como ninguna otra”, en general, aunque con notables diferencias entre los países. Así, sostiene Gita Gopinath:
1) “La histórica magnitud mundial de esta crisis obstaculiza las perspectivas de recuperación de las economías dependientes de las exportaciones y hace peligrar las perspectivas de convergencia del ingreso entre las economías en desarrollo y las avanzadas. Proyectamos una desaceleración profunda y sincronizada en 2020, tanto en las economías avanzadas (-8%) como en las de mercados emergentes y en desarrollo (-3%; -5% si se excluye China). Se prevé que el impacto acumulado en el crecimiento del PBI de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, excluida China, en 2020-21 será mayor que en el caso de las economías avanzadas;
2) “A medida que los países reabren, el repunte de la actividad es desigual. Por una parte, la demanda reprimida está produciendo una escalada del gasto en algunos sectores como el comercio minorista; por otra parte, los sectores de servicios que requieren intenso contacto, como la hospitalidad, los viajes y el turismo, continúan deprimidos. Los países con una fuerte dependencia de esos sectores probablemente sientan un impacto profundo y prolongado;
3) “El mercado laboral se ha visto seriamente afectado y a una velocidad sin precedentes, particularmente en el caso de los trabajadores semicalificados y de menor ingreso, que no tienen la opción de trabajar a distancia. Como la actividad en sectores que exigen mucha mano de obra, como el turismo y la hospitalidad, se mantendría atenuada, la recuperación completa del mercado laboral podría tardar un tiempo, lo cual empeoraría la desigualdad de ingreso y ahondaría la pobreza; y
4) “Del lado positivo, la recuperación se beneficia de políticas de respaldo excepcionales, sobre todo en las economías avanzadas, y en menor medida en las de mercados emergentes y en desarrollo, que están más restringidas por el espacio fiscal. El apoyo fiscal mundial asciende actualmente a más de USD 10 billones, y la política monetaria se ha distendido drásticamente a través de recortes de las tasas de interés, inyecciones de liquidez y compras de activos. En muchos países, estas medidas han logrado apuntalar los medios de vida y evitar quiebras a gran escala, promoviendo por lo tanto la recuperación y ayudando a que no se formen tantas cicatrices duraderas”.
La recuperación se beneficia de políticas de respaldo excepcionales, sobre todo en las economías avanzadas, y en menor medida en las de mercados emergentes y en desarrollo, que están más restringidas por el espacio fiscal
Aún no se está fuera de peligro
“Dada la tremenda incertidumbre, las autoridades deberían mantenerse atentas y adaptar las políticas acorde con la evolución de la situación. Por el momento, debe continuar el sustancial respaldo conjunto de la política fiscal y monetaria, sobre todo en los países en los cuales se proyecta que la inflación se mantenga atenuada. Al mismo tiempo, los países deben asegurarse de que la rendición de cuentas y la transparencia en el ámbito fiscal sean adecuadas, y de que la independencia de la política monetaria no peligre”, alerta Gita Gopinath.
Los países deben asegurarse de que la rendición de cuentas y la transparencia en el ámbito fiscal sean adecuadas, y de que la independencia de la política monetaria no peligre
Justamente, este es uno de los puntos que más inquieta a muchos economistas locales, porque a la par que observan un severo deterioro de las finanzas públicas por la combinación de caída de los recursos tributarios y aumento del gasto, alertan por la laxa política de emisión y crecimiento de los instrumentos de regulación monetaria remunerados a una tasa muy superior a la que los bancos pagan por la captación de depósitos privados y cercana a la tasa actual de inflación.
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