Luego de más de cien días de aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), implementado por el Gobierno para hacerle frente a la pandemia del Covid-19, la actividad económica atraviesa una crisis con pocos precedentes en más de un siglo. Tal es así que las proyecciones de caída del PBI en la Argentina según el informe mundial de perspectivas del FMI ubica al país entre los que más van a sufrir en la región, con 9,9% de caída; y el último Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central profundizó a 12 por ciento.
Además en abril se registró la caída del PBI más profunda en 120 años por efecto directo de la cuarentena extrema, aunque el Gobierno destaca que el número de muertos por cada 100.000 habitantes ubican a la Argentina entre los menos afectados por la enfermedad.
El panorama sigue siendo incierto para pymes y trabajadores en todo el país, aunque principalmente en el área metropolitana si se considera que el presidente Alberto Fernández anunció un endurecimiento de la cuarentena desde el 1 hasta el 17 de julio. En este contexto, unos de los sectores más afectados son los trabajadores independientes, aunque algunos pudieron recurrir al uso de plataformas digitales para sostener su actividad y mantener sus ingresos.
Es el caso de docentes, artistas e instructores de disciplinas físicas que encontraron en las plataformas como Facebook, WhatsApp, Meet y Zoom, entre otras herramientas, la forma de poder continuar ofrecer sus clases y servicios.
Alfredo Genovese, uno de los grandes referentes de la técnica del fileteado porteño en el país, dio cuenta de los cambios que significó la pandemia en materia laboral teniendo en cuenta que sus clases y cursos anuales dictados en su taller tuvieron que ser suspendidos.
La ventaja de dar clases online es llegar a más gente. La desventaja es que la calidad de las clases es limitada y que se pierde toda la interacción que genera una clase presencial (Alfredo Genovese)
“El cambio más radical que se dio en mi trabajo fue no poder dar más clases presenciales y suspender mi viaje para dar dos workshops en Europa en mayo y junio. El resto del mi trabajo a pedidos lo desarrollo en mi taller”, dijo a infobae.
En ese sentido, contó que si bien no está dando clases a través de las plataformas virtuales, cuenta con un curso arancelado de fileteado en la plataforma Domestika, en la que distintos profesionales con diferentes perfiles comparten sus trabajos y conocimientos.
“En el caso de mi curso online con la pandemia tuve muchísima más demanda. Durante abril vendí la misma cantidad de cursos que en el último semestre del año pasado. En cuanto a la demanda presencial, sigue estando y los interesados me han dicho que esperan a que pase todo esto”, remarcó.
Para Genovese, dar clases online implica buscar recursos técnicos y didácticos que le permitan enseñar el fileteado a distancia, lo cual considera que no es fácil. “Explicar la técnica de pintura y dibujo es complicado si no tenés equipamiento, iluminación, secuencias de planos, cosas que son muy difícil de lograr con solo un teléfono y conexión de internet”, afirmó.
Y agregó: “La ventaja de dar clases online es llegar a más gente. La desventaja es que la calidad de las clases es limitada y que se pierde toda la interacción que genera una clase presencial”.
En cuanto al trabajo a distancia, sostuvo Genovese que desde hace años realiza diseños fileteados que envía a sus clientes por internet, algo ventajoso porque se cobra en dólares. “Yo creo que con el tiempo será una modalidad en crecimiento”, consideró.
Matías Montali, músico y docente, dijo a infobae: “la diferencia en esta situación de pandemia es que todo lo que hacía de manera presencial lo tuve que pasar a hacer en forma virtual”.
Con respecto a dicha mutación destaca puntos a favor y en contra: “Trabajaba tres veces por semana en Capital Federal y ahora estoy todos los días en mi casa. La ventaja es que no tengo que viajar ni gastar plata en transporte o en nafta. Tampoco tengo que pagar el alquiler de un lugar para dar las clases. Lo negativo es que estar en tu casa todo el día puede resultar algo alienante”.
Si bien la modalidad de clases virtuales ya era parte de su trabajo, con el advenimiento del coronavirus vio potenciado su trabajo. “Yo ya venía trabajando de manera virtual porque tengo algunos países en otros países como en Alemania. Y daba clases a alumnos acá de otras provincias. Cuando arrancó la pandemia el 20 de marzo fue un poco extender ese sistema de dar clases virtuales. Mis alumnos respondieron bien a esta modalidad. Mantuve a todos y tuve más demanda. Como hago videos por mi canal de Youtube ´PlayTheGuitarra´, muchas más personas pudieron verlos al tener más tiempo libre y así sumé más alumnos”, afirmó.
Asimismo, aseguró que el principal problema a la hora de dar clases de guitarra es el de las conexiones de internet. Muchas veces la conectividad es precaria y a veces se puede cortar la conexión.
Un problema es el de los pagos, dado que mucha gente no está bancarizada (Matías Montali)
Otro problema con el que tuvo que lidiar es el de los pagos dado que mucha gente no está bancarizada. “Antes te pagaban en efectivo y ahora no saben cómo pagarte. Al principio de la pandemia tuve algunas demoras con los pagos porque las personas no querían salir de sus casas y tenían problemas para transferir desde una cuenta bancaria. Ahí queda al desnudo la falta de bancarización que existe en el país”, planteó Montali.
Tomás Sasson, licenciado en Filosofía y Letras y tallerista de un espacio de literatura denominado “Rampante”, contó a Infobae: “a raíz de la pandemia de coronavirus tuve que cambiar de formato para pasar de la modalidad presencial a una digital sin una disposición previa con la virtualidad”.
El paso a la virtualidad fue útil porque abrió posibilidades de cruzar grupos con gente de distintos lugares de Buenos Aires, de Argentina y también de Chile (Tomás Sasson)
“Eso fue un cambio radical sobre todo porque hubo gente que no pudo subirse al uso, a la plataforma, a lo que fue la virtualidad, mientras que otras personas que no eran parte sí pudieron hacerlo. Hubo una especie de recambio en el que la demanda fue superior”, analizó Sasson.
“Fue útil, también abrió posibilidades de cruzar grupos con gente de distintos lugares de Buenos Aires, de Argentina y también de Chile”, explicó.
En ese orden, destacó que antes tenía grupos más pequeños, y cada quince días. Mientras que en la actualidad los mismos pasaron a ser semanales dado que “hay mucha gente apostando a un espacio de defensa, una especie de refugio, o para pensar”.
Para Sasson, la gran ventaja es que hay mucha gente que se acercó por primera vez a un taller de literatura, o un encuentro de literatura y se quedó. “En este momento, no sé si se van a quedar el año que viene pero en este momento algo de la ficción se vuelve necesaria”, concluyó.
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