“Le queremos dar a conocer que Gramercy, Fintech, Greylock y Oaktree apoyará su oferta”, anunció un email que recibió Martín Guzmán en su celular y que firma RK, las iniciales de Robert Koenigsberger, líder del fondo Gramercy.
El ministro de Economía sonrió con la noticia, pero a continuación la incertidumbre sobre la reestructuración de la deuda volvió con toda su carga política: “Nosotros tenemos dificultades en lograr que ACC (Comité de Acreedores de la Argentina) formalmente se sume debido a problemas o desafíos de gobernabilidad”, añadió Koenigsberger en su mail enviado desde Estados Unidos.
Si bien el apoyo de Fintech y sus aliados no deja de ser una buena noticia, los fondos más grandes y con capacidad de bloqueo –es decir, con tenencias que sumadas les permitirían impedir un canje exitoso– se muestran todavía muy lejos de un acuerdo.
En este sentido, los grupos de acreedores privados Ad Hoc y Exchange explicitaron en un duro comunicado qué piensan acerca de la estrategia que ejecutan Alberto Fernández y Guzmán para lograr un deal exitoso.
El Presidente y su ministro de Economía se inclinaron por apalancar las negociaciones con Fintech y sus socios, y ese movimiento fue repudiado por BlackRock y sus aliados que tienen muchísimo poder e influencia en Wall Street y Washington.
En un comunicado de última hora, los grupos Ad Hoc y Exchange señalaron que no había “ningún compromiso significativo” entre ellos y el gobierno del país desde el 17 de junio, cuando se estancaron las conversaciones para reestructurar alrededor de 65.000 millones de dólares en deudas.
Los grupos de acreedores Ad Hoc y Exchange –liderados por BlackRock y Monarch, entre otras firmas influyentes– dijeron en una declaración conjunta que la “falta de compromiso serio de las autoridades argentinas es profundamente preocupante”.
En términos simples, la comunicación de BlackRock y sus aliados implica que, si no hay un acuerdo con ellos, Argentina puede caer en default antes que concluya el invierno.
La tensión de Ad Hoc Bondholder y Exchange Bondholder se apoya en dos razones básicas, explicaron a Infobae voceros de esos grupos que reúnen a poderosos fondos de inversión. En primer lugar, no están satisfechos con la oferta informal que diseñaron Alberto Fernández y Guzmán durante el último fin de semana. Y en segundo término, a estos acreedores privados no les gustó que la iniciativa fuera girada por UBS, un banco que trabaja para Fintech y sus aliados en la negociación.
“Nosotros tenemos diferencias con Guzmán, y pedimos hablar directo con el Presidente. Y ahora nos encontramos que nos comunican informalmente de una oferta extraoficial a través de un banco (UBS) que trabaja para otros acreedores. A esta altura creo que entienden poco, o de verdad, quieren ir al default”, explicó a Infobae un vocero de un fondo de inversión que opera en Wall Street.
Al otro lado de la mesa de negociación, un miembro del gabinete que viaja todos los días desde la Plaza de Mayo a Olivos replicó con vehemencia: “Alberto (Fernández) ya dijo que esta es la última oferta. Y así será. Ya sumamos a los socios de Fintech y en los próximos días vamos a presentarnos de nuevo ante la SEC. Ellos (por BlackRock y sus aliados) nos corren todos los días el arco. Y nosotros dijimos hasta acá. Ahora que muevan ellos. La oferta es la que transmitió UBS. Y ese fue un pedido que hizo Guzmán. No hay secretos”, precisó el vocero del Poder Ejecutivo a este periodista.
Los que aceptaron
Gramercy, Fintech, Greylock y Oaktree aceptaron la oferta informal presentada por Guzmán y distribuida por el UBS. Esa iniciativa fue rechazada por los grupos Ad Hoc y Exchange y tomada con muchísimos recaudos por ACC (Comité de Acreedores de Argentina), que es aliado de Fintech, una pieza clave en la construcción de consensos que empujan Alberto Fernández y Guzmán para evitar una demanda de default en los tribunales de New York.
Si Koenigsberger –líder de Gramercy– ya informó al ministro de Economía que sus socios de ACC aún no adhieren a la propuesta formal, es obvio que Guzmán tendrá que remar continuo para lograr que su última oferta tenga los niveles de adhesión necesarios para cumplir con las Cláusulas de Acción Colectivas (CAC) previstas en los bonos de 2005 y 2016.
La reticencia de ACC y la negativa de Ad Hoc y Exchange desnudan que la última movida de Guzmán avalada por Alberto Fernández sirvió para poco. El ministro de Economía aún no sumó a los principales acreedores privados y el tiempo vuelve a jugar en contra.
A esta altura del día, sólo cuenta con el apoyo explícito de Gramercy, Fintech, Greylock y Oaktree, además de los fondos que ya adhirieron en la primera oferta oficial. “Nosotros estamos juntos en esto. Esperamos trabajar unidos para que otros se suban al bote”, alentó Koenigsberger a Guzmán al cierre del correo personal que envió hace pocas horas.
El ministro agradeció la confianza del líder de Gramercy. Pero sabe que no alcanza. Se trata de sumar votos de los bonistas más que contar gestos de buena voluntad.