Aunque había prometido terminar con “el festival de las Leliq” durante la campaña electoral, en lo que va del gobierno de Alberto Fernández sucedió todo lo contrario. Nunca como en estos meses el Banco Central emitió tantos títulos, que son utilizados para regular la cantidad de pesos que emite la entidad para financiar el Tesoro.
El crecimiento del stock de Leliq está en relación directa con la expansión monetaria récord por parte del BCRA: en lo que va del año ya suma 1,1 billones de pesos, entre adelantos transitorios ($300.000 millones) y transferencia de utilidades ($800.000 millones).
Según cálcula el economista Luis Secco, el stock de Leliq llegará a fin de año a nada menos que 3 billones de pesos, prácticamente el doble que el nivel actual (1,6 billones). Esto significa que requerirá a su vez el pago de intereses por cerca de 1 billón de pesos a los bancos.
Esta lógica de emisión de pesos, posterior absorción y pagos millonarios de intereses había sido duramente criticada por el Presidente a lo largo de toda la campaña presidencial. Fue prácticamente su “caballito de batalla” en los meses previos a los comicios. La tasa que llegó a pagar el titular del BCRA, Guido Sandleris, llegó en su momento al 70%, casi el doble que la actual.
Esta masiva emisión de Leliq fue una respuesta obligada y urgente por parte del titular del Central, Miguel Pesce. El objetivo es que la millonaria emisión de pesos para hacer frente al aumento del gasto por la cuarentena no vaya directamente a los precios, es decir no presione sobre la inflación.
Al revés de lo que había prometido en campaña Alberto Fernández, el primer semestre del año estuvo marcado por una millonaria colocación de Leliq por parte del Central. Fue la respuesta para absorber la mayor parte de los pesos emitidos para financiar al Tesoro ante la crisis del coronavirus.
Claro que todavía resulta muy prematuro para determinar si la estrategia será realmente exitosa. En el corto plazo la inflación se mantiene bajo control, debido a la fuerte recesión en medio de la cuarentena, pero también por el congelamiento de servicios públicos, alquileres y precios máximos en 2.200 productos en supermercados.
En el corto plazo la expectativa es que la inflación se mantenga relativamente bajo control, teniendo en cuenta además los fuertes controles en el mercado cambiario, que llevan a una suba muy suave del dólar. La cotización viene subiendo de manera muy suave, en el orden del 2,5% mensual.
El déficit fiscal primario llegaría este año al 6%, pero sumando los intereses de la deuda en pesos rozaría el 10%. Se trata de un nivel que no se veía desde 1989.
En semejante escenario de gran déficit fiscal por el aumento del gasto y la falta de recaudación, la incógnita es hasta qué punto el Central podría mantener la inflación bajo control. La necesidad de “monetizar” el rojo fiscal en casi un 100% le impone una presión y a su vez un riesgo mayúsculo a la política monetaria.
El millonario pago de intereses que representa este crecimiento tan rápido de las Leliq también agrega mayor presión a la inflación. Ahora la tasa del 38% anual en pesos es positiva, teniendo en cuenta la desaceleración de los precios en los últimos meses. El riesgo es que en la medida que empiece a sentirse un incremento inflacionario o que el dólar oficial acelere su ritmo de aumento, esa tasa podría quedar retrasada y presionaría al BCRA a un mayor ajuste.
En los próximos 60 días el escenario se mantendría en una situación parecida. El rojo fiscal seguirá siendo muy elevado y la emisión de pesos continuará a ese ritmo, por lo que sería inevitable un crecimiento sostenido del stock de Leliq. Pero las tensiones por este aumento de la cantidad de dinero podrían aparecer posiblemente hacia finales del tercer trimestre, a medida que la actividad económica empiece a normalizarse.
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