En las últimas horas, Alberto Fernández recibió llamadas telefónicas de los principales fondos de inversión de Wall Street y decidió abrir una nueva ventana de negociación para lograr un acuerdo que permita evitar un juicio multimillonario por default contra la Argentina, revelaron voceros de los acreedores privados que dialogaron con el Presidente en Olivos.
En este contexto, Fernández le ordenó a Martín Guzmán que inicie una nueva ronda de conversaciones con los bonistas para encontrar una solución que pueda satisfacer los intereses de ambas partes. La estrategia del Gobierno consiste en mantener 49,90 dólares del Valor Presente Neto (VPN) de los bonos a canjear, y permitir a los acreedores privados que presenten alternativas financieras que contribuyan a preservar sus propios intereses económicos.
La estrategia oficial frente a los bonistas es fácil de explicar: se preservará el VPN de 49,90 dólares, que respeta las conversaciones previas con Kristalina Georgieva, y en el interlineado de la oferta consensuada se cumpliría con ciertos pedidos presentados con insistencia por los acreedores privados. Con este artilugio, sujeto a la decisión política de Olivos, ese VPN de 49,90 dólares podría llegar, en realidad, a 53 dólares.
Guzmán fue empoderado –de nuevo– por el jefe de Estado, pese a los constantes reclamos de los fondos de inversión, que no tienen buena relación con el ministro de Economía. Fue una decisión política que se asumió en Olivos para evitar fisuras en el momento más crítico de las conversaciones con los acreedores privados.
Alberto Fernández ya se enteró que los fondos de inversión abrieron una línea de negociación entre ellos para encontrar una propuesta de consenso. Sergio Massa, titular de la Cámara de Diputados, está jugando un papel clave en esta instancia de las negociaciones. Massa utiliza sus contactos en Wall Street y Londres, y tiene diálogo constante con Olivos para aportar su perspectiva sobre este asunto tan delicado.
BlackRock y Ashmore son dos fondos de inversión poderosos que tenían una posición durísima y enfrentaron sin respiro a Guzmán. Ahora, la relación se encaminó y están más proclives a encarar una nueva negociación y postergar hacia adelante su eventual táctica de enjuiciar a la Argentina por default.
Si el cronograma fijado por Fernández no cambia, el Ministerio de Economía anunciará que se extiende el plazo de negociaciones hasta el próximo 26 de junio. Un tiempo suficiente para que se cierre un deal que incluya los intereses políticos, financieros y económicos de ambas partes.
En caso contrario, si la ventana de negociación se cierra, Alberto Fernández continuará con su estrategia de tres variables:
1. Hacer oficial la oferta que se dio a conocer el miércoles, cuando fracasaron las negociaciones.
2. No presentar ninguna oferta y levantar la propuesta que ya está registrada en la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).
3. Cerrar la oferta vigente y ejecutar el canje con los bonistas que ya entraron.
En Olivos hay cautela. Una actitud que se repite en New York y Londres. Los acreedores privados ya avanzan en todos los frentes y diseñan una ecuación financiera que debería terminar en una oferta consensuada.
Es lo que espera Alberto Fernández para decidir si avanza o no con la nueva propuesta de los fondos de inversión. La oferta llegaría mañana a la quinta presidencial, y estaría bajo análisis todo el fin de semana. Las dos partes buscan tablas.
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