La Argentina sigue en el limbo. Los precios de los bonos, la baja de la Bolsa y la quietud del dólar marcan un clima parecido al de la quietud del cazador a la espera de la presa. En este caso, son los inversores que se ubicaron en un rango medio de precios mientras aguardan como se resolverá el tema de la negociación de la deuda y el destino de la cartera de Economía, un rumor que inundo las cuevas de la City. Salir del default es condición necesaria, pero no suficiente, para que no se termine de derrumbar la economía del país.
Y eso es así, porque el país le agregó a la pandemia global, su propia pandemia: la expropiación de Vicentin. Mientras la Reserva Federal de los Estados Unidos les compra bonos a las empresas, la Argentina se abalanza sobre las acciones de Vicentin, en vez de dejar que el concurso preventivo avance. En Estados Unidos, la compra de bonos, que son préstamos a empresas a tasa casi cero, es para que no lleguen al concurso preventivo y tengan que soportar daños irreparables. Nadie como ellos tiene claro que las empresas en manos del Estado no son una solución.
Han llegado a extremos de darles oportunidades fuera de libreto. Todavía se recuerda a Chrysler cuando estuvo al borde de la quiebra y el Gobierno le dio un cheque de USD 1.500 millones que, al tiempo, el presidente de Chrysler, Lee Iacocca, devolvió con la empresa recuperada que fue un ejemplo para la industria automotriz norteamericana que venía siendo avasallada por la japonesa. La democracia en Estados Unidos también funciona para las empresas.
Esa diferencia se ve en las acciones de los operadores de ambos países. Allá siguen apostando a las Bolsas, porque están seguros de que la economía se recuperará. En la Argentina, pasado el Covid-19, se imagina a un país que comienza a reconstruirse, que no es lo mismo que recuperarse, como si hubiera pasado una guerra. Vicentin dejará una marca que impedirá que lleguen las inversiones que se necesitarán para que la economía recupere su tamaño anterior.
Aunque el Congreso la salve de la expropiación, la inseguridad jurídica será un sello indeleble en el futuro que influirá en los precios de los bonos locales que cotizarán con paridades bajas y tasas de retorno muy elevadas. En otras palabras, se podrá salir del default, pero el riesgo país seguirá elevado.
Es curioso, que en vez de premiar a los sectores que aportan divisas y valor agregado (más empleos), se cierna sobre ellos la doble amenaza de más impuestos o de la estatización de la empresa.
El caso Massuh
El Gobierno debería recordar la historia que protagonizó con la papelera Massuh de la que se hizo cargo en mayo de 2009 para evitar la pérdida de 600 empleos. Un fideicomiso del Banco Nación aportó el capital para que vuelva a funcionar y se utilizó dinero del fondo de los jubilados para reforzar la ayuda. La empresa adeudaba $ 67,5 millones. Al año siguiente cerró y en 2013 se vendió a una empresa privada que la pagó haciéndose cargo de la deuda que ya era de $ 180 millones. Adentro quedó el aporte del Banco Nación y se perdió el dinero de los jubilados. El Gobierno parece incapaz de relacionar esa experiencia con Vicentin.
Lo cierto es que lo bonos de la deuda, estuvieron equilibrados porque el mercado cree que están en un nivel donde no se puede arriesgar. Y más cuando hay rumores de toda clase que incluyen hasta la renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán. Los bonos con legislación argentina perdieron hasta 1,78% como fue el caso del Bonar 2020. Los títulos con legislación de Estados Unidos de largo plazo, que son los que marcan el ritmo del riego país, perdieron hasta 2,78%. De todas maneras, el riesgo cedió apenas 55 unidades a 2.518 puntos básicos.
El dólar en bancos y casas de cambio subió 85 centavos y cerró a $ 72,68 lo que da un dólar solidario de $ 93,92. El dólar mayoritario recuperó todo el retraso devaluatorio que comenzó el jueves pasado y subió 24 centavos a $ 69,62. Los 24 centavos se componen de los 3 centavos que restó el jueves y el viernes de la devaluación cuando bajó el ritmo de 9 a 6 centavos diarios. Además, le sumó los 9 centavos que corresponden al feriado del lunes y los 9 centavos del martes, lo que dio el total de 24 centavos que subió el martes el dólar. De todas maneras, el tipo de cambio para exportar sigue atrasado y favorece a los importadores.
Las reservas del Banco Central crecieron 44 millones a USD 43.171 millones. Pese al crecimiento, los depósitos en dólares siguen en baja. En mayo terminaron con un promedio de USD 17.200 millones y actualmente están en USD 16.860 millones. El goteo se debe a que las empresas deben utilizar dólares propios para hacer frente a sus obligaciones, sin acudir a préstamos del Estado. El “efecto Vicentin” está haciendo mella en los depósitos.
Los dólares alternativos, tuvieron otra rueda de baja. El dólar Bolsa perdió 72 centavos a $105,31 y el contado con liquidación, 15 centavos a $109,12.
La Bolsa con menos negocios a lo habitual -$1.006 millones- soportó una pérdida de 1,68% en el S&P Merval, el índice de las acciones líderes. Los bancos, nuevamente, soportaron las mayores bajas por las dudas que genera la negociación de la deuda externa. BBVA perdió 3,89%; Supervielle, 3,82%; Macro, 3,21% y Galicia, 2.30%.
Los ADR’s argentinos -certificados de tenencia de acciones que cotizan en dólares en Wall Street- tuvieron una jornada regular donde se mezclaron bajas y alzas, con leve predominio de estas últimas. Lo mejor pasó por IRSA Propiedades Comerciales (+5,12%), Edenor (+4,46%) y MercadoLibre (+2,84%).
Hoy seguirá la cautela y las acciones pueden seguir heridas. No hay motivos para la euforia. Existen demasiadas dudas sobre el futuro de la economía. Para los inversores, en estos momentos pesa más lo que sucederá en algunos cargos que la pandemia.
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