El Gobierno explicó la decisión de avanzar con la intervención de la agroindustrial Vicentin y con el envío de un proyecto de ley para su expropiación en la posibilidad de transformarla en una empresa “testigo en el mercado de granos y testigo en el mercado de cambios”.
La empresa es la sexta exportadora agroindustrial del país, con 8,4 millones de toneladas exportadas en 2018 y 2019, el 9% del mercado. Pero además, le permite transformarse en un jugador en el mercado cambiario, la empresa volcó USD 3.000 millones en liquidaciones de exportaciones. En momentos de escasez de divisas y reservas blindadas por trabas a las importaciones muy costosas en materia de actividad económica, en el Gobierno confían que al poner un pie en ese mercado pueden impulsar la oferta de dólares en el mercado cambiario, en los momentos en el que el resto del sector agropecuario prefiere el silobolsa y esperar a mejores condiciones.
La pregunta entonces que desde el sector agropecuario se hacían operadores del mercado, empresas y productores era qué tanto poder puede obtener el Gobierno al poner un pie en el negocio de la exportación de granos.
Las respuestas estaban divididas. El temor de algunos de los operadores era la posibilidad de una reedición de la Junta Nacional de Granos creada después de la crisis del 29 y que establecía los precios a los que podían vender los productores.
Pero el poder de fuego que heredaría el Gobierno de parte de Vicentin en caso de lograr aprobar la ley de expropiación y de sortear las dificultades legales que pueden llegar a interponer sus actuales dueños no sería tan grande como para digitar al mercado.
El año pasado la exportación de cereales alcanzó liquidaciones de exportaciones por USD 23.700 millones, si se toman sólo las ventas informadas por los miembros de la Cámara de la Industria Aceitera-Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC), de la que Vicentin forma parte. La cámara no hace público el detalle de ventas de cada uno de sus miembros, pero en base a datos de la Bolsa de Rosario que se enfoca en toneladas vendidas se puede estimar que la empresa explicó unos USD 3.000 millones de esa oferta de divisas en el mercado cambiario.
Es aproximadamente el 9% del mercado de granos y una porción aún menor de exportaciones que el año pasado estuvieron apenas por debajo de los USD 65.000 millones en total.
“Podría digitar el ritmo de liquidación de las exportaciones de la propia empresa y, dada la necesidad, pagar un poco por encima a los productores para apurar ventas al exterior en momentos en que están reteniendo cosecha, quizás, en ese sentido, ganar algo de participación en el mercado”, dijo un broker de Matba-Rofex que prefirió no ser identificado. “Algún grado de incidencia puede tener de esa manera, modificando los precios a los que se opera”, agregó.
Sin embargo, la opinión generalizada es que el poder de fuego -al menos de mercado- será limitado.
“Puede desviarse del precio del mercado por un tiempo, quizás apurar en un momento dado algo de la liquidación de dólares de la cosecha, pero no lo puede sostener por mucho tiempo al precio diferencial sin que le genere un quebranto”, añadió un economista de una de las instituciones más importantes del mercado de granos, que también prefirió el anonimato.
“No parece una incidencia enorme, pero si a algo que puede sacar al Gobierno de alguna situación puntual. Por ejemplo, en la cuarentena el Banco Central vendió USD 1.500 millones de reservas por la suba del paralelo, el freno a la liquidación de exportaciones y el adelanto de importaciones. Para el mercado eso no es mucha plata, esos puntos los podés llegar a salvar con una empresa de este tamaño”, agregó.
El ritmo de liquidación de divisas de exportadores, que en momentos de expectativa de devaluación tiende a detenerse, es una de las obsesiones del hoy ministro Matías Kulfas a la hora de analizar problemas cambiarios.
“No lo entienden como un problema macro, que no hay instrumentos en pesos que le ganen a la inflación ni un mercado de inversión local. Retrasar la venta de la cosecha es una forma de ahorro de productores que ven que obtener pesos por su producción a veces no tiene sentido si no es necesario para un gasto inmediato, es sólo que no tienen dónde ahorrarlo”, dijo el mismo economista.
Entre los pares de Vicentin, mientras tanto, agregan que el poder de fuego ya se redujo cuando recientemente la compañía, ya en problemas, vendió una fracción de su operación a la suiza Glencore en la planta de Renova, la mayor planta de procesamiento de soja del país.
“La joya de la flota era Renova, y hace poco Vicentín vendió parte de sus acciones para quedarse con el 23% de esa empresa, el resto se lo vendió a Glencore. El Estado será, a lo sumo, una opinión más en esa parte de la empresa, la principal”, dijeron.
“De hecho, nos alegra que como socio de Renova pueda experimentar en forma directa lo difícil que es la operación del sector con condiciones cambiarias e impositivas totalmente contrarias a la exportación”, se burlaron.
En un banco, mientras tanto, entienden que la medida no busca otra cosa más que aumentar la capacidad de exportación de la empresa con el objetivo de tener el control del momento en el que los dólares se liquidan. Pero en cuanto al peso en el mercado cambiario, entienden, puede ser limitado.
“Si está bien administrada, pueden digitar los tiempos, pero no todo el mercado”, dijeron. “La principal ventaja que les da es la de poder ver al mercado, algo que siempre les faltó, que es tener el ritmo de cómo se vende, cuándo, cuánto y en qué precios, qué están haciendo los demás y en base a eso a lo sumo habilitar más información para control, pero no una junta de granos”, dijeron.
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