La negociación de la reestructuración de la deuda con los bonistas bajo legislación extranjera compite en cantidad de prórrogas de la fecha para el cierre con la de la cuarentena por la pandemia de la COVID-19 que afecta a la totalidad de los aglomerados urbanos con más de 500 mil habitantes, y en menor medida en el resto del país, ahora hasta el 12 de junio en el primer caso (empezó más tarde) y el 21 de junio en el segundo.
Ese no es sólo el único punto de coincidencia entre los efectos de la prolongación de la negociación de la deuda y la cuarentena, sino también lo son sus efectos nocivos sobre la marcha de la economía y del empleo, porque impide encontrar fórmulas más rápidas para comenzar a revertir la profunda recesión y empezar a sanear las cada vez más debilitadas finanzas públicas.
Frente a esa realidad, algunos economistas, como Julio Piekarz, ex gerente general del BCRA y consultor de empresas locales y del exterior, principalmente, dijo en una entrevista con Infobae: “La pandemia, con el consecuente estallido del gasto público, puso ahora al Banco Central bajo lo que podemos llamar ´ultra dominancia fiscal’, porque la emisión es la única fuente de financiamiento que tiene hoy la Argentina, y ha transferido “, un enorme volumen de fondos al Tesoro”. De ahí que consideró clave un rápido acuerdo para la reestructuración de la deuda para buscar otras fuentes de asistencia al sector público.
- ¿Cómo ve el proceso de renegociación de la deuda pública bajo legislación extranjera?
- Innecesariamente lento, y con un default que pudo evitarse. Mi escenario base es que el Presidente se inclina por llegar rápidamente a un acuerdo. Pero se perdieron meses valiosos, y Argentina fue débil a la negociación. Sin programa y refinanciación de la deuda con el FMI, sin revisión del Art. IV, sin mostrar un programa económico de estabilización y crecimiento, aun prepandemia. Y con una propuesta inicial muy baja y desprolija, que tuvo un rechazo mayoritario previsible.
- El FMI aparece como un actor activo en el respaldo de la propuesta del Gobierno argentino, porque lo considera consistente con “el restablecimiento de la sostenibilidad de la deuda con alta probabilidad” ¿Comparte ese criterio, habida cuenta de que el Ministerio de Economía no ha presentado un plan integral de política para el corto y mediano plazo?
- El FMI no tiene fuertes credenciales en sostenibilidad de la deuda. En el stand by de junio de 2018 dijo que la deuda era sostenible, y esperaba que el acuerdo fuera precautorio porque los mercados volverían enseguida a financiar a la Argentina, lo que por supuesto no ocurrió.
El FMI no apoyó la propuesta inicial de Argentina, sino la segunda, más prolija y claramente mejorada, e incluso ha sugerido que aún hay un margen adicional para aumentarla.
Y también hay que aclarar que en su Nota Técnica sobre sostenibilidad, el FMI sugiere un alivio en el flujo de caja de los pagos de deuda entre 2020 y 2030, no un valor especifico de quita. Tanto la segunda propuesta de la Argentina como las contrapropuestas de los acreedores son bastante compatibles con ese pedido.
- En un tuit destacaba: “viendo la nueva contrapropuesta mejorada de los fondos de inversión, creo que la propuesta del ministro incurre en la falacia de innecesario sobre énfasis en la consistencia intertemporal” ¿Por qué?
- Aun con el alivio de la reestructuración, la sostenibilidad de la deuda reprogramada dependerá de la calidad de las políticas monetarias, fiscales y cambiarias de la Argentina. La propuesta original de Martín Guzmán implica muy poco esfuerzo fiscal para generar a futuro un superávit fiscal primario digno, y muy poco interés en lograr el reacceso a los mercados para que a partir de algún momento refinancien los vencimientos, dejando así mayores recursos para poder crecer.
Es una posición extrema que lleva al pésimo negocio de ir al default en vez de esforzarse en desarrollar políticas monetarias y fiscales prudentes que atraigan la inversión financiera y real y promuevan las exportaciones.
La propuesta original de Martín Guzmán implica muy poco esfuerzo fiscal para generar a futuro un superávit fiscal primario digno, y muy poco interés en lograr el reacceso a los mercados para que a partir de algún momento refinancien los vencimientos, dejando así mayores recursos para poder crecer
- ¿Qué implicancias sobre la economía de las empresas y familias cabe esperar luego de un esperado proceso de reperfilamiento de los vencimientos de la deuda pública?
- A corto plazo permitirá una recuperación más rápida a la salida de la pandemia, que igual será algo más lenta de lo deseable. A más largo plazo, bajará el riesgo de rollover que permanentemente ha generado desestabilización financiera y pérdida de actividad y empleo. Las provincias podrán refinanciar sus deudas y las empresas recuperar el crédito comercial y acceder a financiamiento para inversiones.
- En la última semana el Banco Central cumplió 85 años desde su creación con los objetivos de “promover la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera entra el empleo, y e desarrollo económico con equidad social”. Sin necesidad de recordar los factores que hicieron que en la mayor parte de ese período no se honraran esos principios ¿Cómo ve hoy a la institución, y en particular las últimas medidas destinadas a orientar el crédito, agudizar el control de cambios, e incurrir en un creciente financiamiento al Tesoro con Adelantos Transitorios crecientes y giro de super utilidades, por cambios en los criterios de valuación de sus activos?
- Con muy pocas excepciones el Banco Central ha sido por décadas víctima de la “dominancia fiscal”, es decir de las necesidades del Tesoro. En 2016 y 2017, para no ir más lejos, financió generosamente al Tesoro, además de incurrir en un déficit cuasi fiscal del orden de 2% del PBI, que tiene el mismo origen. Y en 2019, en forma incipiente, volvió a hacerlo.
La pandemia, con el consecuente estallido del gasto público, puso ahora al Banco Central bajo lo que podemos llamar “ultra dominancia fiscal”, porque la emisión es la única fuente de financiamiento que tiene hoy la Argentina, y ha transferido un enorme volumen de fondos al Tesoro.
A partir de abril, por los aumentos de las brechas cambiarias y los temores inflacionarios, el Banco Central comenzó una política agresiva de absorción vía pases y Leliq. Con lo que gran parte del mayor déficit fiscal esta siendo financiado indirectamente por el sistema financiero. La consecuencia es que agravó la “estatización” del crédito del sistema financiero, y más del 70% de los depósitos privados en pesos están financiando al sector público, con el corolario además de desplazar el crédito al sector privado.
No hay gran margen adicional para esta política, y se descuenta que a medida que se salga de la pandemia el Banco Central tendrá el desafío de absorber esa emisión que en el corto plazo demora su efecto sobre la cotización del dólar y el nivel general de precios, por la multiplicación de controles que hay sobre ambos, pero sabiendo que la presión seguirá y por algún lado se seguirá manifestando.
El riesgo inflacionario se agravó con la resolución del Banco Central que limita el acceso al mercado oficial de cambios a los importadores. Es una cuasi devaluación, y el sistema de precios, parcialmente, se irá adaptando a un tipo de cambio mayor para las compras externas.
Con muy pocas excepciones el Banco Central ha sido por décadas víctima de la “dominancia fiscal”, es decir de las necesidades del Tesoro
- ¿Por qué la abultada emisión de pesos destinada a financiar el déficit fiscal es rápidamente absorbida a través de instrumentos de regulación monetaria, como las Leliq con un costo de 38% anual? ¿Es un buen mecanismo, o existen otros más eficientes?
- El mejor mecanismo para absorber la emisión es la colocación de deuda del Tesoro. El ministro de Economía manifestó el objetivo de recrear el mercado de deuda pública en pesos, pero eso se demoró parcialmente por varias desprolijidades ocurridas en el proceso, y que se fortalezca depende de que se acuerde la reestructuración de la deuda en moneda extranjera -local e internacional-, mejore la recaudación de impuestos a medida que se salga de la pandemia, se logre contener las expectativas inflacionarias y mejoren las cuentas externas.
- Más allá del efecto negativo de la pandemia de la COVID-19 sobre las finanzas públicas, porque el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, en particular en los grandes aglomerados urbanos donde se concentra la actividad productiva, comercial y el empleo, debilitó al extremo los recursos tributarios y potenció el gasto en asistencia social ¿Cómo ve el resto de las cuentas públicas, en particular las partidas destinadas a subsidios económicos y salarios de la administración central?
- Las cuentas fiscales tienen en medio de la pandemia un doble castigo, por caída de la recaudación real y fuerte aumento del gasto. La recuperación de la recaudación depende de acelerar una salida inteligente y sanitario compatible de la pandemia. Eso demorará, igual que la normalización del gasto, sobre todo si la recuperación post pandemia es lenta. Por eso es tan importante recuperar el mercado de deuda en pesos y cerrar la reestructuración, para ver si es posible acceder a financiamiento de otras fuentes que no sean el Banco Central.
- ¿Y el frente externo? ¿La economía argentina requiere más o menos control de cambios?
- Cuanto menor es la calidad de la política económica y la confianza, mayores son los controles de cambios. La pandemia, con sus necesidades impostergables, nos ha nublado en parte la visión de cuál sería el programa económico del gobierno. Pero se percibe un sesgo a buscar la desdolarización vía controles, que no es lo óptimo, excepto en circunstancias extraordinarias. Esperemos que pos pandemia se de ponderación a políticas que generen confianza y, en la línea de lo que dijo el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, se desactiven los controles.
Se percibe un sesgo a buscar la desdolarización vía controles, que no es lo óptimo, excepto en circunstancias extraordinarias. Esperemos que pos pandemia se de ponderación a políticas que generen confianza
- ¿Qué vida le ve a los tipos de cambios múltiples y alternativos? ¿Qué efectos generan en el presente y a futuro sobre la economía real?
- Perjudican la asignación eficiente de recursos, generan confusión en el sistema de precios, no permiten que se manifiesten los desequilibrios, y desalientan las exportaciones y la inversión, tanto externa como doméstica. Es exactamente lo contrario de lo que se necesita para afianzar la sostenibilidad de la deuda luego de la reestructuración. Más allá de cualquier flexibilización que haga el Banco Central, creo que las limitaciones a las compras para atesoramiento seguirán por bastante tiempo.
- Las reservas de divisas en el Banco Central se redujeron al filo de los USD 40.000 millones en términos brutos, pero las de libre disponibilidad, incluyendo las tenencias de oro, habrían caído debajo de USD 10.000 millones ¿Qué significan esos valores?
- Esa cifra incluye los encajes que los bancos mantienen en el Banco Central por los depósitos en moneda extranjera, que no deben computarse bajo ningún concepto. Las que corresponden al swap con China habría que ponerlas a prueba si llegara una circunstancia. Las reservas líquidas de libre disponibilidad son bajas para lo que necesita la Argentina, y por ello es urgente cerrar el tema deuda externa pública y como mínimo reorientar el programa económico hacia la expansión de las exportaciones, el regreso de la inversión, y la estabilidad no artificial de nuestra moneda.
- ¿Una reflexión final?
- No hay un futuro promisorio sin un programa serio de Estabilización, Reforma estructural y Crecimiento, que subordine los intereses políticos, sectoriales y corporativos latu sensu, con el apoyo de todas las fuerzas políticas democráticas y convocando a los mejores economistas de cada especialidad.
Fotos: Lihue Althabe
Sigue leyendo: