El Banco Central decidió pasar a la “fase 2” en su estrategia para enfrentar la cuarentena, aún cuando está en pleno desarrollo la “fase 1”. Eso significa que mientras se ve obligado a emitir para hacer frente al gran aumento del gasto, al mismo tiempo se apura por absorber esos excedentes de pesos para evitar desbordes cambiarios y el peligro de un repunte en la inflación.
La entidad que preside Miguel Pesce había indicado que retirar los excedentes de liquidez era parte de la “fase 2” de su estrategia. Muchos interpretaron que se pondría en marcha más adelante, cuando hayan pasado los peores efectos en la economía de la cuarentena. Pero optó por “curarse en salud”, apurándose a retirar una cifra récord del mercado.
En apenas tres días, retiró $ 500.000 millones de la plaza, a través de la colocación de pases pasivos y Leliq, pagando tasas de hasta el 38% anual. El Central adoptó así una actitud de extrema prudencia, en momentos en que se busca reducir la brecha cambiaria y calmar las presiones inflacionarias.
En las primeras semanas de mayo, el BCRA se vio obligado a efectuar una emisión récord de pesos a través de dos instrumentos: los adelantos transitorios y la distribución de utilidades obtenidas en 2019. Pero esa mayor emisión también alentó las expectativas de devaluación y el temor a un fuerte repunte inflacionario en los próximos meses. No es casualidad que la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el informal se haya incrementado al 100% a mediados de mes.
La fuerte absorción de pesos que llevó adelante el Central procura enviar una señal al mercado. La idea es que no se aceptarán desbordes monetarios a pesar de la emisión récord para hacer frente al aumento del gasto por la cuarentena.
Esta diferencia provocó fuerte presión sobre las reservas del Central, con muchos inversores aprovechando para adquirir el "dólar solidario” a $90, mientras que en el resto de los mercados cotizaba arriba de los $130. Las últimas medidas de restricción para operar con “dólar Bolsa” y “contado con liquidación” lo derribaron, al menos temporalmente, a menos de $ 110.
Prácticamente toda la necesidad de pesos del Tesoro para afrontar el déficit fiscal proviene hoy de emisión monetaria. El rojo de las cuentas públicas fue de $266.000 millones en abril y sería aún mayor en mayo. Se estima que el déficit del año llegará a 5,5% del PBI.
La “monetización” de semejante agujero fiscal ha sido históricamente inflacionario en la Argentina. Todas las miradas apuntan a lo que podría ocurrir en el segundo semestre, cuando la economía empiece a salir de los efectos de la cuarentena. ¿Se podrá mantener relativamente controlada la cotización del dólar y la inflación?
“Los pesos que se retiraron no eran parte de la circulación monetaria, sino que estaban en las cuentas de los bancos. Pero muchos ya se habían adelantado ante la gran expansión que hubo y eso se reflejó en una suba de la brecha”, explicó a Infobae el economista de un banco local.
Aún luego de la “aspiradora” que encendió el BCRA, el aumento de la base monetaria es del orden de $130.000 en mayo. La expansión en lo que va del año es de sólo $105.000 millones o 5%, bien por debajo que la inflación acumulada en los primeros cinco meses.
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