A una semana de caer por segunda vez consecutiva la oferta oficial de reestructuración de la deuda externa, no hay avances significativos en la negociación que protagoniza Martín Guzmán con los fondos más poderosos de Wall Sreet. Los bonistas bajo legislación extranjera exigen que Alberto Fernández se haga cargo de las conversaciones, y el Presidente aún considera que es prematuro desplazar a su ministro de Economía. Se trata de un compleja partida de poker que tiene en juego 66.000 millones de dólares a pagar hasta mediados del siglo XXI.
Los bonistas se dividen en tres bloques diferentes. Grupo Argentina Ad Hoc, que encabeza BlackRock, Fidelity y Ashmore; el Comité de Acreedores de la Argentina, liderado por Greylock Capital, Gramercy y Fintech; y el Grupo de Bonistas del Canje, que aglutina a Monarch, Cyrus, HBK y VR, entre otros fondos de inversión.
BlackRock y Fidelity tienen la posición más agresiva, y se movieron en Washington, New York y Buenos Aires para lograr una diagonal a la quinta de Olivos. Están distanciados de Guzmán y desean un call con el Presidente para cerrar un acuerdo antes que concluya mayo. “Martín (por Guzmán) soy yo, que hablen con él”, repite Alberto Fernández cada vez que escucha que Larry Fink, CEO de BlackRock, quiere llamar a Olivos.
Monarch, Cyrus, HBK y VR tienen bonos canjeados en las administraciones de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner y exhiben cierta flexibilidad al momento de negociar. Pero defienden una pretensión que será difícil de resolver para el gobierno: si hay una nuevo canje de títulos soberanos, exigen que los porcentajes de sus Cláusulas de Acciones Colectivas (Cac´s) se mantengan como acordaron en 2005 y 2010.
El Comité de Acreedores de la Argentina, liderado por Greylock Capital, Gramercy y Fintech, se muestran amistosos en las vídeo conferencias, y se guardan para los after hours virtuales los comentarios mordaces respecto a Guzmán y su método para negociar un acuerdo por 66.000 millones de dólares.
David Martínez representa a Fintech, que a su vez tiene importantes activos en la Argentina. Martínez tiene excelente relación con Alberto Fernández, y ya han conversado en secreto acerca de la oferta y su mejora presentada por la Argentina. Este diálogo confidencial permite ratificar lo obvio: cuando se involucra el Presidente, la negociación quiebra su inercia y avanza.
Hace unos días, Fintech junto a Greylock Capital y Gramercy, presentaron una oferta con un Valor Presente Neto (NPV) de 58 dólares por cada cien dólares nominales de la actual deuda. Ayer, Guzmán se enteró que estos fondos de inversión bajaban a 57 dólares de NPV por cada lámina de 100.
No es mucho, pero fue un gesto de Martínez a Alberto Fernández.
La instrucción política del Presidente a su ministro de Economía fue que negocie “duro” y que abra el puño para demostrar que no hay intenciones de forzar una aceleración del default consumado el 22 de mayo.
En este sentido, el jefe del Palacio de Hacienda comunicó a los acreedores privados que estudia una nueva mejora de la propuesta oficial: se trata de anexar a los 45 dólares promedio por bono (NPV) que ofreció durante el fin de semana, un endulzante vinculado al eventual crecimiento de la economía argentina.
“Es una muestra de buena fe. Igual no alcanza con un endulzante. Tiene que eliminar la quita de capital y mejorar los intereses. Con eso llegamos a 50 o 51 dólares por cada titulo. Y cerramos antes del 2 de junio. Eso es lo que estamos pidiendo”, explicó un vocero de un fondo que opera en Wall Street y Londres.
Al margen de los tironeos, los acreedores privados buscan un deal que permita evitar una nueva visita a los tribunales de Manhattan para denunciar a la Argentina por default. Y en este contexto, todos los bonistas aceptaron extender ayer el acuerdo de confidencialidad (NDA, por sus siglas en inglés) con el Estado Nacional, una prueba formal que permite demostrar que hay interés en continuar las negociaciones.
En Olivos hay expectativa y armonía política. Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa -los socios principales del Frente de Todos- coinciden en negociar para evitar al default y respaldan a Guzmán como negociador formal ante los acreedores privados.
Sin embargo, cada uno de los socios oficialistas hace su faena para aceitar una negociación que aún es lenta y con escasos resultados. Alberto Fernández dialoga con Fintech, Cristina y Máximo Kirchner articulan con BlackRock y Gramercy, y Massa con Greylock, BlackRock y Monarch.
Los tres saben que un default más la pandemia y la crisis económica puede transformar a la Argentina en una tragedia política.
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