El Índice de Confianza del Consumidor disminuyó 2,2% en mayo en el promedio nacional, se trató de la sexta baja desde agosto 2019, y retrocedió al nivel de un año antes.
Fue claramente afectado por la caída en 3,8% en el Gran Buenos Aires, y en menor medida en el interior del país, con 0,4%, dado que en la Ciudad de Buenos Aires, por el contrario aumentó levemente, 0,2%, tras tres meses de baja consecutiva, en todos los casos respecto del mes anterior, y con niveles mínimos en 12 meses.
Al parecer, la población esperaba un punto de giro con la asunción a la presidencia de Alberto Fernández, pero la persistencia de la recesión y alta inflación, primero, y el efecto de la prolongación del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, con el efecto de la agudización de la crisis de oferta y demanda de bienes y servicios, provocaron un creciente mal humor de las familias, al punto que descendió a la tercera parte del valor óptimo de 100 puntos de confianza extrema.
Respecto de febrero, mes previo a que el Gobierno decretara la primera cuarentena, los índices de confianza de la Universidad Torcuato Di Tella registraron bajas generalizadas, pero muy dispares: 10,1% en el promedio nacional; 15,2% en el Gran Buenos Aires; 6,8% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 1,5% en el interior del país.
El sondeo de Poliarquía para el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella se hizo a un universo de 1.205 personas representativo de la Capital Federal, interior del país y Gran Buenos Aires, entre el 4 y 14 de mayo para captar, como hace desde 1998, “las percepciones de los individuos sobre el estado de la economía, la situación económica personal y las expectativas a mediano plazo”.
En la distribución por nivel de ingresos, la confianza del consumidor cayó 0,7% para el sector de los encuestados con niveles más altos y 3,8% para los de menores recursos, respecto al mes anterior.
El índice de confianza de los consumidores cayó 0,7% para el sector de los encuestados con mayores ingresos y 3,8% en el de los de menores recursos
Mientras que la situación personal se derrumbó 10,5% y en la macroeconómica 7,2%, mientras que casi se duplicó en lo referente a la compra de bienes durables e inmuebles, desde niveles muy bajos, ya que ahora se ubicó en 15,1 puntos sobre un óptimo de 100 por ciento.
El informe de la Universidad Torcuato Di Tella destaca: “el rebote del índice de confianza en la compra de bienes durables viene explicado principalmente por el aumento en la predisposición para adquirir electrodomésticos (124,3% respecto de abril), por sobre la predisposición para cambiar el automóvil o la casa (35,8% respecto al mes anterior)”. De todas formas, el índice general de este apartado acumuló una caída de 15,5% en los últimos tres meses.
A nivel nacional, el nivel de confianza vinculado a la evaluación de las Condiciones Presentes subió 14,7%, en tanto que el factor que mide las Expectativas Futuras cayó 7,6%, siempre respecto a abril, cuando se observó una expectativa inversa en esos indicadores.
Luego de dos meses con notable depresión de la actividad económica, el Indec registró en marzo la mayor caída de la actividad respecto del mes previo desde la crisis del Tequila, en 1995, y en términos interanuales desde la crisis del campo y la Fiebre A, en mayo de 2009; y todos los indicadores anticipan que abril fue aún mucho peor, de ahí que los índices de condiciones presentes respecto de las futuras resultaran notablemente mejorados, tanto en comparación con el mes previo, como respecto de un año, por cuanto anticipa un período largo de bajos niveles de producción y consumo.
El índice de confianza en lo que respecta a las expectativas de las condiciones presentes respecto de las futuras resultó notablemente mejorado respecto al mes previo y más aún en comparación con un año antes, por cuanto anticipa un período largo con bajos niveles de producción y consumo
Ahora con la muy posible nueva extensión del ASPO por otro módulo de 14 días, hasta el 8 de junio, cabe esperar nuevos descensos en los índices de confianza del consumidor, al ritmo del que se deteriora el ingreso real de la mayor parte de las familias, no ya por efecto de la inflación, sino por la drástica reducción de los índices de actividad en una magnitud que no se veía desde la crisis del campo en mayo de 2009, y con una proyección de caída para abril superior al récord de los primeros meses de 2002, con excepción de los empleados públicos, los perceptores de planes sociales y los jubilados y pensionados que perciben la mínima, porque el resto sufrirá un nuevo recorte el mes próximo.
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