Hernán Lacunza: “Se está emitiendo de manera muy generosa y eso no va a ser gratis en el futuro”

El ex ministro de Hacienda participó de una conferencia en vivo con periodistas de Infobae Económico en la que ofreció su mirada con respecto a la negociación con bonistas, el déficit fiscal, la inflación y las perspectivas para el día después de la cuarentena

A pocos días del vencimiento del segundo plazo que se fijó el Gobierno para acordar con un grupo de bonistas bajo legislación extranjera, y mientras recrudecen los efectos contractivos de la cuarentena, Hernán Lacunza , en último ministro de Hacienda del gobierno de Mauricio Macri, participó de una videoconferencia en vivo con periodistas de Infobae Económico, y analizó la nueva coyuntura dominada por el proceso de negociación para la reestructuración parcial de los vencimientos de la deuda pública, la dinámica expansiva del gasto público y consecuentemente de la singularmente expansiva política monetaria del Banco Central.

Con su característico tono mesurado y anticonfrontación con la política del Gobierno, en particular en lo que respecta a su especialidad: la economía y las finanzas públicas, Lacunza fue contundente en diferenciar lo transitorio de lo permanente y de poner el acento en las causas de los problemas y deficiencias estructurales de la Argentina, más que en cargar las tintas sobre las consecuencias y de sus responsables.

Como el gran consenso de los economistas y también de un ala importante del Gobierno, el ex ministro enfatizó la importancia de “llegar a un acuerdo con los bonistas y no caer en default; volver a la prudencia monetaria y fiscal, y si esas dos cosas ocurren, recuperar el crédito en pesos”.

- Tuvo una reunión no hace mucho con el ministro Martín Guzmán. ¿Cómo lo vio y qué le dijo sobre la negociación de la deuda?

- Sí, estuve con el ministro hace algunas semanas donde cambiamos impresiones sobre el proceso de reestructuración de la deuda. Le manifesté sí mi opinión. Diría que para compartir un poco con ustedes, los lectores y los oyentes, mi impresión es que la propuesta tiene la virtud atípica para la Argentina de ponderar el futuro. O sea, cuando se habla de sustentabilidad lo que está implícito ahí es que, para decirlo de manera llano, es que esto sea pagable dentro de 15 años, que a veces la política pública argentina el futuro se soslaya, o más bien decimos “bueno, arreglemos ahora y después vemos”; y, obviamente, el futuro inexorablemente llega y eso va acumulando problemas para adelante. Negociar, pensando en el futuro, tampoco es hipotecar el presente. También hay que tener en cuenta la insustentabilidad de un default. No voy a calificar la propuesta del Gobierno ni de austera ni de generosa, pero sí hay que tener presente que un default sería muy malo para Argentina, también para los bonistas pero eso me preocupa menos, pero sí para los ciudadanos argentinos e inclusive para el gobierno de turno, los beneficios de un pagadiós se agotan esa misma noche, a la mañana siguiente no se puede caminar por el barrio. Ni el que defaultea ni todos sus familiares. Para decirlo así, ningún gobierno provincial ni municipal, ni las empresas privadas, ni las empresas de energía, el derrame de un default es un sendero bastante imprevisible en cuanto al crédito externo e interno. Hay que tener siempre presente esos costos eventuales.

El derrame de un default un poco es un sendero bastante imprevisible en cuanto al crédito externo e interno. De modo que hay que tener siempre presente esos costos eventuales

- ¿Lo sorprendió el documento que emitió el Banco Central cargando las tintas sobre que la crisis de deuda actual es producto del mal gobierno de Cambiemos?

- No leí el documento del Banco Central, vi algunos comentarios públicos. Tenemos que llevarle a la población diagnósticos certeros y no confundir lo técnico con lo político partidario. Así como la inflación es la consecuencia de la emisión, la deuda es la consecuencia del déficit fiscal. No tenemos que perder de vista eso, el financiamiento del gasto excedente sobre los ingresos. Entonces, más allá de cuándo se materializa, cuándo se firme el pagaré para financiar ese exceso de gasto, el tema es cuándo se genera. A fin de 2015 había un déficit fiscal primario de 4% del PBI y a fin del 2019 era casi 0%. Durante ese período casi se eliminó el déficit primario. Esa baja gradual durante el gobierno de Macri generó condiciones sustentables para que después no hubiera que emitir deuda. El déficit se generó en el gobierno anterior a de Cambiemos. No tiene mucho sentido, y menos en este proceso de reestructuración, ese deporte argentino de identificar culpables. No es oportuno. Y mucho menos confundir causas con efectos, con diagnósticos. Sí me sorprendió la oportunidad del documento.

- La propuesta del Gobierno incluye 3 años de gracia y menores tasas de interés, y el planteo de los acreedores viene siendo que el Gobierno demuestre que también puede hacer un esfuerzo en este tiempo para garantizar el repago futuro de esta deuda. ¿Coincide con esto, le planteó alguna sugerencia a Guzmán?

- Pondero de la propuesta que tiene en cuenta el futuro. La sustentabilidad es eso. Después están las technicalities, los aspectos técnicos. Y creo que la propuesta pone bien los pesos y contrapesos en los tres atributos de cualquier negociación: capital, intereses y plazos. Tiene márgenes de negociación en los tres. Por supuesto un negociador no es alguien que plantea una opción o una propuesta unilateral: negociar es también escuchar al otro, internalizar sus argumentos y ver cómo nos aproximamos. Eso es en la negociación de deuda o en una paritaria; si no, no es una negociación. Y el mejor negociador no es la intransigencia. Estoy hablando de manera abstracta, tanto del Gobierno como de los bonistas. Así que hay que encontrar la combinación, algo que ha dicho el ministro en estos días. Hay infinitas combinaciones de intereses, plazos. No hay un único sendero sustentable y la capacidad de pago está también definida por cuánto vamos a crecer. Hay márgenes para negociar. Puede ser el período de gracia, puede ser en los intereses –como van creciendo y se van capitalizando o no– y el volumen de la quita del capital, que es bastante modesto en la propuesta inicial.

- Más allá de que la negociación está en marcha, ¿cuán lejos o cerca cree que se está de llegar a un resultado favorable para la Argentina?

- No lo sé. El único que lo sabe es el que está en la mesa de negociaciones. Mi expectativa y esperanza es que haya un acuerdo. Por mi experiencia, eso no ocurre en público, pero tampoco en secreto. No es una asamblea donde opinan cien personas al mismo tiempo, sino que es en el cara a cara de los bonistas, por lo menos los más grandes, con el Gobierno argentino. No sé cuán cerca o cuán lejos se está, pero hay un espacio de intersección entre los intereses que escucho de los bonistas y la capacidad de pago que manifiesta el Gobierno.

- De las propuestas macroeconómicas que presentó Guzmán surge que en estos cuatro años la economía no va a crecer. El cuatrienio termina en 0% en términos de PBI real y caída del 4% a 5% en términos de PBI por habitante. ¿Cuál puede ser entonces esa sustentabilidad del pago futuro si la economía no crece y el déficit fiscal no vuelve a 0% del PBI?

- Bueno, por eso, lo que pasa es que en la propuesta no está explícito cuál es el plan de Gobierno o el plan económico y qué vamos a hacer con los distintos instrumentos fiscales, monetarios. Cómo vamos a crecer. Me parece bien no pecar de híper optimista, porque la Argentina muchas veces por hacer ejercicios con pronósticos optimistas que después no se concretan queda muchas veces en offside, o con dificultades para cumplir sus compromisos. Ahora, sí la proyección es bastante modesta y si ese va a ser el futuro de la Argentina, no solo de los próximos cuatro años sino que después vamos a crecer nada más que un 1,5% o 1,7% anual durante una década, entonces vamos a tener problemas superiores. No vamos a bajar la pobreza nada ni el desempleo, porque ese crecimiento es insuficiente para resolver los problemas sociales más estructurales de la Argentina. Lo que me preocupa es que no hay un plan de desarrollo para poder crecer más sostenidamente. No al 5%, que no va a ser posible, pero tampoco al 1,5% que va a ser insuficiente.

La proyección que hizo pública la autoridad económica es bastante modesta y si ese va a ser el futuro de la Argentina no solo de los próximos cuatro años sino que después vamos a crecer nada más que un 1,5% o 1,7% anual durante una década bueno, entonces vamos a tener problemas superiores

- ¿De dónde cree que saldrá el dinero necesario para financiar esta crisis? ¿Cuál sería su plan si fuera ministro?

- Primero hay distinguir bien lo transitorio de lo permanente. Hay un chiste viejo que circula entre los economistas que dice: “¿Sabés cuál es la diferencia entre lo transitorio y lo permanente en Argentina? Que lo transitorio dura más”. Saliendo de ese mal endémico de confundir lo transitorio con lo permanente, tenemos que tener claro que en la coyuntura puede ser que haya que gastar y emitir, pero no puede ser permanente. Ya hemos emitido por encima de lo prudencial y los argumentos que dicen que estamos con una emergencia sanitaria y entonces está justificado, es como decir: “Voy a entrar a la jaula del león a buscar un medicamento que necesito”. El león no reconoce causas. Si emito de manera imprudente va a tener efectos inflacionarios; no inmediatos, porque hay un rezago y porque hay atenuantes transitorios, como que estamos en cuarentena y el dinero no circula.

Hernán Lacunza y Martín Guzmán, en diciembre pasado

- ¿Ya se está emitiendo de forma imprudente?

- Se está emitiendo de manera muy generosa. Y eso no va a ser gratis en el futuro. No en mayo y junio, sí más adelante. Una cosa es tomar dos copas de vino, otra es dos botellas y otra es cinco botellas. No nos confundamos que porque estamos en cuarentena, entonces no sentimos el efecto del exceso del alcohol, porque cuando nos levantemos vamos a sentirnos mareados. Hay que dar la señal hacia delante de que se es consciente de que así no se puede seguir mucho tiempo. Parte de la tensión cambiaria que estamos viendo en el mercado informal es esta falta de perspectiva, no ser claros para decir que es algo transitorio. Es la distinción de lo transitorio y lo permanente. Porque si no convalidamos cualquier precio del blue. Entonces, primer punto: dar una señal ahí. Sobre qué haría yo, no quiero darle consejos a nadie, no estoy ahí y siempre las cosas de afuera se ven mucho más fácil que de adentro. Lo puedo decir por experiencia propia. Pero un programa razonable podría hilvanar al menos tres eslabones. Primero, no caer en default la semana que viene. Segundo, dar estas señales en el mediano plazo de consistencia, prudencia monetaria y fiscal. Y el tercero, pero para que ocurra tienen que haber ocurrido los dos primeros, es poder realmente hacer una curva en pesos o emitir deuda en pesos para que el Central no tenga que seguir emitiendo los vencimientos de deuda que hay en pesos hacia adelante y rescatar parte de lo emitido ahora. Si no ocurren los dos primeros el tercero va a ser muy difícil.

Un programa razonable, posible, es que hilvane al menos tres eslabones: el primero es no caer en default la semana que viene. El segundo es dar estas señales en el mediano plazo de consistencia, prudencia monetaria y fiscal. Y el tercero, pero para que ocurra el tercero tienen que haber ocurrido los dos primeros, es recuperar crédito público en pesos

- La provincia de Buenos Aires también tiene una extensión en la conversación con los acreedores. ¿Cómo ve esa parte de la negociación?

- La Nación no tiene un problema de exceso de deuda, tiene un problema de concentración de vencimientos y falta de crédito. Ningún país del mundo, ninguna jurisdicción del mundo, puede pagar cash todos sus vencimientos. La Nación tiene una deuda del 72% del PBI y la Provincia tiene una deuda mucho menor, del 9% del PBI Geográfico. Menos problemas de solvencia tiene la Provincia. Y tiene, también con crédito 0%, en parte porque ningún gobierno subnacional tiene crédito si el nacional no lo tiene, pero obviamente si no hay crédito tiene un estrés de liquidez porque no puede pagar cash todos sus vencimientos. Y bueno, tiene el inoportuno vencimiento en el medio del proceso de negociación que ocurrió esta semana de un bono emitido en 2005, la última cuota de un bono por USD 100 millones. Se hizo una propuesta de reestructuración que es un poco más generosa que la nacional porque tiene menos estrés fiscal. Más allá de que tiene una situación crítica desde el punto de vista de la actividad por la pandemia, no tiene un estrés financiero importante, pero sí va a estar sometida a lo que pase a nivel nacional. Ninguna provincia va a estar mejor que la Nación.

- ¿Le preocupa la dinámica del gasto público y los súper poderes al jefe de Gabinete por decisión del Poder Ejecutivo?

- Si hay Congreso funcionando, aunque sea de manera virtual pero legítima y legal, es mejor que pase por el Congreso. Sí, me preocupa la dinámica del gasto. Hemos perdido en estos cinco meses todo lo que se había mejorado en materia fiscal. En 2015 el déficit primario era 4% del PBI; a fin del 2019 era 0,5% y este año vamos a volver a rondar el 5 por ciento. Está bien, justificado por la pandemia y porque hubo que salir a compensar parcialmente la caída de la actividad privada y sostener ingresos familiares y empleos. Como decía antes, que esté justificado no quiere decir que sea gratis. Afortunadamente, los gastos que se han incrementado tienen una naturaleza transitoria. El ingreso familiar o la compensación salarial no tiene naturaleza permanente y, en ese sentido, pueden ser reversibles superada la crisis sanitaria.

El economista fue ministro de María Eugenia Vidal hasta que reemplazó a Nicolás Dujovne en la nación (Gustavo Gavotti)

- Sobre la cuarenta, ¿está bien que ya se empiece a flexibilizar? ¿Es preocupante el impacto que esto va a generar en la economía?

- Sí, es preocupante. Los economistas tenemos la otra mitad que no tienen los epidemiólogos. Somos más conscientes de los riesgos económicos o de los costos. En la mesa harán falta las dos visiones para llegar a un equilibrio. Algunos se preocuparon por la economía y corrieron el riesgo sanitario, Brasil, México, Estados Unidos, el Reino Unido al principio. Claro, cuando empezaron a ponerse en evidencia las víctimas humanas tuvieron que recular e ir a una posición más balanceada. Y lo mismo los que empezamos del otro lado, privilegiando la salud aún a costa de la economía, Argentina entre ellos. Noruega es otro caso. La economía parece una cosa abstracta, pero detrás hay gente, empresas, empleados. Lo sufren más los informales. Ahora, medio forzados por las circunstancias, tenemos que ir hacia posiciones más balanceadas. Me parece que no cruzamos la mitad del río, así que nadie puede cantar victoria. Qué estrategia fue la más apropiada se verá al final del recorrido de cada comunidad e iremos a una convivencia de mayor riesgo sanitario con algo más de flexibilidad de la actividad para suavizar la caída económica que va a ser muy importante. Lo que en Argentina no debemos sumar a esos dos males, casi medio inexorables, es un riesgo de inestabilidad nominal. Además de recesión y víctimas sanitarias no sumemos inflación y volatilidad del tipo de cambio.

Lo que en Argentina no debemos sumar a esos dos males: recesión y víctimas sanitaria, casi son medio inexorables, un riesgo de inestabilidad nominal: inflación y volatilidad del tipo de cambio

- ¿Que opina de la tensión que hay por momentos entre el Gobierno y el mundo empresario?

- Bueno, se está administrando una crisis. Hay que arbitrar, administrar conflictos, repartir costos, no repartir beneficios. Así que esas tensiones son inevitables. Está bien que cada uno se exprese. Vamos a terminar esta situación más pobres, con mayor desempleo, con menor actividad y más endeudados. Eso significa que no podemos tapar el sol con las manos. El Estado argentino choca con sus propias limitaciones y entonces hay parte de los problemas que vienen de afuera, el virus, pero hay otras que repercuten más acá por varias fragilidades más estructurales de la Argentina. Como un sistema de salud fragmentado, en el que no terminamos de confiar porque no es ni público, ni privado, ni sindical, ni prepago, ni municipal ni provincial. Entonces tenemos que sobreactuar la cuarentena porque tenemos miedo que el sistema colapse y porque tenemos 35% de pobreza desde hace 35 años. Y también cuando el Estado quiere llegar con su brazo compensador al sector privado choca con que la mitad de los jubilados no usan la tarjeta, con que el 70% de las pymes no pueden hacer una carpeta de crédito porque no tienen vínculo con los bancos o están en el segmento informal, o porque tenemos 5 millones de trabajadores en negro que no sabemos bien quiénes son, dónde trabajan, cuánto ganan. Eso no tiene nada que ver con el virus, eso es un mal endémico nuestro.

Cuando el Estado quiere llegar con su brazo compensador al sector privado choca con que la mitad de los jubilados no usan la tarjeta, con que el 70% de las pymes no pueden hacer una carpeta de crédito porque no tienen vínculo con los bancos o están en el segmento informal, o porque tenemos 5 millones de trabajadores en negro, informales, que no sabemos bien quiénes son. Eso no tiene nada que ver con el virus, es un mal endémico

- Se está viendo una suerte de fuerte atraso entre el valor del peso y el real. ¿Le parece que eso también va a ser transitorio o que forma parte de una característica de los gobiernos que buscan atrasar el tipo de cambio para contener la inflación?

- El tipo de cambio lo que importa es el multilateral, no el bilateral. Yo puedo tener déficit con un país y superávit con otro, lo que importa es el balance global de divisas. Por supuesto que al que vende a Brasil le importa Brasil. En términos sociales y macroeconómicos lo que importa es el multilateral. El tipo de cambio no está atrasado, por supuesto que perdió algo de holgura que tenía a fin del año pasado. Me preocupa un poco el mediano plazo porque algunos de los resultados económicos del gobierno de Cambiemos no fueron buenos, en materia de empleo, sobre todo de inflación y de productividad, pero sí quedaron pilares para crecer hacia adelante, como equilibrios gemelos y un tipo de cambio competitivo. El fiscal se perdió y el tipo de cambio competitivo se está erosionando. Brasil devaluó significativamente en marzo, pero ahora no tanto. Puede afectar algunas industrias. No me parece que una consecuencia grave de esta crisis en el comercio agregue en Argentina un problema adicional de falta de divisas, no es el caso. Más bien al contrario, nuestras materias primas son alimentos, son las que menos sufren en este contexto. Me parece que ahí es más una cuestión de manejo de la política cambiaria.

- ¿Con la emisión que ha hecho el Banco Central, qué inflación podemos llegar a tener?

- Puede ser parecida a la del año pasado, con la dificultad que tiene pronosticar en esta instancia. Todas las medidas de congelamiento de precios también tienen efecto transitorio. Por ejemplo, las tarifas de servicios públicos: en agosto vamos a necesitar prender la luz, y que haya luz. Las tarifas no se pueden congelar eternamente. Ya sufrimos ese problema. Tampoco hay espacio ahora como para dar subsidios; o sea, congelar tarifas y compensar todo porque tenemos un problema fiscal y no tenemos financiamiento. También ese atenuante de congelamiento de precios no nos podemos enamorar, sería patear el problema para adelante.

La entrevista fue realizada por Sebastián Catalano, Daniel Sticco y Natalia Donato

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