(Bloomberg)- Las conversaciones sobre la reestructuración de la deuda de Argentina con acreedores extranjeros se están atascando dos meses después de comenzar, y una firma de Wall Street, BlackRock Inc., es una de las principales causas.
Los representantes de la mayor gestora de activos del mundo han adoptado una postura dura en las negociaciones, exigiendo que el Gobierno mejore significativamente las condiciones de su oferta original, que quiere trasladar a los tenedores de bonos pérdidas de casi el 70% de una deuda por valor de US$65.000 millones.
El enfrentamiento ha cobrado tal acritud que Gerardo Rodríguez, la persona clave de BlackRock en las conversaciones, y Martín Guzmán, el ministro de Economía de Argentina, han tenido varios intercambios acalorados por teléfono, según personas presentes en esas llamadas que pidieron que no se revelara su identidad ya que se trata de conversaciones privadas.
El ir y venir incluso ha comenzado a inquietar a otros acreedores, que temen que el enfoque agresivo de BlackRock, suponga el retraso de un acuerdo. El Gobierno podría caer oficialmente en incumplimiento el 22 de mayo, cuando vencen pagos de intereses por US$500 millones, y los gestores de fondos quieren poder informar al menos de cierto progreso en las conversaciones cuando eso suceda.
Algunos de ellos están hablando de una contraoferta a la propuesta de Argentina en la que aceptarían pérdidas, sobre la base del valor actual neto, de alrededor del 50%, dijeron las personas. Eso es mucho más que la pérdida de aproximadamente el 40% que BlackRock está considerando en conversaciones privadas.
Rodríguez no respondió a una solicitud de comentarios sobre las negociaciones. Una portavoz de BlackRock rehusó hacer comentarios.
No es que no haya habido señales de progreso. Incluso la semana pasada, las dos partes habían estado hablando de la posibilidad de hacer algunos ajustes a la oferta del Gobierno, como una reducción al período de gracia y el aumento de las tasas de interés, antes de que se suspendieran las conversaciones.
“Tener un acuerdo completamente cerrado para el 22 de mayo parece algo muy difícil, casi imposible, diría yo”, dijo Alejo Costa, estratega jefe de Argentina para BTG Pactual en Buenos Aires.
BlackRock es un protagonista algo sorprendente en esta historia. La firma se convirtió en un titán de Wall Street en los últimos veinte años a través de su dominio en la inversión pasiva, un negocio lento y constante basado en comisiones, donde es poco habitual adoptar posturas públicas de alto perfil.
Pero a través de las inversiones realizadas por esos fondos pasivos, BlackRock se convirtió en uno de los mayores acreedores de Argentina, con bonos con un valor de mercado de alrededor de US$1.700 millones, según datos recabados por Bloomberg. Y con Rodríguez, ex alto funcionario de la Secretaría de Hacienda de México que comenzó a trabajar en BlackRock en 2013, la firma cuenta con un ejecutivo inteligente y decidido, con años de experiencia en los mercados de deuda de América Latina para dirigir su equipo de negociación.
Los argentinos también tienen fama de ser negociadores duros, tras haber atrapado a los acreedores con pérdidas de alrededor del 70% en una reestructuración en 2005 y después librar una batalla legal durante más de diez años con el multimillonario de fondos de inversión libre Paul Singer y otros acreedores holdout.
El presidente Alberto Fernández, que ocupaba un puesto importante en el Gobierno durante las conversaciones de 2005, ahora busca un alivio de la deuda de US$40.000 millones, diciendo que Argentina no puede pagar el total de la deuda a medida que su déficit presupuestario y la inflación se disparan y la pandemia de Covid-19 agrava una recesión que comenzó hace dos años .
En un intercambio particularmente tenso el mes pasado, Guzmán reiteró en una conferencia telefónica con los acreedores que el Gobierno no cedería en su análisis de sostenibilidad de la deuda y Rodríguez le espetó que los tenedores de bonos podrían durar más que él en su cargo durante el enfrentamiento, según las personas que participaron en la llamada.
Un portavoz del Ministerio de Economía no respondió a una solicitud de comentarios.
Esa misma semana un grupo liderado por BlackRock, que incluye Ashmore Group Plc., Fidelity Investments y T Rowe Price Group Inc., presentó la única contraoferta a Argentina. El plan enfureció a los funcionarios de Buenos Aires que dijeron que no tenía en cuenta el devastador impacto financiero causado por la pandemia. Luego el Ministerio de Economía la publicó, enojando a los acreedores que sentían que el Gobierno estaba tratando de moldear una narrativa sobre inversores codiciosos totalmente ajenos al sufrimiento de la nación.
Es posible que todo esto no represente exactamente una secuela del épico feudo Singer-contra-Argentina, pero para aquellos acreedores que esperan una renegociación relativamente rápida, son acontecimientos preocupantes.
El plan liderado por BlackRock establecía un alivio de flujo de efectivo de US$47.000 millones durante ocho años, pero no reducía las tasas de interés y exigía algunos pagos de intereses durante el primer año. Guzmán rechazó la propuesta en una llamada con el profesor de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, la semana pasada.
“Alguien debería regresar con algo que sea sensato”, dijo Sachs, quien ayudó a asesorar a Guzmán sobre la oferta. “Si, en su lugar, solo recibimos un comportamiento agresivo, lo siento por los acreedores, pero se enfrentarán a una colisión colosal con la realidad”.
Por ahora, al menos, el consenso del mercado es que Sachs tiene razón, que los grupos de acreedores saldrán perdiendo. Los bonos de referencia de Argentina actualmente cotizan a alrededor de 30 centavos por dólar, lo que implica una pérdida en consonancia con la propuesta original de Guzmán, y hasta ahora la única.
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