El crédito al sector privado registró en abril una suba sin precedentes desde 2002. Esa suba, de 3,6% real del stock de préstamos respecto de marzo, se produjo, sin dudas, de la mano de la asistencia financiera que el Banco Central dispuso de pequeñas y medianas empresas y también monotributistas y autónomos. Junto con esa ayuda, en el sistema bancario prevén la llegada de un importante deterioro en la regularidad de las carteras.
Desde el inicio de la cuarentena el sistema financiero en su conjunto lleva otorgados más de $40.000 millones a través de la línea de crédito subsidiado a una tasa de 24% para el pago de sueldos de pymes. Esa línea, se anunció ya, estará disponible para los sueldos de mayo, lo cual ampliará considerablemente el volumen total. Es sobre ese universo que en algunos bancos ya estiman que, como mínimo, el nivel de mora se ubicará en torno a 15%, porcentaje que duplicaría la tasa actual de atraso en el segmento de créditos a empresas, hoy en 7,5% tras la modificaciones a los parámetros de clasificación implementados en marzo por la autoridad monetaria.
Pero también para el segmento de créditos a familias o particulares se espera un aumento de la morosidad. Así, la irregularidad de las financiaciones al sector privado se elevaría hacia fin de año del actual 5,3% informado ayer por el BCRA para marzo a un nivel entre 7% y 8% de acuerdo a las estimaciones privadas de los bancos.
Tranquilamente la irregularidad total puede ser de 7%. En la crisis de 2002 se ubicó en el 10%, recordó Fausto Spotorno.
“Claramente esperamos un incremento de la morosidad. En parte porque se refinanciaron los saldos de tarjetas, también las cuotas impagas de los créditos y se otorgaron los préstamos a tasa 0 a autónomos y monotributistas”, explicó a Infobae un ejecutivo de una entidad de primera línea. “Gran parte de esas refinanciaciones se van a superponer con los nuevos pagos, todo en un universo de deudores con ingresos disminuidos”, detalló.
Por el lado de las empresas asistidas también son esperables dificultades para sostener el ritmo de pagos, en un contexto de fuerte caída de la actividad y una cadena de pagos que tardará en recomponerse. “Un nivel de 15% de morosidad es lo mínimo que podemos esperar para esos créditos, siendo realistas. Eso de piso”, afirmaron en otro de los principales bancos del sistema, muy activo en el otorgamiento de estos préstamos.
También para el economista Fausto Spotorno esas proyecciones son esperables. “Tranquilamente la irregularidad total puede ser de 7%. En la crisis de 2002 se ubicó en 10%” recordó. La buena noticia, sin embargo, es que el sistema financiero no enfrenta ninguna de las dificultades que sufría en aquellos años, lo cual elimina uno de los principales fantasmas de la economía argentina.
Se espera un incremento de la morosidad. En parte porque se refinanciaron los saldos de tarjetas, también las cuotas impagas de los créditos y se otorgaron los préstamos a tasa 0, explicaron en un banco.
En contrapartida, el incremento en el nivel de morosidad podría tener un impacto en la inflación. “A diferencia de 2001, 2002, el Banco Central puede entregar toda la liquidez que sea necesaria para sostener el sistema pero eso, eventualmente, implica mayor emisión monetaria”, dijo.
Lo cierto es que la liquidez del sistema no es, por el momento, un problema. “Desde niveles elevados, en comparación con los últimos 10 años, en marzo aumentaron los activos líquidos del sistema financiero. La liquidez en sentido amplio representó 64,6% de los depósitos totales en el mes (62% para el segmento en pesos y 73% para las partidas en moneda extranjera), 0,8 puntos porcentuales más que en febrero y 5,8 puntos que en marzo del año pasado”, sostuvo ayer el Banco Central en el Informe de Bancos de marzo.
“Es difícil calcular un ratio de irregularidad pero lo que está claro que el salto va a ser a ser altísimo en términos de la serie histórica, mirando un poco lo que pasó en crisis anteriores”, estimó Amilcar Collante, quien recordó que lo mismo ocurrió en la crisis de 2009.
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