Federico Poli, ex director en el BID: “Es preferible un acuerdo que nos lleve a una nueva renegociación de la deuda que un default”

El economista y ex funcionario del equipo de Roberto Lavagna se mostró pesimista con respecto a las consecuencias de la crisis del Covid-19 y sostuvo que encuentra a la Argentina en una posición de fragilidad. Dijo que la emisión tiene riesgos de mayor brecha cambiaria e inflación

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El ex director por la Argentina y Haití en el BID, Federico Poli, remarcó que la respuesta de los organismos multilaterales a la crisis por la pandemia está siendo "insatisfactoria"
El ex director por la Argentina y Haití en el BID, Federico Poli, remarcó que la respuesta de los organismos multilaterales a la crisis por la pandemia está siendo "insatisfactoria"

Fue director por la Argentina y Haití en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hasta febrero de este año, cuando entró en funciones Guillermo Francos. Instalado nuevamente en Francia, donde vivió durante dos años antes de que le ofrecieran esa representación del país, el economista Federico Poli está abocado ahora a la consultoría. En diálogo con Infobae, quien fuera también jefe de Gabinete del entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna, entre 2002 y 2003, opinó sobre los impactos del coronavirus en la economía, la crisis de la deuda y el rol de los organismos multilaterales de crédito frente a la pandemia.

- ¿Cómo avizora el impacto del Covid-19 en la economía mundial? ¿Cree que la recuperación llegará pronto?

- El impacto en la economía mundial, que el FMI ya denominó “el gran confinamiento”, puede superar el de la crisis de los años ’30 y la del 2008-09, la denominada Gran Recesión, en el escenario más optimista. Es un shock de oferta, por el aislamiento social y la imposibilidad de llevar adelante las actividades productivas en sectores “no esenciales” de la economía que, en una segunda vuelta, genera una crisis de demanda por la caída de ingresos y las expectativas pesimistas. La simultaneidad de su impacto en todo el mundo también la hace diferente a las crisis que conocimos en el pasado. El FMI calcula una caída del PIB mundial de 3% para este año con supuestos que ya podemos decir que no se cumplen, y es que la pandemia se controla en el segundo semestre. El otro escenario duplica esa caída.

Veo muy difícil que haya condonación de deudas por parte de los organismos, que, por cierto, son acreedores privilegiados. Pero puede haber standstill y reestructuraciones. Luego de acordar con los privados, el próximo paso para el país es acordar una reestructuración de los vencimientos con el FMI

- ¿Y para América Latina cuál es la estimación?

- Para América Latina, se espera una caída de casi 6% en el escenario optimista y el doble en el pesimista. Nadie está hablando de este último escenario que hoy es el más probable. Por cierto, no veo una recuperación rápida porque el nivel de incertidumbre hace que sea difícil para las empresas planificar el futuro. Además, es un shock que destruirá mucho capital y capacidades organizacionales en la economía y también afectará al capital humano.

- ¿Cómo respondió la Argentina al coronavirus y cómo afectará a su economía?

-Desde el punto de vista sanitario, el Gobierno argentino actuó con gran celeridad. Fue de los países que más responsablemente respondieron en la región conformando un consejo de expertos y guiándose por ese saber. En esta coyuntura excepcional, el objetivo prioritario de la política económica pasa por asegurar la subsistencia de todos los argentinos y proteger el aparato productivo. Pero la situación es más compleja que en otros países del mundo porque ingresamos en condiciones muy frágiles. En términos de tasa de crecimiento del PIB, en la última década somos el país de peor desempeño de la región emergente, luchando para evitar un nuevo default sin capacidad de financiar de manera genuina el incremento del gasto público que necesitamos.

- ¿Cómo quedará parado el país tras la pandemia?

- En este momento, la incertidumbre es máxima. Una variable fundamental es la duración de las medidas de confinamiento que, pese a que algunos países están relajando, siguen afectando patrones de consumo, de producción y comercio. Pero, en el peor escenario, al que hoy le asigno más probabilidad, la caída del PIB puede acercarse al de la salida de la Convertibilidad del 2002, la más grande de nuestra historia moderna. Pero, en este caso, será luego de 6 años de estancamiento, recesión y alta inflación. El tejido social y productivo está muy dañado. La expansión del gasto público, necesaria para atender a los trabajadores que se quedan sin ingresos y evitar la desaparición de empresas, se debe hacer recurriendo a una importante emisión monetaria en momentos en que la economía está en un proceso de destrucción de riqueza sin precedentes. En una economía que sufre el proceso de huida del dinero, estas políticas tienen riesgos como la ampliación de la brecha cambiaria que estamos viendo; o una disparada de la inflación a la salida del confinamiento. Por el lado de la economía real, el empleo y la situación social, el impacto será muy grande. Y esperemos que la cuestión de la deuda se resuelva con un acuerdo de reestructuración y no entremos en default.

El economista regresó a Francia, donde se desempeña como consultor privado
El economista regresó a Francia, donde se desempeña como consultor privado

- ¿Qué respuesta cree que debe dar la Argentina a esta situación?

-La situación que la Argentina va a enfrentar será muy difícil y angustiante. Por eso, me atrevo a sugerir que la respuesta política a una situación como la actual pasa por una convocatoria a un gobierno de unidad nacional, como hizo el entonces presidente Eduardo Duhalde, en 2002, con Raúl Alfonsín, a partir del Diálogo Argentino, experiencia que viví como parte del equipo de Roberto Lavagna.

- ¿Por qué firmó la carta de apoyo a la propuesta argentina de reestructuración de la deuda?

- Mi adhesión fue en el entendimiento de que no es posible asumir hoy los compromisos de deuda en las condiciones en que fueron pactados en el momento de la emisión. Esto es así porque no se dieron las condiciones de crecimiento que se esperaban cuando se emitió dicha deuda y ahora llegó el impacto del Covid-19. La Argentina arrastra problemas de acceso al crédito desde que tuvo que recurrir al FMI como prestamista de última instancia en junio de 2018, situación que se vio recrudecida luego de las PASO. Pero quisiera advertir sobre el peligro de interpretar la carta como la demanda de “ni un paso atrás” en la negociación, que la convierta en una gesta malvinizadora. Porque no hay gesta, sólo la necesidad práctica para la economía argentina de llevar adelante la mejor reestructuración posible.

Argentina es un país grande, con una matriz productiva diversificada, con capacidades en ciencia e innovación gracias a su capital humano, por lo que si enfrenta sus debilidades persistentes, y pone en marcha un programa de desarrollo, apoyado por la unidad de sus clases y sectores sociales, está en condiciones de dar un gran salto

- ¿Cuán riesgoso es el default en las actuales circunstancias? ¿Cree que el Gobierno buscará evitarlo?

- El default es el peor escenario para la economía argentina. El Gobierno debe hacer todo lo necesario para evitarlo. En el extremo, es preferible un acuerdo que pueda llevarnos a una nueva renegociación en el futuro antes que un default. No comparto la visión que señala que como habrá muchas reestructuraciones e impagos en el mundo, a nivel soberano y corporativo, un default argentino no sería grave. A nosotros nos condena nuestra historia; entramos en reestructuraciones de deuda demasiado seguido. La Argentina necesita de financiamiento para su sector privado y, además, un nuevo default nos quitaría del mapa de la inversión extranjera directa, de la inversión real. Todos los analistas coinciden en que la propuesta del Gobierno deja margen para negociar con los acreedores y llegar a un acuerdo; hacía ahí se tiene que mover el equipo económico. A modo de ejemplo, se podría ofrecer capitalizar los intereses de estos años en que no se pagarán o un menor haircut del capital. La postergación de la fecha del canje es una señal en esa dirección.

- Considerando su experiencia como director por la Argentina en el BID, ¿cómo deben actuar los organismos internacionales frente a la pandemia?

- Como bien señala José Antonio Ocampo, la respuesta multilateral a esta crisis está siendo insatisfactoria, a diferencia de la crisis del 2008-9, cuando el G20 coordinó una respuesta contundente a nivel global, que determinaron ampliación del capital de las instituciones financieras internacionales y una amplia emisión de DEG del FMI, además de la puesta a disposición de líneas de crédito sin condicionalidad. Paradójicamente, los países desarrollados actuaron ahora con una rapidez inusitada y una contundencia de los paquetes fiscales y monetarios inéditos, teniendo como antecedente la experiencia de la crisis 2008-09 en la que reaccionaron con retardo y dudas. El esfuerzo que están llevando adelante bancos regionales como el BID y la CAF, acelerando desembolsos, reorientando préstamos ya otorgados e incrementando todo lo que pueden el envelope de préstamos es muy loable. Pero para atender las necesidades existentes se precisa de un aumento del capital porque ya no tienen más disponibilidad para hacer frente a las demandas que tienen. El FMI puso a disposición USD 1 trillón, pero tiene demanda por 3 veces ese monto.

El default es el peor escenario para la economía argentina. El Gobierno debe hacer todo lo necesario para evitarlo. En el extremo, es preferible un acuerdo que pueda llevarnos a una nueva renegociación en el futuro antes que un default

- ¿Qué explica esta falta de respuesta coordinada a nivel internacional?

- La pandemia llegó en un momento de crisis del multilateralismo y la emergencia de gobiernos y tendencias populistas-aislacionistas en Europa y otras partes del mundo en desarrollo. Por eso, los gobiernos respondieron refugiándose en respuestas nacionales, obviando el aspecto multilateral y colaborativo. A diferencia de la crisis 2008-9, en que hubo una masa crítica de lideres como Obama, Merkel, Gordon Brown, que actuaron en el marco del G20, hoy se observa una crisis de liderazgo. Por otro parte, Estados Unidos mantiene una posición contra lo multilateral y, a su vez, Europa se muestra fracturada. Esta falta de coordinación a nivel internacional y la falta de actuación en el ámbito multilateral de las instituciones financieras internacionales y regionales con más poder de fuego perjudica principalmente a los países emergentes y en desarrollo porque para estos ese financiamiento también les significa la provisión de los dólares que tanto necesitan para servir sus deudas externas y financiar sus cuentas corrientes.

- ¿La solución para la Argentina es reestructurar la deuda que tiene con los organismos o cabe la posibilidad de condonación?

- Veo muy difícil que haya condonación de deudas por parte de los organismos, que, por cierto, son acreedores privilegiados. Pero puede haber standstill y reestructuraciones. Luego de acordar con los privados, el próximo paso para el país es acordar una reestructuración de los vencimientos con el FMI. Por otra parte, América Latina y el Caribe tendrá un incremento importante de amortizaciones de deuda en 2021 y 2022, al tiempo que sufrirá las consecuencias económicas de la pandemia, por lo cual, para evitar un dominó de defaults, habrá que estudiar standstills que incluyan de algún modo al sector privado.

- ¿Cómo ve a la Argentina en el mediano plazo?

- Argentina es un país grande, con una matriz productiva diversificada, con capacidades en ciencia e innovación gracias a su capital humano, por lo que si enfrenta sus debilidades persistentes, y pone en marcha un programa de desarrollo, apoyado por la unidad de sus clases y sectores sociales, está en condiciones de dar un gran salto. Los cambios en marcha por la 4ta. revolución industrial, que se acelerarán como consecuencia de la post-pandemia, entre ellos la digitalización de la producción y del mundo del trabajo y pautas de consumo sustentable que respeten el medio ambiente y los derechos laborales, además de los nuevos patrones de demanda de las sociedades desarrolladas y las emergentes clases medias de los países en desarrollo, podrían ofrecer oportunidades a economías como la nuestra. Tendremos que estar listos para aprovecharla.

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