Quién es y cómo piensa Larry Fink, el “tiburón de Wall Street” que está al frente del acreedor más poderoso de la Argentina

En 1992, después de perder millones en First Boston y pelearse con sus socios de Blackstone, el llamado “rey del riesgo” fundó Blackrock, el principal administrador global de fondos de inversión que administra unas 18 veces el PBI argentino

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Larry Fink, fundador de BlackRock, uno de los principales tenedores de deuda argentina. (Reuters/Shannon Stapleton)
Larry Fink, fundador de BlackRock, uno de los principales tenedores de deuda argentina. (Reuters/Shannon Stapleton)

Larry Fink es el John Pierpont Morgan del siglo XXI, o al menos así lo definió Jeffrey Sachs, uno de los economistas más reconocidos y populares del mundo. A principios del siglo XX, JP Morgan evitó –gracias a sus influencias sobre los titanes de las finanzas y de la industria– que un pánico financiero se transformara en una catástrofe, recordó Sachs hace pocos días. También dijo que ahora le toca a Fink evitar que un default argentino sea el puntapié inicial de una ola mundial de defaults soberanos cuyo efecto destructivo iría más allá de la actual pandemia mundial.

Si bien Sachs deja cuestiones abiertas sobre la oferta argentina, pone el peso sobre el presidente y fundador de Blackrock, el más importante grupo de fondos de Inversión del mundo, uno de los principales acreedores de la Argentina y tal vez el mejor posicionado para llevar las cosas en dirección de un acuerdo.

Blackrock es el más grande administrador de Fondos del mundo: su cartera de fondos administra entre 6,5 y 7 billones (millones de millones) de dólares, unas 18 veces el PBI de la Argentina

“Hay probablemente entre 30 y 40 países con profundas dificultades fiscales. Todos tienen que refinanciar sus deudas este año y el próximo, hasta que la recuperación de la pandemia estimule la actividad económica”, alertó Sachs, y pidió “racionalidad colectiva” a entes como el FMI y los grandes de las finanzas globales, como Blackrock. “Tu turno, Larry Fink, te toca ayudar a evitar una catástrofe financiera mundial”, lo desafía en el párrafo final Sachs, quien firmó la carta de apoyo a la Argentina junto a Joseph Stiglitz y otros economistas.

De Los Ángeles a Wall Street

Fink nació en 1952 en Los Ángeles y se graduó en Ciencias Políticas y Administración de Empresas. En una reciente “carta sobre el estado de los mercados globales” a raíz de la actual pandemia, dijo que “en mis 44 años en el sector nunca había experimentado algo así”. Allí, dejó sus impresiones sobre lo que debían hacer empresas y gobiernos, los criterios que seguiría Blackrock y los “cambios de conducta” a los que habrá que estar atentos.

La sede de BlackRock Inc en Nueva York, Estados Unidos (Reuters/Lucas Jackson)
La sede de BlackRock Inc en Nueva York, Estados Unidos (Reuters/Lucas Jackson)

Sandra Navidi, autora de $uperhubs, how the Financial Elite & their Networks rule the World (traducible como “Supercentros: cómo la elite financiera y sus redes gobiernan el mundo”, que Bloomberg eligió como “el mejor libro” de 2018), lo llamó el “rey del riesgo”, concepto en el que se especializó a partir de perder cientos de millones de dólares que previamente le había hecho ganar a su primer empleador, First Boston, en Nueva York.

En 1988, Fink pasó a manejar uno de los fondos de la firma Blackstone y lo volvió una máquina de ganar dinero. En 1992, por disputas de compensación y participación accionaria, se abrió y fundó Blackrock. Más dura que una “piedra negra” sería una “roca negra”.

Hoy, Blackrock es el más grande administrador de Fondos del mundo: su cartera de fondos administra entre 6,5 y 7 billones (millones de millones) de dólares, unas 18 veces el PBI de la Argentina.

En su libro, prologado por el “Doctor Catástrofe”, Nouriel Roubini, Navidi cuenta que “Fink construyó una red global sin paralelos. Sus contactos con demócratas y republicanos y su discurso público lo han convertido en una personalidad de alto cachet”. Blackrock tiene miles de computadoras programadas por científicos y matemáticos que monitorean decenas de miles de inversiones con algoritmos de análisis.

“El hecho de que Blackrock asesora, analiza y maneja tanto dinero de tantos inversores institucionales de todo el mundo le da una visión única sobre el conjunto del sistema financiero”, dice Navidi.

Fink, traductora de por medio, en una reciente entrevista con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. El fundador de Blackrock dice que, después de Nueva York, la capital mexicana es su ciudad favorita
Fink, traductora de por medio, en una reciente entrevista con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. El fundador de Blackrock dice que, después de Nueva York, la capital mexicana es su ciudad favorita

A la parte científica se suman los “contactos”. Fink contrató a politicos o ex funcionarios, como Philipp Hildebrand, ex gobernador del Banco Central de Suiza; y Kendrik Wilson, un ex funcionario del Tesoro de EEUU. Además, junto a Robert Rubin, ex secretario del Tesoro de Bill Clinton, es consejero del Council on Foreign Relations, tradicional think tank neoyorquino de política exterior y editor de la influyente revista Foreign Affairs, que se publica desde 1922.

Navidi calculó que Fink se pasa la mitad del año visitando clientes de todo el mundo y a través de “contratos mandatorios” supervisa Fondos de Riqueza Soberana, Fondos de Pensión, Bancos Centrales, Fundaciones y otros aglutinantes de riqueza. Tras la crisis financiera de 2008, el propio Tesoro de EEUU lo contrató para vender 30.000 millones de dólares en bonos colateralizados y la aseguradora AIG hizo lo propio para que Blackrock colocara activos hipotecarios. La autora, que lo trató en uno de las reuniones del Foro de Davos, pinta a Fink como una “personalidad Alfa”, “brillante y seguro de sí mismo”.

De hecho, no es tímido para expresar sus opiniones. Por caso, trató de “basura” los comentarios sobre temas monetarios de Alexandria Ocasio-Cortez, una ascendente diputada de Nueva York, del ala más progresista del partido demócrata.

En cambio, fue mucho más prudente con la monarquía saudita luego del asesinato del crítico periodista árabe Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia en Estambul. La reacción inicial de Fink al brutal episodio, que muchos medios vincularon a las denuncias de Khashoggi contra el príncipe saudita Mohammed bin Salman, fue no viajar a una conferencia mundial de inversores en Arabia. Parecía así validar su credencial (ganada en sus “cartas") de “activista social” de Wall Street. Pero Fink siguió haciendo negocios en Arabia. “Es un país grande, hay mucha gente muy buena, como en todos los países. Estas cosas no son blanco y negro, son cosas muy complejas”, justificó.

En una reciente entrevista, Fink contó que durante la semana duerme 6 horas diarias y se levanta a las 5:15, aunque los fines de semana prolonga su descanso a 8 horas, que sus actividades favoritas son el esquí y la pesca, su músico preferido es Bob Dylan y su lugar para vacacionar, Alaska. El personaje vivo que más admira es Phil Jackson, el mítico entrenador de básquet de los Chicago Bulls y Los Ángeles Lakers, y el histórico es Lee Kuan Yew, el ex primer ministro de Singapur. Sus ciudades preferidas son Nueva York y la ciudad de México y si tuviera 20 años para empezar como inversor se especializaría en energías renovables.

Fink aún no le contestó a Sachs. Tal vez lo haga a través de la negociación con la Argentina.

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