“El manual de supervivencia económica de la Argentina dice que, en este contexto de déficit fiscales épicos + el endeudamiento más alto de la historia + emisión monetaria a niveles nunca vistos + depresión económica, cualquier persona con ahorros grandes o pequeños, debería redireccionar una parte significativa de esa liquidez a la única moneda que no puede ser impresa: el oro”.
Así comienza la carta que Eduardo Elsztain, presidente del grupo IRSA, le envió a sus inversores, banqueros y amigos, muchos de ellos de Wall Street. La misiva llevó el título de “Capítulo Tres (de la crisis más desafiante de nuestras vidas)” y pone el foco en analizar el estado de la economía global frente a la pandemia y da consejos con lo que cree que son la mejores alternativas para resguardar el valor de los ahorros. “Es acudiendo a los metales preciosos”, dice.
“No nos sorprende que los inversores comienzan a aceptar pagar una prima alta por las monedas de oro. Por eso, cuando me preguntan si el precio actual de USD 1.700 la onza es caro o no, yo respondo que ese valor sólo expresa el punto de arranque de lo que podría ser la mayor suba del metal de la historia, en consonancia con el ritmo al que se está imprimiendo moneda sin respaldo”, relató.
“Esta alternativa, hasta hace no mucho, era considerada sólo por un pequeño grupo de ‘fanáticos del oro’, pero cada vez más está creciendo como una corriente de pensamiento entre los bancos de Wall Street e inversores institucionales. Por esta razón, creo que debemos prepararnos para un nuevo paradigma en la economía mundial”, detalló.
Elsztain viene de invertir USD 2 millones hace dos meses en oro. Compró el 5% de la mina de oro Suyai, en Esquel, en la provincia de Chubut, a la canadiense Yamana, con una opción de adquirir hasta el 40% en el futuro. “Eduardo dice que el oro es la única moneda que no se puede imprimir. Y recomienda invertir en ese metal justamente porque él ya lo viene haciendo”, aseguran en su entorno.
Ese “vuelo a lo físico” parece natural en un empresario acostumbrado a invertir en “ladrillos”, pero no por eso no diversificado. Además de IRSA, es accionista de Cresud, una de las empresas de agro más grandes del país y socio del Estado en el Banco Hipotecario, entre otros negocios. IRSA cortiza en Wall Street y su precio no escapa a la caída generalizada de activos locales en Wall Street: sólo en lo que va del año perdió un 50% de su valor.
Tres capítulos
En su análisis en el contexto de la pandemia, Elsztain cree que casi nadie está evaluando lo que denomina el “Capítulo Tres” de la crisis. Así llama a “la forma –y las consecuencias– que ha asumido el manejo que están haciendo de la misma los gobiernos de los principales países desarrollados”.
Los primeros dos capítulos, siempre según su razonamiento, tienen que ver con la salud y la economía.
Capítulo Uno, Salud. “La buena noticia es que en 2021 habremos en buena medida salido de ella, en tanto se mantengan los cuidados como el distanciamiento social y que la vacuna ya haya sido desarrollada, producido y distribuido a nivel mundial”.
Capítulo Dos, Impacto Económico. El empresario espera que las cuarentanas generalizadas generen un derrumbe del PBI en el segundo trimestre que “será masivo y global”, con fuertes consecuencias en el empleo “que caerá a niveles comparables a los de la Gran Depresión”.
“Cuando los países desarrollados necesitan financiar sus déficits, no dudan en imprimir cuanta moneda sea necesario para paliar esa urgencia de corto plazo, sobre todo si esa emisión no tiene efectos (por ejemplo, inflación) como es el caso hoy en esos países. Por eso, no tenemos dudas de que como resultado de la crisis, esas naciones mantendrán niveles récord de déficit fiscal, en tanto la FED y otros bancos centrales seguirán comprando bonos soberanos y corporativos, emitiendo moneda en cantidades jamás vistas en la historia de la humanidad”, agrega Elsztain en su documento.
Cuando me preguntan si el precio actual de USD 1.700 la onza es caro o no, yo respondo que ese valor sólo expresa el punto de arranque de lo que podría ser la mayor suba del metal de la historia, en consonancia con el ritmo al que se está imprimiendo moneda sin respaldo
Tras describir cómo están comportándose esas autoridades monetarias y la performance fiscal de EEUU (a la que califica de “catastrófica”), remarca que “el mayor problema de este escenario es que, tras décadas de gran demanda por los Bonos del Tesoro de EEUU, el mundo (y en especial China) están poco dispuestos a financiar a Washington, y la FED es hoy el único comprador de esos instrumentos.”
Finaliza diciendo que “en la historia argentina el dólar ha sido el refugio histórico de nuestros ahorristas, que buscan proteger sus activos de la devaluación del peso, moneda que perdió trece ceros desde su creación. Sin embargo, es notable ver cómo, en muchas ocasiones, cuanto más alto es el tipo de cambio, más demanda tiene la moneda americana. La lógica detrás de esa actitud es que en tiempos de crisis no hay precio para la divisa extranjera que sea lo suficientemente alto, dado que lo que importa es escapar del derrumbe de la propia moneda”.
En ese contexto es en el que le augura al oro lo que podría ser la mayor suba del precio del metal de toda la historia.
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