Martín Guzmán extendió la negociación hasta el 22 de mayo porque quiere arreglar. Alberto Fernández sabe que no le conviene un default porque le queda un largo período aún para gobernar. Al final Cristina Fernández de Kirchner va a dar libre para que se cierre la operación. Técnicamente, es muy fácil llegar a un arreglo, sin vulnerar la sustentabilidad de la deuda que exige el FMI. Todos estos y otros argumentos se escribieron y se escucharon reiteradamente en los últimos días, tanto en Wall Street como en Buenos Aires. Casi de la noche a la mañana cambió el “humor” y ahora son mayoritarias las opiniones de que finalmente habrá arreglo entre Gobierno y bonistas. ¿Por qué no lo habría si a ambas partes les conviene?, sería el resumen de los distintos puntos de vista que transmiten brokers y analistas de bancos y fondos de inversión.
Los activos argentinos reaccionaron en línea con estas expectativas. Algunos ADR (acciones argentinas que cotizan en Nueva York) subieron hasta 31% en dólares en sólo cuatro días, como sucedió con Grupo Financiero Galicia, mientras que otras entidades financieras ganaron alrededor de 25% como Macro o Supervielle. Pero en general todos los papeles tuvieron subas muy fuertes. Los bonos no se quedaron atrás, como lo reflejó el derrumbe del riesgo país desde 3.600 a sólo 3.100 puntos en menos de una semana. Ahora varios bonos argentinos ya se operan por encima de los USD 35 cuando hace apenas algunos días lo hacían en niveles de USD 30 o incluso por debajo.
Fue todo muy repentino, pero hubo algunas señales que envalentonaron a los inversores. La extensión del canje y el pedido de Guzmán para escuchar una “contraoferta” de los bonistas echó por tierra la postura inicial del tipo “tómelo o déjelo”. También hubo algunas declaraciones del Presidente indicando que no está buscando un default. Todo esto llevó a confiar en que tarde o temprano habrá arreglo. Quienes pensaban que las chances de acuerdo o default eran 50% para cada caso, ahora se juegan más por un 70% a favor de un arreglo.
Ahora para los inversores aumentaron las chances de un acuerdo entre el Gobierno y los bonistas, incluso después de la fecha “límite” del 22 de mayo. La suba de acciones y bonos refleja este sentimiento, pero la posibilidad de que se dé el “peor escenario” sigue latente
Incluso el 22 de mayo podría no ser el último plazo. Si bien es cierto que ese día vence el período de gracia para hacer frente a un pago de USD 503 millones de intereses, las negociaciones podrían continuar aún cuando formalmente ya las calificadoras de riesgo asignen el “default” a la deuda argentina. Los grandes tenedores de bonos no son fondos “buitre” ni tienen como negocio principal litigar. Claro que en la medida que el conflicto se extienda podría haber cambio de manos, algo peligroso para las chances de un futuro acuerdo.
El repunte de acciones y bonos tiene de todas maneras otra lectura. Los precios vienen del “quinto subsuelo”. Muchos activos cotizan entre 70% y 90% por debajo de sus niveles previos a la crisis cambiaria que arrancó en abril de 2018. Apostar a un repunte tiene su lógica aún en medio de la crisis de la deuda y de la pandemia. Si la Argentina rebota, los activos argentinos deberían literalmente “volar”. Algunos deciden tomar el riesgo y apostar a esa recuperación.
No fueron pocos los que recordaron la ola alcista que arrancó a fines de 2013, cuando la victoria de Sergio Massa en las legislativas generó una espectacular recuperación de las acciones y bonos, que venían por el piso.
Sin embargo, este rebote también alertó sobre otro repunte: el de julio y principios de agosto del año pasado, ante la expectativa de un buen resultado de las PASO para el macrismo. Incluso hasta último momento algunas encuestas lo daban ganador. Lo que pasó después es conocido. El lunes 12 hubo caídas de 50% en dólares, que incluso continuaron en los meses siguientes. Nunca más los mercados recuperaron la confianza en el proceso político y económico que se avecinaba en la Argentina
Por eso la incógnita ahora es si no podría ocurrir un nuevo “empome”, como se denomina en la jerga financiera a este tipo de comportamientos. Fuertes apuestas a que ocurrirá un escenario, pero que finalmente no es el esperado o está lejos de aquellas expectativas.
Para los que temen esa posibilidad, existe algún resguardo. Difícilmente los activos vayan a caer de la manera que sucedió aquella jornada posterior a las primarias. Ya los precios descontaban un nuevo default y fuertes presiones para la economía por la cuarentena. Por lo tanto, si se confirmaran estos temores seguramente habrá caídas pero no tan dolorosas.
En cambio, en un escenario optimista, el repunte de acciones y bonos podría ser espectacular. Muchos -la mayoría- de los grandes jugadores en la Argentina y en el exterior ya se quemaron con la Argentina. Pero algunos tienen más “estómago” o simplemente no sufrieron las pérdidas de los últimos tiempos y están dispuestos a realizar una apuesta. La premisa de “riesgo alto, retorno alto” se aplica en este caso más que nunca.
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