Dos premios Nobel de Economía, algunos ex ministros, un ex economista jefe del FMI y un total de 138 economistas profesionales con altas posiciones en universidades y centros de investigación, en su gran mayoría de EEUU y Europa, no son poca cosa.
Y eso fue lo que consiguió Martín Guzmán gracias al impulso de su mentor, el premio Nobel de Economía 1981, Joseph Stiglitz, con la publicación en el prestigioso sitio de opinión “Project Syndicate”, de un texto de claro respaldo a la oferta argentina.
Pero, en términos prácticos, ¿sirve de algo ese respaldo? ¿cambia acaso el parecer de los grandes fondos de inversión, cuya posición es decisiva para lograr niveles de aceptación significativos y evitar un “default duro”?
Ya antes de que, el miércoles, el ministro argentino participara en una reunión virtual emitida desde la Universidad de Columbia, donde se hizo discípulo de Stiglitz, el economista argentino Héctor Torres señaló en un tuit: “Guzmán habla hoy en Columbia con Jeffrey Sachs. Esperemos que no se den manija mutuamente. Sachs es gran académico, pero su épica contra el gobierno de Trump nos es totalmente inconducente”.
Torres, quien fue representante argentino en el directorio del FMI en las gestiones de los ministros Roberto Lavagna y Alfonso Prat Gay, prefiere acciones que generen resultados. Las caricias de Stiglitz, Sachs & Cía, sugiere su tuit, van a contramano del apoyo del Tesoro de EEUU, único que puede de verdad influir sobre los grandes fondos y sobre el FMI, principal acreedor de la Argentina.
De hecho, el resultado la primera estapa de la oferta de canje realizada por el gobierno, que prefirió no dar ningún dato al respecto, confirmarían la aprensión de Torres: el nivel de aceptación habría sido inferior al 15%.
El texto y la lista de firmantes tampoco impresionó demasiado al economista y sociólogo Juan Llach, ex viceministro de Economía y ministro de Educación argentino, miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y profesor emérito del IAE Business School de la Universidad Austral.
“Se trata de un grupo de unos 140 economistas, casi todos académicos, de buen nivel, pero muy pocos involucrados alguna vez en cargos relevantes de política económica”, señaló Llach a Infobae. “Unos dos tercios provienen de países desarrollados y un tercio de emergentes. La gran mayoría está en el centro del espectro político, algunos más a la izquierda, como Stiglitz, Piketty y Sachs. No los conozco a todos, pero casi ninguno está interiorizado de las realidades de la Argentina, presentes o pasada”.
Sobre el contenido de la carta, Llach observó que “recomiendan algo bastante obvio: que el nuevo arreglo de la deuda sea sostenible en el tiempo. Nada dicen, en cambio, de cuán peligroso sería ir a un default. Una omisión incomprensible, que revela el desconocimiento de nuestro país, ya que ir a un default podría condenar a la Argentina al estancamiento por bastante tiempo. Creo que esto empobrece la declaración y le da un sesgo. Me parece que pensaron más en apoyar al gobierno que en apoyar al país, actitudes que pueden coincidir, o no”.
Nada dicen de cuán peligroso sería ir a un default. Una omisión incomprensible, que revela el desconocimiento de nuestro país, ya que ir a un default podría condenar a la Argentina al estancamiento por bastante tiempo
Una primera observación que puede hacerse de la lista de firmantes es que muy probablemente rechacen de forma (casi) unánime a Donald Trump, aspecto común al mundo académico en general. Edmund Phelps, el segundo firmante, destaca no sólo por estar en el podio y ser otro Nobel de Economía (2006), sino también por su edad (87 años) y porque, al contrario de la mayoría, es más bien un “ortodoxo”. Su fama académica se inició con el desafío a la “Curva de Phillips”, que establecía una relación de tipo keynesiano entre salarios y empleo. Phelps introdujo el concepto de “expectativas adaptativas” y afirmó que tal elección política era esquiva. Economistas más ortodoxos avanzaron luego el concepto de “expectativas racionales” y llevaron las cosas aún más lejos: elegir un cierto nivel de empleo era una ilusión.
Carmen Reinhardt (por el apellido de su esposo, a quien conoció en la Universidad de Columbia), que completa el podio, es una economista cubana-americana, cuya familia emigró a EEUU en los primeros años del régimen castrista. Se graduó en la Universidad Internacional de Florida y estudios posteriores la catapultaron al departamento de investigaciones del FMI, donde trabajó junto al entonces economista jefe del organismo, Kenneth Rogoff, otro de los firmantes del texto.
Rogoff, una mente brillante (a los 18 años era el segundo mejor ajedrecista de EEUU) y profesor de la Universidad de Harvard, investigó junto a Reinhardt la llamada “crisis de las hipotecas”. Ambos fueron críticos de cómo se gestó y del gran aumento de la deuda pública (por los rescates bancarios) de los países ricos, tema que trataron en un libro de 2010 (El crecimiento en tiempos de deuda), cuyos datos fueron posteriormente cuestionados. Al igual que entonces, Rogoff es muy pesimista sobre el impacto a corto y mediano plazo de la actual pandemia de coronavirus, que llegó a comparar con una “invasión alienígena”.
La lista sigue con Jeffrey Sachs, de fama internacional: trabajó en los 80s y 90s en la estabilización de varios países ex soviéticos y se fue interesando cada vez más por el cambio climático, la pobreza y la desigualdad. Encabeza el “Instituto de la Tierra” de la Universidad de Columbia y su libro de mayor divulgación, “El fin de la pobreza”, fue prologado por Bono, el cantante de U-2, con quien cimentó una amistad personal por el trabajo conjunto en temas como la condonación de la deuda de varios países africanos y los “objetivos del milenio” elaborados por Naciones Unidas.
Dani Rodrik, economista de origen turco, es profesor de Harvard y tal vez la mayor autoridad mundial en estudios sobre desigualdad, en competencia cabeza a cabeza con el siguiente firmante, Thomas Piketty, autor de “El Capital en el siglo XXI”, libro que lo catapultó a la fama mundial e hizo que lo consultaran varios gobernantes, entre ellos Cristina Fernández de Kirchner, a quien visitó un fin de semana en Olivos. La ocasión fue rápidamente olvidada: pocas horas después la Argentina amanecía shockeada por la violenta y controvertida muerte del fiscal Alberto Nisman.
Estrellas ascendentes
Hasta aquí, los rockstars del firmamento académico. Sigue luego una larga lista de estrellas ascendentes, como la italiana Mariana Mazzucato. Nacida en Roma, Mazzucatto es profesora de la Universidad de Londres y estudió temas de innovación y progreso tecnológico, que acredita básicamente a la inversión del Estado. Su batalla actual es porque, cuando finalmente se logre, la vacuna contra el coronavirus esté libre de cualquier propiedad corporativa que limite la amplitud de sus beneficios. Gran reivindicadora del rol del Estado, las posiciones de Mazzucato fueron destacadas, en una nota reciente de Infobae, por Juan Grabois.
También italiano y experto en la economía de la innovación, el cambio tecnológico y los senderos de evolución de las empresas, es Giovanni Dosi, miembro de la “Initiative for Policy Dialogue” encabezada por Stiglitz. En 2011 Dosi asistió en la Argentina al “III Congreso Anual “Consolidación del Modelo Productivo, propuestas para la nueva década”, organizado por la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), que presidía el hoy ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas y en el que el invitado estrella era el entones ministro de Economía y ya designado candidato a vicepresidente, Amado Boudou. De la tenida también participó el francés Robert Boyer, referente de la escuela “regulacionista” francesa, otro de los firmantes de la nota de apoyo a la oferta argentina.
La lista también incluye economistas sudamericanos, como el venezolano Ricardo Hausmann, ex ministro de Planeamiento de su país, consejero de Juan Guaidó (principal opositor a la dictadura de Nicolás Maduro), ex economista jefe del BID y actualmente director del “Growth Lab” de la Universidad de Harvard. En enero, cuando el gobierno argentino daba sus primeros pasos, Hausmann planteó desde el foro de Davos, la duda que había sobre “quién es Alberto Fernández”.
Otro adherente es el argentino Alberto Minujin, profesor de la “New School University” creada en Nueva York a instancias de Stiglitz y con un aporte inicial de la Argentina. Minujin trabajó varios años la oficina latinoamericana de la Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) en temas de política social y reducción de pobreza infantil y en 2010 fue distinguido con la Medalla del Bicentenario Argentina por “sus contribuciones a los campos de los derechos de la infancia y las políticas sociales”.
También sudamericanos, más precisamente chilenos, son Ricardo Ffrench-Davis, que con sus 84 años fue maestro de varios economistas de la región, y Carlos Ominami, quien fue ministro de Economía del gobierno de Patricio Aylwin y es padrastro de Marco Enriquez Ominami, el fundador del Grupo de Puebla y amigo del presidente Alberto Fernández.
Menos conocidos para el público argentino es Brad Setser, que trabajó junto a Nouriel Roubini, el “Doctor Catástrofe”, en Roubini Global Economics (RGE), y es ahora economista del Council on Foreign Relations, un muy influyente think tank neoyorquino de política exterior, donde publica su exitosísimo blog “Follow the Money”. Ese seguimiento lo llevó, en su última entrega, al caso turco, cuya deuda externa es de 450.000 millones de dólares.
Parecido es el caso de James Galbraith, hijo del archifamoso (ya difunto) John Kenneth Galbraith, quien fuera amigo personal de John Kennedy y embajador de EEUU en la India. James es también crítico del capitalismo norteamericano y especialista en economía laboral, aunque también hizo consultorías externas: asesoró a Yannis Varoufakis, el ex ministro de Finanzas griego que en su momento se ganó la lejana admiración del entonces ministro de Economía argentino y hoy gobernador bonaerense, Axel Kicillof.
Ausentes
Como puede observarse del repaso, la nómina está dominada por economistas de línea progresista, pero tratándose de una lista tan extensa también cabe destacar la ausencia de notables como Paul Krugman y Nouriel Roubini y de ex funcionarios del Tesoro y de la Reserva Federal de EEUU de extracción académica, como Lawrence Summers, Timothy Geithner, Ben Bernanke y Janet Yellen, o de premios Nobel recientes e involucrados en el debate público como Paul Romer (especializado en tecnología y productividad) y Robert Shiller (especializado en finanzas).
Tampoco está en la lista el francés Daniel Cohen, académicamente cercano a Stiglitz, y bien podría haber estado el italiano Luigi Zingales, otro especialista en Finanzas con recorrido académico en EEUU y crítico de los abusos bancarios, y del catalán Xavier Sala-i-Martin, docente en Columbia pero crítico de las heterodoxias argentinas. Para Sala-i-Martin, fanático y ex directivo del Barcelona, la pasión argentina queda exhausta con Lionel Messi.
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