Nuestro país, como tantos otros países de la región y el mundo, atraviesa no sólo una crisis sanitaria sin precedentes, sino también un panorama económico complejo que se extenderá a lo largo de los próximos meses. El costo económico y social de las medidas que se han tomado hasta la fecha ha sido enorme y se vuelve primordial pensar en los desafíos que tenemos por delante para volver a escenarios de reactivación y crecimiento.
Es imperioso implementar una política de industrialización y transformación productiva que fortalezca las cadenas de valor para el consumo interno y el internacional
En este sentido, es fundamental entender que la reactivación no será un fenómeno local o regional, sino más bien mundial y ese mundo precisará de commodities para poder reiniciar la maquinaria económica. Argentina, si el tipo de cambio no se atrasara, podría aprovechar, como ocurrió en 2003, para posicionarse y exportar productos en dólares en el mercado externo. En ese camino debemos lograr un mejor aprovechamiento de los tratados de libre comercio existentes y también alcanzar nuevos acuerdos. De esta manera, una apertura inteligente a nuevos mercados nos permitiría incrementar la base exportadora. En paralelo, desde el Estado también debería incentivarse la inversión en sectores tan importantes como el petrolero, agroindustrial, minero y los servicios de valor agregado tecnológico.
Se deben introducir mecanismos más eficientes y eficaces de asignación presupuestaria. En segundo lugar, es urgente encarar una simplificación tributaria con reducción de impuestos
Es imperioso implementar una política de industrialización y transformación productiva que fortalezca las cadenas de valor para el consumo interno y el internacional. Los vínculos entre sectores estratégicos, el acceso al financiamiento de largo plazo y la importación de bienes de capital y de todo aquello que precise la ciencia, la tecnología y la innovación para su desarrollo son determinantes para iniciar una senda de crecimiento.
En el plano de la optimización de la gestión del Estado, los desafíos son múltiples. En primer lugar, hay que refocalizar el gasto público, identificando y eliminando gastos corrientes improductivos para derivar recursos a la producción. Para lograrlo, se deben introducir mecanismos más eficientes y eficaces de asignación presupuestaria. En segundo lugar, es urgente encarar una simplificación tributaria con reducción de impuestos. Argentina tiene una estructura impositiva que está por encima del promedio regional, e incluso del promedio mundial, y en este entorno de desaceleración sus efectos son muy negativos.
Desde el Estado también debería incentivarse la inversión en sectores tan importantes como el petrolero, agroindustrial, minero y los servicios de valor agregado tecnológico
Habrá que disminuir impuestos al consumo mediante la ampliación de bases y mecanismos de devolución a los sectores más vulnerables, lo que va de la mano de una reducción de la evasión. Para ello, el incremento de la bancarización, la integración de la información a través de la migración completa a trámites online y la extensión de la facturación y medios de pagos por vía electrónica, deben ser ejes para lograr reducir el nivel de evasión. Para este proceso es muy importante fijar reglas de juego transparentes y tener estabilidad jurídica.
Únicamente con un plan integral económico, productivo, y de optimización en la gestión del Estado, Argentina podrá salir adelante y mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes.
El autor es vicepresidente del Banco Ciudad