Cuántos defaults hubo en la historia argentina y por qué a Alberto Fernández lo desvela evitar una nueva cesación de pagos

El Presidente dijo reiteradamente que no quiere un nuevo incumplimiento. Además, los acreedores tienen un perfil muy distinto de la restructuración de 2005 y el contexto mundial es completamente diferente

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Alberto Fernández, en medio del
Alberto Fernández, en medio del entonces presidente Néstor Kirchner y el ministro de Economía Roberto Lavagna. El presidente prefiere mirarse en el espejo de la primera etapa del kirchnerismo, que recibió un gobierno en default y salió parcialmente de él con un fuerte "desendeudamiento"

La decisión del gobierno de prorrogar la negociación de la deuda hasta, por lo menos, el 22 de mayo, cuando expira el plazo de 30 días de gracia para salvar (o no) un vencimiento de USD 503 millones en bonos globales que no se pagó el 22 de abril, ratifica algo que quedó relegado mientras los comités de bonistas y el ministro Martín Guzmán jugaban a quién era más duro: desde mucho antes de asumir la presidencia Alberto Fernández dijo, varias veces, que no quería entrar en default y hasta llegó a afirmar, en la etapa preelectoral, que pensaba en una restructuración de deuda “a la uruguaya”. Esa restructuración, vale recordarlo, tuvo una aceptación de 98% (el mandatario también mentó, en otra ocasión, la restructuración ucraniana).

El hoy Presidente siempre ancla el kirchnerismo en la etapa inicial, que lo tuvo como jefe de Gabinete y en la que la economía creció a “tasas chinas”, a partir de un fuerte superávit fiscal (heredado por Néstor Kirchner debido a la extraordinaria contracción del gasto público y la caída del poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones derivada de la devaluación de 2001 y la inflación de 2002), el levantamiento del corralito y el corralón bancarios, la eliminación de las cuasimonedas y, finalmente, en febrero de 2005, el primer canje de deuda en default, que rebanó USD 67.000 millones del stock nominal de deuda pública. Ese, y el pago adelantado en diciembre del mismo año de poco menos de USD 10.000 millones al FMI, fueron los únicos actos de “desendeudamiento” del kircnerismo, que en los diez años siguientes más que duplicó la deuda pública total, de USD 120.000 millones en 2005 a USD 254.000 millones en diciembre de 2015.

La cuestión es que, desde que en julio de 2008 dejó de ser jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Alberto se convirtió en un feroz crítico, en particular de la gestión económica de su ex jefa, desde los manejos del Indec, controlado por Guillermo Moreno, y las reservas del Banco Central, hasta los blanqueos impositivos de Amado Boudou (2009) y Axel Kicillof (2014), amén de acusar a Cristina de "encubrir” a su vice con la estatización de Ciccone y a los presuntos autores iraníes del atentado a la AMIA con el Pacto con Irán. El ahora Presidente tampoco quiso quedar asociado al default de 2014, durante la gestión ministerial de Kicillof, ni a los malos resultados (fiscales, de crecimiento, de inflación, de deuda, de empleo) de los años finales del kirchnerismo.

La última palabra

Por eso, si bien el presidente respaldó a Guzmán y lo auxilió con gestiones políticas antes líderes europeos y ante el propio FMI, porque coincide en el credo de “alivio sustancial” y “sustentabilidad” que predica su ministro, se reservó la última palabra. Sabe que, una vez superada la pandemia, necesitará crédito y una buena relación con el mundo para impulsar la recuperación de la hoy muy golpeada economía argentina. También, que más allá de la buena relación personal y de los elogios que le dispensa a Kristalina Georgieva, la directora del FMI, estando en default con los bonistas privados a la Argentina le sería imposible renegociar con éxito la deuda con el FMI, que con USD 44.000 millones es, de lejos, el principal acreedor del país.

El presidente y Guzmán han
El presidente y Guzmán han elogiado la disposición de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, pero es dudoso que puedan renegociar la deuda con el Fondo estando en default con el grueso de los bonistas

De resultas, el presidente es consciente también de que más allá de su simpatía por el Grupo de Puebla, las idas y vueltas con el Mercosur y las ambigüedades respecto del régimen de Nicolás Maduro y la dramática situación de Venezuela (ahora exacerbada por el coronavirus), el default podría sacar a su gobierno de la cancha mundial si es visto como un episodio temprano y solitario, no en el marco de una solución global y consensuada a los problemas de deuda que agudizará la crisis derivada de la pandemia.

También es de su conocimiento que la restructuración que enfrenta ahora tiene tres importantes diferencias con la de 2005, señalados en un libro del académico Jerome Roos, de la Escuela de Economía de Londres (LSE, como es conocida por sus siglas en inglés) que le fuera referido por el propio Guzmán:

1) Aquella deuda estaba en manos de acreedores y pensionistas europeos, japoneses y argentinos geográfica y jurídicamente dispersos, sin mucho conocimiento de los mercados globales y con escasa capacidad de coordinación. Además, llevaban cuatro años sin cobrar, mientras los actuales cobraron sus acreencias hasta hace menos de 30 días.

2) Los acreedores de 2005 no tuvieron ningún apoyo de sus gobiernos. Es dudoso que los poderosos Fondos de Inversión que detentan gran parte de los bonos a restructurar no usen su capacidad de lobby sobre los gobiernos de sus países, más allá de las buenas intenciones que en sus conversaciones con mandatarios europeos recogió Alberto Fernández.

3) En 2005 la Argentina tenía a su favor un extraordinario “viento de cola": bajas tasas de interés internacionales, fuerte crecimiento brasileño y boom del precio de los commodities. Ahora está en medio de una pandemia y en el inicio de una posible depresión económica mundial.

Lo que sigue es un repaso de la historia de episodios que el presidente no quiere repetir e intentará evitar en las próximas dos semanas.

Los antecedentes de incumplimientos de deuda

Fuente: The Economist
Fuente: The Economist

El abogado Eugenio Bruno, experto en el estudio e intervención como letrado en casos de reestructuraciones de deuda, escribió en su libro El default y la reestructuración de la deuda tres tipos de default emblemáticos en la historia de la Argentina:

1. Típico de iliquidez e insolvencia: “Cuando Buenos Aires se encontraba quebrada, en guerra con el Brasil, en medio de conflictos bélicos internos, con un Tesoro exhausto y con una economía virtualmente inexistente, sin un PBI capaz de afrontar el endeudamiento. Los agentes financieros que arreglaron el préstamo de 1824 (Baring Brothers) y los inversores que compraron títulos fueron co-responsables por esta situación de default, al haber prestado sumas multimillonarias a un territorio que carecía de los recursos para su repago”.

2. Efecto derrame de la crisis de deuda en México: "El segundo distintivo fue el de 1988, en el marco de las negociaciones entre el Gobierno y los banqueros que se había iniciado en 1982, luego de la Crisis de la Deuda de México y rápidamente propagada por toda América Latina, bajo las cuales se venían refinanciando anualmente los vencimientos que la Argentina debía afrontar.

3. Crisis de la convertibilidad: El último caso de cesación de pagos resonante fue en respuesta al severo debilitamiento del régimen de cambio fijo, en un escenario de deterioro de la competitividad de las empresas por los bajos precios internacionales. El default decretado por el presidente fugaz Adolfo Rodríguez Saá a fines de diciembre de 2001 habría sido de mala fe, ya que si bien la situación fiscal de la Argentina estaba muy lejos de ser sólida, durante 2002, fue declarado bastante antes de las fechas con vencimientos sustanciales y el Presupuesto preveía fondos para ciertos pagos luego de que ésta hubiera sido reestructurada y que se esperaba tener terminada en marzo de 2002″, dijo Bruno.

En otro orden, el economista de Carta Financiera, Miguel Boggiano, afirmó a Infobae: "La Argentina ha entrado en default muchas veces en su historia. “Queda a la vista que los reperfilamientos compulsivos del ex ministro de Economía, Hernán Lacunza en el 2019 y de Martín Guzmán en 2020 constituyen un nuevo evento de default”, sostuvo. No obstante, aclaró que “han sido cinco los eventos que efectivamente representaron un default con una consecuente reestructuración”.

Queda a la vista que los reperfilamientos compulsivos del ex ministro de Economía, Hernán Lacunza en el 2019 y de Martín Guzmán en 2020 constituyen un nuevo evento de default (Boggiano)

Cronología de los incumplimientos

1. 1827. La Argentina había tenido una presencia activa en los mercados internacionales de capital luego de la Independencia en 1816. “Fue justamente en medio de un boom de préstamos ocasionados por el fin de las guerras napoleónicas que Argentina y otros países de América Latina consiguieron emitir bonos en Londres para financiar sus guerras de independencia”, sostuvo Boggiano quien añadió que ese boom crediticio terminó en 1825 cuando el Banco de Inglaterra subió su tasa de descuento para frenar su caída de reservas. Ese ajuste monetario derivó en un crash bursátil, problemas bancarios y recesión en Inglaterra y Europa Continental. “En pocos meses, la crisis se expandió a América Latina. Argentina entró en default en 1827 y recién reinició sus pagos en 1857”, detalló.

2. El “Pánico de 1890”. La principal causa fue la bancarrota a la que casi llega la banca Baring Brothers debido al exceso de crédito que le había otorgado a la Argentina. El destino del préstamo, tomado principalmente en la época del ex presidente Julio Argentino Roca, fue para la construcción de ferrocarriles y a la modernización de Buenos Aires para transformarla en la “París de Sudamérica”, construyendo amplias avenidas, parques y un puerto moderno.

Se incumplió el pago en tiempo y forma de un préstamo para la construcción de ferrocarriles y a la modernización de Buenos Aires para transformarla en la “París de Sudamérica”, construyendo amplias avenidas, parques y un puerto moderno

“En 1880 la nación había crecido de manera sorprendente con el modelo agroexportador. Las políticas liberales del presidente Miguel Juárez Celman (1886-1890) llevaron a un período de especulación financiera que creó una burbuja. En 1888 quiebra el Banco Constructor de La Plata y estalla la crisis. El Estado argentino ingresa entonces en cesación de pagos por cuatro años”, destacó el economista de Carta Financiera.

3. 1982.Esta crisis de deuda fue, después de la de 1930, la de mayor alcance del siglo XX”, consideró Boggiano. En ese sentido, afirmó que decenas de países de América Latina y África cayeron en default y que a diferencia de la cesación de pagos de bonos de la deuda pública, se produjo sobre préstamos bancarios.

Según el economista de Carta Financiera, la Argentina tardó hasta 1992 en regularizar su situación a través del bautizado Plan Brady. “El régimen militar de 1976 a 1983 abusó del boom de liquidez mundial de los petrodólares. Por primera vez desde 1930 había crédito internacional para países emergentes. El país pasó de una deuda externa de USD 7.000 millones en 1976 a USD 45.000 en 1983, mientras que el PBI se mantuvo estancado”, describió.

“El régimen militar de 1976
“El régimen militar de 1976 a 1983 abusó del boom de liquidez mundial de los petrodólares", dijo Miguel Boggiano

No obstante, la chispa que inició la crisis fue una fuerte suba de tasas de interés en Estados Unidos que terminó empujando a México: el 16 de agosto de 1982 se declaró imposibilitado de pagar los intereses de su deuda en dólares de USD 80.000 millones. Para octubre de 1983, se anotaban 27 países que debían USD 239.000 millones y estaban en vías de reestructuración. De esos Estados, 16 eran de América Latina, y entre México, Brasil, Venezuela y Argentina, sumaban el 74% de la deuda en reestructuración. Aproximadamente USD 37.000 millones se le debía a los ocho bancos más grandes de EEUU, lo que representaba el 147% de sus reservas de capital de aquel entonces.

4. 2002. El entonces presidente Adolfo Rodríguez Saá anuncia en diciembre de 2001 que Argentina suspendería sus pagos a la deuda externa y fue aplaudido en el Congreso Nacional. Sólo tres años después del Plan Brady (que implicó diferentes reducciones de deuda), la Argentina volvía a niveles previos a este acuerdo.

El ex presidente Adolfo Rodríguez
El ex presidente Adolfo Rodríguez Saá anuncia en diciembre de 2001 que Argentina suspendería sus pagos a la deuda externa

“A nueve años del Plan Brady, la deuda llegaba a más del doble. Como porcentaje del PBI, pasó del 50% en los años noventa al 200% en 2001. El alto nivel de endeudamiento tuvo una gran influencia en la recesión que empezó en 1998 y en la caída libre de la actividad económica en 2001. Se ha acusado al FMI de haber sido el responsable de permitir esta crecida de la deuda, pero la responsabilidad última fue de la clase política argentina”, remarcó Miguel Boggiano.

A nueve años del Plan Brady, la deuda llegaba a más del doble. Como porcentaje del PBI, pasó del 50% en los años noventa al 200% en 2001. El alto nivel de endeudamiento tuvo una gran influencia en la recesión que empezó en 1998 y en la caída libre de la actividad económica

5. Comienza en el final del gobierno de Mauricio Macri, agosto de 2019.Macri sale del default a comienzos del 2016 y en tiempo récord vuelve a tener dificultades serias para honrar su deuda. Acude al FMI en mayo de 2018 y luego de perder en las PASO de 2019, enfrenta una caída extra en la confianza. Al no poder renovar deuda de corto plazo en dólares (Letes), su ministro de Economía (Hernán Lacunza) decide modificar unilateralmente la fecha del pago del capital. El problema se extiende hasta el presente. Hoy es el ministro de Economía Martín Guzmán quien se ve envuelto en este mismo evento crediticio”, analizó Boggiano.

El ex presidente Mauricio Macri
El ex presidente Mauricio Macri junto al ex ministro de Economía Hernán Lacunza que anunció el reperfilamiento de la deuda pública. (Adrián Escandar)

“Los políticos argentinos llevan 200 años gastando más allá de sus posibilidades. No importa el partido político; no importa si han sido gobiernos militares. Este gasto se financió en repetidas oportunidades con deuda. Si bien los diferentes defaults consiguieron ciertas quitas sobre la deuda, no se debe olvidar que hay una sola forma de pagar: con superávit fiscal”, concluyó Miguel Boggiano.

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