Empresas al borde de la quiebra: ¿ayudan realmente los planes del Estado para asistir a las pymes?

El aplanamiento de la curva de contagios de la COVID-19, exitoso hasta el momento, viene acompañado del crecimiento exponencial de firmas en situación terminal

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La difícil situación económica y financiera de gran parte de las pymes en Argentina de los últimos años se profundizó recientemente con el brote de la COVID-19 y el decretado “aislamiento social, preventivo y obligatorio” que obligó a una sustancial proporción de los sectores productivos al cierre de sus actividades económicas.

Si bien las flexibilizaciones que se fueron otorgando con el correr de las semanas para la reapertura de ciertas operaciones y los paquetes de ayuda, orientados principalmente a las pymes, contribuyen a paliar parcialmente el impacto adverso de las medidas de prevención sanitaria, la situación sigue siendo crítica y el futuro sumamente incierto en el corto plazo.

Frente a este escenario se requieren de diagnósticos claros sobre la situación que enfrentan las pymes. Por ejemplo, una empresa textil cuyas actividades estuvieron cuatro semanas paralizadas y recién a fines de abril se autorizó la venta electrónica, pero para muchas de estas firmas no significa cambio alguno ya que no disponen del desarrollo tecnológico y capital suficiente para readecuar su negocio a esta modalidad.

A fines de abril se autorizó la venta electrónica de textiles, pero para muchas de estas firmas no significa cambio alguno ya que no disponen del desarrollo tecnológico y capital suficiente para readecuar su negocio

A continuación, se presenta la situación previa al brote de la COVID-19 de esta empresa hipotética y luego se elabora un escenario de flexibilización parcial del aislamiento social, preventivo y obligatorio, bajo el supuesto de que la firma accede a los beneficios económicos anunciados hasta el momento.

El escenario de una hipotética empresa textil
El escenario de una hipotética empresa textil

Dentro de los gastos operativos asociados a las ventas de una pyme comercial de indumentaria se encuentran:

1. El alquiler mensual del local, unos 60 mil pesos para el ejemplo;

2. El costo de reposición de mercadería cuyas nuevas órdenes dependen del volumen de ventas y del ingreso de las nuevas temporadas, asumiendo en el ejercicio un valor de 400 mil pesos para el mes previo al confinamiento social;

3. Las remuneraciones (con base en dos empleados) por 85 mil pesos en total;

4. Servicios como agua, luz, profesionales, bancarios y de telecomunicaciones. por poco menos de 60 mil pesos mensuales y

5. Cargas previsionales e impuestos (anticipo de ganancias, ingresos brutos, impuestos provinciales y municipales) por un estimado de 112 mil pesos mensuales.

En relación a las ventas, los comercios minoristas de indumentaria transitaron varios años de baja. En 2019, según CAME, las cantidades vendidas cayeron 11,2% respecto del año previo, mientras que en los primeros dos meses del año el volumen se mantuvo débil, aunque recortó la caída interanual.

Suponiendo niveles de venta similares a los de inicio de año –es decir, bajos pero estables– los ingresos se estimaron en 750 mil pesos. De esta manera, el resultado operativo arroja una ganancia de 34,5 mil pesos en el mes previo al confinamiento.

¿Qué sucedió a partir de marzo 2020? Nuevamente según CAME, en el tercer mes del año los volúmenes de venta minorista de indumentaria se desplomaron un 65% interanual. Bajo ese supuesto, los ingresos cayeron a poco más de la mitad respecto del mes previo, mientras que los gastos se mantuvieron relativamente estables.

En el tercer mes del año los volúmenes de venta minorista de indumentaria se desplomaron un 65% interanual

Dentro de las medidas de apoyo económico a pymes se encuentran la posibilidad de postergación de las cargas previsionales devengadas en marzo 2020, el pago del 50% de los salarios hasta un tope de dos Salarios Mínimo Vital y Móvil (SMVM) por empleado y el acceso a líneas de crédito garantizadas por el gobierno o préstamos blandos (hasta un máximo de tasa de 24 por ciento).

Bajo el supuesto de que la pyme hipotética pudo acceder a parte de beneficios, en marzo se ahorraría el pago de las cargas sociales (que probablemente no hubiera hecho de todos modos). Se conoce de las dificultades que tuvieron estas empresas para acceder a los créditos blandos por lo que se supone que este beneficio no opera, en tanto que, si bien tuvo que incurrir en varios de los costos del negocio al estar operativo más de la mitad del mes, suspendió los gastos al máximo posible (algunos servicios como profesionales y los impuestos).

La empresa textil y su resultado operativo
La empresa textil y su resultado operativo

Así en marzo, aún con más de la mitad del mes operando, accediendo a los beneficios mencionados y suspendiendo algunos pagos, el empresario se enfrentó con la necesidad de financiar 134 mil pesos adicionales.

En abril, cerrado el negocio completamente, se decide sólo el pago de los sueldos (85 mil pesos) y para ello se supone el acceso al beneficio del Programa de Protección al Trabajo y la Producción del pago parcial de la nómina salarial. Nuevamente aquí restan financiar poco más de 50 mil pesos.

¿Cómo se cubren estos gaps financieros? Depende del punto de partida de la empresa. Si es una firma con buen historial crediticio, podría ser a través de la ampliación de las líneas de crédito o la toma de nuevos préstamos.

También podría ser con la aplicación de fondos propios acumulados en períodos previos. ¿Pero es razonable pensar que estas posibilidades están al alcance de las manos de la generalidad de las pymes argentinas? No: lo más probable es que la firma no pueda acceder a préstamos de terceros y, si lo hace, será bajo condiciones financieras altamente restrictivas. De igual manera, difícilmente tenga suficientes fondos acumulados para cubrir las necesidades financieras considerando, además, que marzo y abril fueron dos meses de ingresos netos negativos.

Flujo de ingresos
Flujo de ingresos

De esta manera, muchas pymes llegaron a mayo –si es que lo hicieron, en rigor–, con una situación apremiante. Varias tendrían que haber cerrado el negocio definitivamente o, en el mejor de los casos, haber pagado parcialmente la nómina salarial.

¿Cómo sigue la historia en los meses subsiguientes? Suponiendo que en mayo sólo se permite la venta electrónica con entregas a domicilio y que la empresa logra reconvertir su negocio a ese canal de comercialización, se podría esperar un ingreso por ventas no mayor al 10% de lo facturado en el mes previo al confinamiento.

Suponiendo que el propietario accede al beneficio del préstamo a tasa cero por el monto máximo permitido ($150 mil). Este crédito se repagará a partir del séptimo mes en 12 cuotas iguales y consecutivas y, dada la tasa de 0% y una inflación de 50% anual, el valor real de devolución es de aproximadamente la mitad. El problema es que dicho préstamo se deposita como saldo de una tarjeta de crédito, por lo que muchos pagos del negocio estarán vedados. Nuevamente la empresa debería recurrir a la suspensión de los pagos no esenciales (es decir, no operativos). Al propietario pyme le quedaría un sobrante de 100 mil pesos aproximadamente que no puede aplicar, por ejemplo, al pago de proveedores.

Suponiendo que en mayo sólo se permite la venta electrónica con entregas a domicilio y que la empresa logra reconvertir su negocio a ese canal de comercialización, se podría esperar un ingreso por ventas no mayor al 10% de lo facturado en el mes previo al confinamiento

Si a partir de junio se permite la apertura para la atención presencial siguiendo protocolos de seguridad podría esperarse, en el mejor de los casos, una generación de ventas por el equivalente al 30% de la facturación previa al aislamiento social decretado. Esto es, considerando la reducida presencia en locales permitida y una baja demanda de indumentaria, ya sea por ingresos mermados y/o ausencia de deseo de asumir riesgos sanitarios para acceder a este tipo de bienes.

En conclusión, a partir del mes próximo se iría normalizando la situación. Aún así se incurriría en el retraso de pagos y, si bien en menor escala, surgirían nuevas brechas de financiamiento. La situación patrimonial de la firma se deterioraría sustancialmente a lo largo de los meses, entre los préstamos a los que pueda acceder y el retraso del pago de servicios, impuestos y cargas sociales. Así, a fines de julio la deuda acumulada superaría largamente un mes entero de venta en períodos “normales”. La suspensión de pagos altera a toda la cadena de pagos, generando dificultades financieras en el entramado productivo que se retroalimentan.

A fines de julio la deuda acumulada superaría largamente un mes entero de venta en períodos “normales”. La suspensión de pagos altera a toda la cadena de pagos, generando dificultades financieras en el entramado productivo que se retroalimentan

Los paquetes de apoyo implementados son escasos a la luz del actual contexto. En este ejercicio imaginario, por caso, asumiendo acceso a todas las medidas, se logran cubrir menos del 30% de los gastos operativos de un mes normal.

La situación es a todas luces insostenible para las pymes. Aquellas más solventes podrán sostenerse un par de meses, pero sin duda muchas –la mayoría– están a un paso de la quiebra.

El cierre de empresas tiene un costo social y económico elevado, no sólo para su propietario. Detrás de cada una de estas pequeñas y medianas empresas hay familias, cadenas de valor, conocimiento, capital invertido, cartera de clientes y más. Si se agrega que un 70% del segmento se encuentra impedida o altamente limitada para operar, el costo del quiebre masivo es difícil de imaginar.

El aplanamiento de la curva de contagios de la COVID-19, exitoso hasta el momento, viene acompañado del crecimiento exponencial de pymes en situación de quiebre que requiere de una atención con respiradores de mejor calidad que los hasta ahora utilizados.

El autor es Analista Económico y director de Focus Market

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