Las previsiones respecto a cómo afectará a la economía global el “coronacrash” que obligó a los distintos países a adoptar distintos grados de distanciamiento social se modifican día a día, y siempre a la baja. La más reciente estimación, hecha por la calificadora de riesgo Moody’s Investors Services supera en pesimismo a las más recientes publicadas por el Banco Mundial y el FMI. La agencia crediticia prevé que la economía argentina se contraiga 6% este año, un retroceso mayor al promedio de caída de las economías emergentes que forman parte del G-20, que caerían 3,5% en conjunto.
“Los costos económicos de la crisis del coronavirus en medio de la casi paralización de la economía mundial se están acumulando rápidamente. Ahora esperamos que las economías avanzadas del G-20 como grupo se contraigan en un 5,8% en 2020. Incluso con una recuperación gradual, esperamos que el PIB real de 2021 en la mayoría de las economías avanzadas esté por debajo de los niveles anteriores al virus. Excluyendo a China, prevemos que los países de mercados emergentes del G-20 se contraigan un 3,5% en 2020, por debajo de nuestra previsión de un crecimiento del 3,2% antes del brote”, detalló el informe de Moody’s.
Para peor, el análisis sostiene que los riesgos a ese nuevo escenario base de recesión global son a la baja. Ya sea porque las medidas de restricción deban ser extendidas más allá de lo previsto o porque los cambios en la economía global se vuelvan permanentes, con sectores económicos que no se recuperarían, los analistas de Moody’s entienden que lo más probable es que una modificación a sus previsiones implique recortar aún más las expectativas de actividad global.
“Es probable que la integración global de la economía mundial cambie. Por ejemplo, la crisis del coronavirus ha creado perturbaciones en la cadena de suministro y también podría cambiar fundamentalmente las pautas de consumo, lo que podría dar lugar a una reorganización en gran escala de las economías con el tiempo”, aseguró el reporte conducido por Madhavi Bokil, vicepresidente y senior credit office de Moody’s.
Argentina golpeada
La previsión anterior de la calificadora para la actividad económica argentina era de una caída del 2,4% durante este año 2020. El golpe a la economía global que supone la pandemia llevó a recortar esa expectativa al 6% de baja. Este mes, el Banco Mundial estimó que la Argentina caería 5,2%, mientras que el FMI previó una contraccion del 5,7%.
El informe resalta a la Argentina como uno de los tres países emergentes miembros del G-20 que han tomado las medidas más estrictas de distanciamiento social, junto con India y Sudáfrica. Y, si bien espera que eso pese en el desempeño económico de los países en cuestión, también resalta que están teniendo éxito en “aplanar la curva” de contagios de COVID-19.
Países como México, Brasil, Turquía, Indonesia, Arabia Saudita y Rusia adoptaron medidas más laxas, señala Moody’s, pero de todas formas se vieron afectadas. “No obstante, las restricciones han limitado gravemente la actividad económica. Además, el riesgo de que el brote desencadene una crisis sanitaria mayor es ás alto en estos países que en otros. Es probable que este riesgo pese sobre la recuperación de la actividad de los consumidores en estos países mientras el virus siga propagándose”, señaló.
El informe espera que la economía de México caiga 7% este año, que la de Brasil retroceda 5,2%, la de Turquía 5%, que la de Indonesia crezca 0,2%, que la de Arabia Saudita se contraiga 3,8% y que la de Rusia pierda 5,5%.
Una nueva economía global
Para Moody’s, la economía post-COVID-19 no será la misma que existía antes de la pandemia. “La crisis del coronavirus tendrá ramificaciones para las relaciones comerciales y la globalización a largo plazo. El choque del coronavirus ha creado interrupciones en la cadena de suministro que han puesto al descubierto las vulnerabilidades del sistema de comercio mundial y el modelo de inventario justo a tiempo para la gestión de la cadena de suministro”, señaló el informe.
Menor integración internacional y el privilegio a la provisión local de las distintas cadenas de valor es uno de los riesgos para la configuración económica actual.
“Esas perturbaciones se producen después de las elevadas tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China, que ya han provocado algunos cambios en las cadenas de suministro. Más allá de 2021, las empresas pueden considerar una serie de opciones, entre las que se encuentran el acercamiento de las cadenas de suministro a sus mercados y despidos. También es probable que algunos países alienten la producción nacional de equipo médico y otros bienes esenciales. El reciente anuncio del Japón de un apoyo fiscal de 220.000 millones de yenes (2.000 millones de dólares) a las empresas nacionales para que reorganicen sus cadenas de suministro demuestra que esos esfuerzos están en marcha”, remarcó.
“Además, la crisis del coronavirus podría cambiar fundamentalmente las pautas de consumo, con la posibilidad de una reorganización a gran escala de las estructuras económicas con el tiempo. A pesar de los esfuerzos de los encargados de la formulación de políticas por ayudar a las empresas a mantenerse a flote, es probable que algunos efectos en los sectores más afectados, como el del ocio, la hostelería, los viajes y el comercio minorista, sean irreversibles. A medida que las personas y las empresas se adapten al distanciamiento social, la naturaleza del trabajo y la prestación de servicios podría cambiar permanentemente en ciertos sectores. Por ejemplo, es probable que se produzcan perturbaciones en el sector del petróleo y el gas como resultado de los cambios en los viajes y la vida laboral. La digitalización aumentará en el proceso”, vaticinó la calificadora.
“Estos cambios tendrán inevitablemente costos en términos de eficiencia y comercio internacional. También podrían tener profundas repercusiones geopolíticas, ya que algunos países se beneficiarán de estos acontecimientos y otros se enfrentarán a nuevos reveses”, concluyó.
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