Desde 2002 al día de la fecha, el peso argentino perdió un 99% de su valor frente al dólar. Habiendo dicho eso, se puede comenzar a hablar de por qué dolarizar la economía podría traer la tranquilidad y estabilidad económica que Argentina necesita.
Antes, conviene analizar el contexto histórico. En el año 1989 la inflación anual promedio local fue de 3079%. Los precios de un año al otro se multiplicaban por 50. En 1990 no fue mucho mejor, la inflación anual promedio fue del 2314%. A comienzos de 1991 el nuevo gobierno de Carlos Menem se centraba principalmente en cómo resolver el problema inflacionario. Finalmente, a partir de una propuesta de Domingo Cavallo, se aprobó la Ley de Convertibilidad.
El principal objetivo de esta ley era devolverle la convertibilidad a la moneda nacional. En este sentido, se eliminaban los controles cambiarios y el Austral pasaba a ser libremente intercambiable por otras monedas. Obviamente, está la ley le impedía al Estado incrementar la emisión de pesos sin el correspondiente incremento de los dólares en las reservas. Es decir, la capacidad del Banco Central de hacer política monetaria quedó anulada. El gobierno había perdido su principal medio de financiación, la emisión monetaria. Ahora sólo podía utilizar la vía de los impuestos y la emisión de deuda en el mercado.
Además, en lo que va del 2020 ya se emitió el equivale al 82% del 2019 y al 97% del 2018. Sin dudas, toda esta emisión repercutirá en un alza de los precios y una caída de los salarios
¿Cuáles fueron los resultados obtenidos? En 1991, la inflación experimentó una baja llegando a 171,7%. Si bien los valores eran altos y se la podía seguir considerando hiperinflación, hay que recordar que un año atrás registraba más de 2300%. Con el paso del tiempo, esta tendencia bajista se mantuvo y se potenció, llegando a estabilizarse en un promedio de 2% desde 1993 en adelante. La economía argentina había encontrado la estabilidad que necesitaba.
Otro ejemplo es Ecuador. Antes de la dolarización, según datos del Banco Mundial, la inflación pasó de 22%, en 1995, a 96% en 2000. Un año después bajó 37% y a 12% en el 2002. Desde entonces, no ha vuelto a sobrepasar el 10% anual. Antes de la dolarización, la devaluación, la inflación y las exageradas emisiones monetarias generaban diariamente un valor diferente del sucre (moneda local) y eso afectaba principalmente a la clase media que tenía sueldos fijos. Según el Banco Mundial, en 1999 los niveles de pobreza en ese país habían alcanzado al 60% de la población. Cepal informó que la tasa de pobreza total en Ecuador en 2018 fue del 24,2 por ciento.
Igualmente, todo no es color de rosas. Hoy, Ecuador está atravesando los mismos errores que atravesó Argentina al final de la convertibilidad: alto gasto público y déficit de balanza comercial. Para evitar que las cuentas públicas exploten, luego de que el ex presidente Rafael Correa haya impulsado un masivo crecimiento del gasto público, Lenin Moreno recurre a un plan de recorte social. Resulta una medida necesaria, pero al ser Ecuador uno de los países con mayor desigualdad económica, muchos sectores termina realmente muy golpeados. Sí se suma la crisis del coronavirus como variable a analizar, Ecuador no tiene las mismas facilidades que posee Argentina de emitir para hacer salvatajes financieros.
La situación local
En el país, el Gobierno recurre de forma directa a la emisión para paliar los efectos negativos que ocasionará esta cuarentena para la economía. Por cada semana que se extiende la cuarentena la economía pierde 1 punto de PBI. Además, en lo que va del 2020 ya se emitió el equivale al 82% del 2019 y al 97% del 2018. Sin dudas, toda esta emisión repercutirá en un alza de los precios y una caída de los salarios.
Al final de la presidencia de Mauricio Macri, el dólar blue cotizaba a $60 y hoy cotiza a $110, un aumento del 83 por ciento
Las estimaciones más positivas hablan de una inflación para fin de año del 60% y una caída del PBI de un 8,8 por ciento. Sí se cumple lo dicho por el presidente Fernández –de preferir un 10% más de pobres, antes de que se expanda el coronavirus–, se llegaría a 19,8 millones de personas bajo el umbral de pobreza.
Sabiendo esto, ¿no sería correcto proteger el dinero a partir de una dolarización? Para ponerlo más en perspectiva: al final de la presidencia de Mauricio Macri, el dólar blue cotizaba a $60 y hoy cotiza a $110, un aumento del 83 por ciento.
Las paritarias ya no pareen servir como proceso de negociación salarial. Todos los años se puede ver cómo los diversos rubros de la economía terminan perdiendo frente a la inflación y los pocos que igualan son los que protestan y frenan la economía. Algo que tampoco sirve.
Es real que el final de la Convertibilidad argentina terminó con resultados negativos, principalmente debido a los resultados que entregaba la balanza comercial: un país muy caro para el mundo y un mundo muy barato para Argentina. También durante la vigencia de Convertibilidad el gasto público pasó de 46.351 millones de dólares en 1991 a 82.842 millones en 2001, un aumento del 79 por ciento. Los ingresos, por su parte, crecieron durante el mismo período un 45 por ciento.
Para el 2001 era claro que el aumento del gasto, el déficit y la deuda habían hecho que la Argentina pase de ser el modelo de apertura y modernización al país con la mayor problemática económica. Sin embargo, la historia existe para aprender de los errores y aplicar de forma correcta lo que no supo hacerse en el pasado.
El modelo económico planteado por Menem y Cavallo fue exitoso en términos monetarios. Logró frenar una inflación que parecía indomable, se abrió al mundo y generó una economía de crecimiento mundial. Si se aprende de esos errores políticos, económicos y fiscales y se los revierte, la dolarización de la economía podría ser una gran política a implementar. Posiblemente, la única que podría augurar buenos resultados en esta crítica situación.
El autor es CEO de Bull Market
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