Para hoy está programado el pago de los bonos globales 2021, 2026 y 2046, tres títulos en moneda extranjera y regidos por tribunales del exterior que forman parte del universo de papeles que el Gobierno busca canjear con su oferta de reestructuración que se oficializó hoy mismo ante el regulador del mercado de los Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de que el pago no se concretará en la fecha estipulada, el prospecto de emisión de esos papeles aclara que todavía el país no entra en default.
Los tres bonos en cuestión tenían previsto para hoy pagos de intereses. Suponían desembolsos por unos u$s 504 millones en total, u$s 155 millones del título con vencimiento en 2021, u$s 244 millones del que vence en 2026 y 105 del que fue emitido a 2046.
Las condiciones de emisión de estos bonos dan margen para que el Gobierno se retrase en sus pagos. Ese margen, o período de gracia, está establecido en 30 días. Si desde hoy hasta el 22 de mayo al cierre del mercado el Tesoro concretara el desembolso, e default no se materializaría a pesar de la demora.
“Tenemos 30 días de plazo de gracia. Por ahora, los bonos se operan con el cupón adentro (el monto que debería haber sido pagado pero ajustaron el precio a la expectativa que van a empezar a cotizar planos (como cuando caen en default). El 22 de mayo, si no se hizo el pago, entramos en default y a partir de ahi, EMTA (Emerging Markets Traders Association) va a indicar que coticen planos”, resumió Juan Manuel Pazos de TPCG.
Existe un antecedente muy cercano que grafica la situación en la que se puso el ministro de Economía, Martín Guzmán. Se trata del vencimiento que en enero de este año la Provincia de Buenos Aires intentó postergar hasta mayo.
Ante el vencimiento de un pago de u$s 250 millones entre capital e intereses del bono Buenos Aires 2021, el gobernadpr Axel Kicillof impulsó una solicitud de consentimiento para que los tenedores aceptaran empujar el pago hasta después de que le Nación cerrara su reestructuración de deuda. Sin un programa económico detrás ni una propuesta integral para la deuda provincial y nacional en vista, el consenso no fue suficiente.
Se necesitaba que tenedores de bonos con al menos el 75% del capital emitido en el bono en cuestión aceptaran las condiciones y, aunque hubo fondos que lo avalaron, no se llegó al umbral necesario a tiempo.
En su momento, Kicillof contó con un período de gracia de apenas 10 días, ya que las condiciones de emisión del bono eran más estrictas y parte del pago era de capital, no sólo de intereses. Después de dos intentos por mejorar la oferta, justo antes del 4 de febrero -momento en que vencía el período de gracia y se activaba el default-, la provincia pagó y esquivó la cesación de pagos.
El “chicken game” al que jugaron Kicillof y los acreedores, en esa ocasión, terminó con una victoria para los acreedores. En ese juego fue destacado el rol de Fidelity Investments, que con más del 25% de la emisión en su poder tuvo capacidad de bloqueo suficiente como para bloquear cualquier acuerdo.
Con este retraso en el pago Guzmán se ubica en un juego similar frente a los acreedores de la Nación. El chicken game se usa en teoría de los juegos para ejemplificar una situación en la que dos competidores aceleran en dirección a una colisión, con la esperanza de que el rival cambie de curso primero. Guzmán dijo en una entrevista radial que “la oferta es la que es”, mientras que los principales acreedores -reunidos en tres comités de bonistas- llaman a reanudar las conversaciones. Si ninguna de las dos partes volantea a tiempo, el riesgo es un default que demore la recuperación de la inversión para los bonistas y arroje al país otra vez a tribunales de Nueva York para pulsear con tenedores de sus bonos en default.
El Gobierno estableció un plazo de “algo más de 20 días” para que los bonistas den su respuesta, algo más corto que el plazo de gracia, lo que sugiere margen para alguna clase de negociación. Con todo, la oferta presentada a la SEC sí deja abierta una puerta para modificar lo ofrecido.
Sin embargo, y aunque los principales fondos tenedores de deuda se ilusionan con una mejora de la oferta, también hay jugadores pesimistas que, dadas las declaraciones de Guzmán, consideran la posibilidad de que el default ya sea un hecho.
“Las plantillas de cláusulas de default son todas las mismas, el plazo de estilo para intereses es de 30 días. Ahora, en mi opinión, es posible que la Argentina esté en default antes de eso porque ya hubo una declaración de un no pago, que puede ser interpretada como un repudio a la deuda”, dijo Juan Pablo Giancaterino, abogado de tenedores minoristas de bonos argentinos.
Seguí leyendo: