La Argentina dará a conocer en las próximas horas una propuesta de máxima para los bonistas con el objetivo de empezar a negociar un programa a 10 años con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La oferta original, que tendría un valor de 38 a 40 centavos, podría ser mejorada con un instrumento como el cupón ligado al PBI u otro similar para acortar la importante distancia que persiste con los bonistas, indicó una calificada fuente oficial a Infobae.
Además, otra concesión para llegar a un acuerdo sería que no habría quita de capital, acotó la fuente.
Pero la premisa es que la quita sea la mayor posible para abrir la puerta a un nuevo programa con el organismo que conduce Kristalina Georgieva. En este sentido, el objetivo oficial es que el actual stand by firmado en 2018 y por el cual el organismo le otorgó USD 44.000 millones de dólares al país, se transforme en un plan a 10 años. Es decir, un acuerdo de facilidades extendidas (EFF, según su sigla en inglés).
Esta clase de acuerdos pueden tener más condicionalidades que un stand by, pero se trata de reformas conceptuales que en los hechos no son tan férreas.
Héctor Torres, ex representante argentino ante el Fondo, sostuvo que ambos tipos de programas tienen exigencias similares entre sí.
Cabe recordar que el Gobierno ya pidió la revisión de las cuentas públicas argentinas por parte del FMI en el marco del Artículo IV, como paso previo para renegociar un programa, pero este trámite quedó suspendido por la pandemia del coronavirus.
Por la buena relación entre el Gobierno y el Fondo, el ministro de Economía, Martín Guzmán, contó con el aval explícito del organismo para exigirles a los bonistas una fuerte quita en su deuda. Y aunque el cambio de liderazgo en el organismo y la actual crisis global ayudan a que haya un diálogo más fluido, lo que quiere el Fondo es cobrar.
Cabe recordar que el FMI no concede ninguna quita a sus socios por su carácter de acreedor privilegiado: llega cuando el mercado voluntario no está, pero cobra el 100% de lo que prestó.
En la “nota técnica” que dio a conocer el staff del Fondo el mes pasado, se indicaba que el país debía tener una reducción de hasta 85.000 millones en sus compromisos en moneda extranjera en la próxima década.
Por esta razón, la intención del Gobierno es plantear un esquema a los bonistas que no contemple ningún pago en los primeros años, hasta que el país se recupere tanto de su propia crisis como de la generada por la pandemia del coronavirus.
Escenario complejo
Desde un banco extranjero plantearon que el escenario es complejo, pero no imposible. “Hace unas semanas había hartazgo; ahora no se si llegan al 66% que necesitan por las cláusulas de acción colectivas, pero ya debe haber una base para trabajar”, explicó una fuente.
Un tema para mirar en detalle es “cómo tratan a los bonos surgidos del canje del 2005, porque, al estar más alejado en el tiempo su pago y tener algunos cupones ya bajos, es poco lo que pierden comparado con los bonos más cortos de la salida del default del 2016”, indicó el ejecutivo.
En cambio, desde otro importante banco internacional expresaron que “el resultado de las negociaciones no ha sido bueno hasta ahora; es verdad que el ministro conversó con los principales acreedores, pero no tomó las sugerencias mínimas para asegurarse una buena aceptación”.
“Si uno negocia es para lograr un buen resultado. Si no, deberían lanzar la oferta a todo o nada y arriesgarse a ver cuál es el grado de aceptación. Nadie va a tomar una oferta que valga menos de 50 centavos por cada 100”, explicó.
Para el banquero, “el equipo económico tiene una oportunidad increíble de llegar a un acuerdo en buenos términos y conservando sus premisas: un período largo de gracia y una reducción de los cupones”.
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