La escalada del “contado con liqui” refleja la creciente desconfianza por el rumbo de la política económica y se puede traducir en una suba de los precios y una mayor incertidumbre en medio de la crisis global.
Así lo expresaron a Infobae varios economistas que dijeron que la causa número uno de este fenómeno es el brutal aumento de la emisión monetaria, un factor que una parte del Gobierno minimiza como un agente de riesgo.
Esta brecha refleja también, según algunos jugadores del mercado, el mal talante de algunos inversores locales respecto de la renegociación de la deuda.
También, es un síntoma de la apreciación del tipo de cambio oficial frente al resto de las monedas de la región. Si el “contado con liqui” (CCL) aumenta es porque los agentes económicos creen que, en algún momento, el oficial va a corregirse.
“La causa principal de esta escalada es la brutal emisión y el hecho de que, en una economía con una inflación mensual del 3 por ciento, la tasa de ahorro no puede estar cerca del cero por ciento y con deseos de las autoridades de seguir bajándola”, sentenció Marina Dal Poggetto.
La directora del estudio EcoGo dijo que, si la brecha entre el tipo de cambio oficial y el CCL se sigue ampliando, “se empezará a complicar la dinámica de los precios”.
“El margen para estabilizar la macroeconomía argentina en el arranque de la gestión empezó a resquebrajarse con la costosísima dilación en el manejo de la deuda”, recordó.
A esta mala decisión adoptada de arranque, mientras se seguían pagando con dólares de las reservas los vencimientos en divisas y con emisión de pesos del Banco Central los de moneda local, se sumó el impacto de la pandemia del coronavirus.
“De alguna manera, hubo una expansión de base monetaria que por ahora ha sido autoesterilizada, pero que empieza a derrumbar la tasa de interés que remunera el ahorro en la economía”, indicó Dal Poggetto.
De inmediato, subrayó que “la tasa Badlar se redujo al 23%, con bancos pagando plazos fijos minoristas en torno al 22% y devolviendo plazos fijos mayoristas y cuentas remuneradas por las que el viernes se pagaban tasas cercanas al 1% anual”.
El derrumbe de las tasas “generó un aluvión de pesos de Fondos Comunes de Inversión y de empresas al mercado de cauciones, donde los rendimientos se desplomaron a tasas por debajo del 2% para operaciones a un día”. Además, los plazos fijos del sector privado cayeron $106.700 millones desde el 13 de marzo al 6 de abril.
El estudio que dirige Dal Poggetto advirtió que “aún cuando frente al contexto actual los mecanismos de propagación de la inflación se amortiguan y el traslado a precios de una devaluación en el dólar oficial o en la brecha cambiaria es menor mientras se sostenga el aislamiento social, los interrogantes se ciernen sobre las consecuencias de este shock monetario una vez que afloje la restricción de liquidez”.
En buena medida, la respuesta a este interrogante depende en gran medida del resultado del proceso de reestructuración de la deuda, “en términos de resiliencia de la demanda de dinero y expectativas, y de la capacidad del Banco Central para retrotraer los estímulos una vez que los impactos reales se vayan diluyendo y vaya dando paso a presiones sobre el mercado de cambios y el nivel general de precios”.
No se trata de una cuestión menor dado que se espera que las necesidades de pesos “sean de casi $2,3 billones entre abril y diciembre, equivalentes a casi 100% de la base monetaria del último día de marzo, que ya superaba en 60% a la vigente a las elecciones de octubre ($1,4 billones)”.
“Si la Argentina avanza en una operación exitosa de canje de pasivos en dólares que despeje la incertidumbre y lleve a una gradual convergencia en la prima soberana a niveles más consistentes con la región, el shock positivo de la normalización financiera, incluso en un mundo golpeado por la pandemia, podría llevar a alguna recuperación en la demanda real de dinero”, aclaró el informe.
Por el contrario, un default desordenado “aceleraría la corrida contra el peso con riesgos ciertos de aceleración brusca en la tasa de inflación una vez que las pujas distributivas vuelvan a acelerarse finalizada la cuarentena, en un contexto donde se haya duplicado la cantidad de pesos en la economía”.
Con una perspectiva histórica, advirtió que “si bien la economía argentina convalidó a partir de 2018 un salto discreto en la tasa de inflación del 20 al 50 por ciento con un claro acortamiento de los contratos, todavía no volvió a un régimen de alta inflación como el que se registró a partir de mediados de los 70 hasta la Convertibilidad”.
“De cualquier forma, los riesgos de que se siga acelerando si el salto en el déficit fiscal no es transitorio, la inyección monetaria perdura en el tiempo, la Argentina entra en default y la capacidad de la política para operar sobre la puja distributiva se diluye, empiezan a escalar”, sentenció.
Por su parte, el director de Seido, Matías Carugati, sostuvo que “la suba del CCL aumenta todavía más el nivel de incertidumbre que reina en la economía actual. Y obviamente, genera presiones sobre el mercado cambiario, que podría trasladarse en alguna corrección del cambio oficial”.
Por ahora, aclaró, “no estamos notando que la suba del CCL este trasladándose a inflación, ya que los precios aún se rigen por lo que pase con el tipo de cambio oficial”.
“Al margen del tema cambiario-inflacionario, la suba del CCL refleja la reacción que tiene el mercado frente a la inyección de liquidez por parte del Banco Central. Y, también, que hay poca confianza respecto al tema de la deuda”, opinó.
En tanto, Gabriel Zelpo dijo que “hay una impresora en el Banco Central a toda máquina que genera este aumento del CCL. La fuerte recesión por el coronavirus destrozó los ingresos fiscales; los gastos aumentaron y el Estado sólo tiene al Central para financiarse”.
Además, “la recesión deprimió a las importaciones y se sigue exportando soja; entonces el Central compra dólares y emite pesos. A eso se sumaba el desarme de Leliq por parte de los bancos para estar más líquidos. Todo suma a la emisión”.
Zelpo coincidió en que todavía no se observa un traslado a precios por la importancia que sigue jugando el tipo de cambio oficial. Sin embargo, aclaró que “la suba del dólar no es un buen indicador para un argentino, porque sabe que algo anda mal. Deteriora expectativas y eso afecta su comportamiento”.
Por su parte, Ricardo Delgado de Analytica sostuvo que “hay varias causas obvias de esta suba del CCL; una es la gran liquidez que hay en el mercado; las tasas están en niveles muy ridículos que dan una enorme liquidez que, además, no llega a las pymes”.
“Esto va a generar más presión sobre el dólar comercial. Aunque la liquidación de divisas venía muy bien y las previsiones eran positivas, un dólar en este nivel no favorece al productor, por lo cual no solo se complica la liquidación actual sino la futura siembra de trigo”, advirtió.
Delgado opinó que “la transmisión a precios dependerá de la formación de expectativas”.
“No veo transmisión a precios por la gran recesión que ya se ve y que seguirá todo este año, con una caída del 17% en el PBI del segundo trimestre y del 8% en el año. Pero si la brecha se consolida va a tener un impacto claro”, sentenció.
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