La postergación de la cuarentena condena a muchas familias a sufrir exageradamente

Extender en el tiempo el aislamiento obligatorio no es la única forma de aplanar la curva de contagios. El gobierno debe evitar el colapso de la economía y la quiebra de las empresas que llevaría a un salto enorme del desempleo y la pobreza

La Ciudad de Buenos Aires, en medio de la cuarentena por el coronavirus. REUTERS/Matias Baglietto

Nadie puede dudar de que minimizar las muertes frente a una pandemia es un objetivo primario, y también lo es evitar el congestionamiento de pacientes en los hospitales. Por lo tanto, la idea de aplanar la curva de contagios del Covid-19 es buena. Sin embargo, hay un tercer objetivo que también es importante que es evitar el colapso de la economía, y las quiebras de miles de empresas, que llevarían a un salto enorme del desempleo, la pobreza, la indigencia y las muertes por otras causas, incluidas las provocadas por un potencial aumento de la violencia, además del descuido del monitoreo preventivo del resto de las enfermedades como el cáncer, o enfermedades cardíacas, o los enfermos de hemofilia que ven complicadas las transfusiones porque cayeron 70% las donaciones de sangre, etc.

Desde ya, comprendemos las dificultades para la toma de decisiones que enfrenta el gobierno en un ambiente de alta incertidumbre, sumada al miedo que se ha extendido por todo el mundo. Pero es indispensable mantener la mente fría en estas circunstancias y observar qué países han tenido mayor éxito y cuáles han pasado por momentos más complicados. La experiencia mundial con el Covid-19 ya permite sacar unas primeras conclusiones, para ver si es indispensable extender la cuarentena a pesar de que Argentina no tiene resto para poder sostener a todas las personas y empresas que quedan sin ingresos.

Lo primero que hay que resaltar es que la cuarentena no es la única manera de aplanar la curva. Corea del Sur, Japón, Taiwán, Hong Kong, Singapur, y otros países han conseguido hacerlo con muy pocos muertos y sin frenar completamente la economía.

Cada semana extra de cuarentena implicará un agravamiento de una situación económica que ya es muy mala.

Si bien lo han hecho con diferentes técnicas, podemos resumir algunos elementos que parecen importantes para poder copiarlos y terminar cuanto antes la obligatoriedad de la cuarentena para pasar a ser recomendaciones sin el uso de la violencia del Estado como se hace en muchos países occidentales:

1) Aislamiento inteligente en lugar de confinamiento masivo. Multiplicar los tests para tener la mejor información posible (lamentablemente Argentina es uno de los países que menos testeos ha hecho en proporción a su población). El objetivo es aislar a todos los infectados y a las personas que han tenido contacto con ellos, para contener la proliferación del virus.

2) Control de temperatura de todas las personas en empresas, supermercados, estaciones de servicio, en la calle (incluso a distancia usando la tecnología), para detectar potenciales casos lo más temprano posible.

3) Mantener el distanciamiento social. Evitar la concentración de personas, incluso prohibir las reuniones de más de 10, 20 o 50 personas. Promover el trabajo desde el hogar, flexibilizando las relaciones laborales.

4) Uso de barbijos o mascarillas para el 100% de la población. El error de la OMS fue catastrófico. Está demostrado por expertos coreanos y de otros países que aún si no neutraliza el 100% del contagio, baja las probabilidades enormemente y reduce también la carga viral de los contagiados, lo cual reduce los síntomas y el riesgo de mortalidad.

5) Protocolos de Higiene, lavado frecuente de manos, alcohol en gel, limpieza de superficies, etc. Tanto para empresas, como para oficinas públicas y para los hogares.

6) En algunos de esos países se complementan estas medidas con el uso de una aplicación del celular para la geolocalización de los infectados.

El respirador artificial de Tesla

También hemos visto en otros países que en lugar de pretender que el Estado sea el que asuma toda la responsabilidad, la comparte con el sector privado. En Suiza, Johnson & Johnson invirtió USD 1.000 millones para desarrollar la vacuna y espera tenerla lista en septiembre próximo. En el Reino Unido, las escuderías de Fórmula Uno hicieron un joint venture para desarrollar y producir respiradores artificiales. En EE.UU. Tesla desarrolló y comparte públicamente un modelo de ventilador construido íntegramente con autopartes que habitualmente producen los proveedores de las automotrices, de manera que se puede hacer rápidamente a gran escala. Wal Mart colabora distribuyendo y tomando tests por todo el país. En Argentina, un grupo de 300 empresarios propuso al gobierno sumarse a contribuir de una manera similar.

El sector público debiera colaborar bajando los sueldos de todos los políticos, funcionarios, jueces, y empleados de los tres niveles, salvo los de las fuerzas de seguridad, y los que están en primera fila como los médicos y enfermeras

En cuanto a la economía, países como Alemania u Holanda que bajaron en los últimos cinco años su deuda pública 30 puntos del PBI, o países como Perú y Chile que tienen deudas pequeñas, están haciendo paquetes de ayuda de montos enormes en favor del sector privado que ha perdido ingresos por la cuarentena. Hablamos de un 15% el PBI para los países europeos y aún más en los EE.UU., si incluimos la ayuda de la Reserva Federal, y de un 5% del PBI para los latinoamericanos. Países como Uruguay tiene un seguro de desempleo que funciona muy bien y las empresas que son obligadas a cerrar pueden despedir o suspender a sus empleados y el VTS les cubre inmediatamente el 80% del sueldo.

Pero la Argentina no puede hacerlo. Hasta ahora aumentó casi un tercio de la base monetaria la emisión de moneda y con la caída que se espera de la recaudación fiscal y la ayuda a familias y empresas, es probable que termine el año con una emisión mayor al 100%, lo cual dejaría un enorme riesgo de salto inflacionario. Recordemos que la Argentina ya está en default selectivo y tiene un nivel de reservas bajo. No tenemos acceso al crédito, salvo que el FMI acepte darnos el tramo faltante de USD 10.000 millones. La pequeña ayuda que el gobierno da a las familias es claramente insuficiente y no llega a todos los casos. Recordemos que muchos monotributistas y autónomos que tienen escasos ahorros en un país sin moneda están viendo caer 100% sus ingresos.

En suma, cada semana extra de cuarentena implicará un agravamiento de una situación económica que ya es muy mala.

Por último, el sector público debiera colaborar bajando los sueldos de todos los políticos, funcionarios, jueces, y empleados de los tres niveles, salvo los de las fuerzas de seguridad, y los que están en primera fila como los médicos y enfermeras que luchan contra el coronavirus. Piense el lector que cuando un empleado está en su casa reduce sus gastos porque no tiene transporte ni comidas fuera del hogar. Con ese dinero tienen que mejorar la asistencia en liquidez y solvencia para las empresas más complicadas y para las familias que se han quedado sin ingresos.

El autor es director general de la Fundación Libertad y Progreso

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