Una nueva preocupación asoma para el Gobierno en el marco de las consecuencias económicas de la pandemia del coronavirus, más allá de la extensión de la cuarentena. Al derrumbe de la recaudación que se espera para este mes, que ya se insinuó en los ingresos fiscales de marzo, se suma la posibilidad de que se demore la llegada de gran parte de los dólares provenientes de la cosecha de soja. El impacto sería doble ya que afectaría no sólo la disponibilidad de dólares en el mercado local sino también el ingreso esperado por retenciones en abril y mayo.
El motivo es que existe la expectativa de una leve mejora en los precios internacionales, hoy por debajo de los USS 320 la tonelada. El argumento detrás de esta expectativa apunta al impulso a los precios que podría generar la recuperación de la demanda de China, país que ya empieza a encontrar el rumbo de la recuperación económica. Esto alentaría a los productores con capacidad de espera a retener el grano por varias semanas hasta verificar esa tendencia a la suba. De confirmarse, el pico de ingreso de dólares de la cosecha, que típicamente se reparte a lo largo del segundo trimestre, podría concentrarse en junio. La venta a mejor precio, claro está, redundaría también en mayores ingresos para el Gobierno en materia de retenciones, pero lo cierto es que primero deberá atravesar el desierto de la falta de recursos en pleno parate de la economía por la cuarentena.
La paradoja es que, en este contexto, la venta anticipada de parte de la cosecha actual realizada por el sector para adelantarse al aumento de retenciones dispuesto a fines de diciembre primero y luego en marzo, permitiría, en alguna medida, paliar este fenómeno. Esas ventas, además, se realizaron a mejores precios que los actuales y representan el 20% de la cosecha estimada, según los datos del Ministerio de Agricultura.
El argumento detrás de la demora en la liquidación de los dólares apunta al impulso a los precios que podría generar la recuperación de la demanda de China,
La cifra es más del doble de lo que se vendió anticipadamente el año pasado, cuando sólo se negociaron por adelantado unos 4 millones de toneladas contra los 10 millones de toneladas actuales. En dólares, eso significa un volumen en torno a los USD 3.500 millones, antes de retenciones.
En tanto, el timing de lo que queda sin vender, por un valor de unos USS 11.000 millones a los precios actuales, es ahora impreciso. Se descuenta que el sector deberá colocar una parte en el corto plazo para cubrir las propias necesidades financieras, lo que llevaría las ventas totales a 30% de la cosecha, según estimaciones de analistas privados. Pero, todo lo que pueda esperar, se mantendrá en los famosos silobolsas cuya demanda ha experimentado un inusitado pico en los inicios de la pandemia en el país, con las primeras medidas del aislamiento obligatorio hace 20 días.
“Es esperable que en el caso de la soja los productores traten de no vender ya, aunque en menor o mayor medida van a tener que vender igual. Calculo que entre la venta anticipada y lo que efectivamente vendan, se alcanzará el 30% de las 50 millones de toneladas previstas”, apuntó la consultora agropecuaria, Paulina Lescano. El resto, anticipó la analista, tendría como destino los silobolsas.
“La demanda de silobolsas se disparó porque coincidió el inicio de la cosecha con la explosión del Covid-19 y se generó incertidumbre por las complicaciones que podía traer la cuarentena, los cortes de rutas, los camiones que no podían circular y el puerto que no recibía. Se cubrieron”, afirmó. El cierre de plantas y la posibilidad de contagios también fueron factores que alimentaron la demanda inusitada de silobolsas. “Tuvimos en un mes la misma cantidad de pedidos que tenemos habitualmente durante los cuatro meses de temporada alta”, dijo Alberto Mendiondo, director de Comercio Exterior de IpesaSilo, el principal fabricante de silobolsas del país.
Sin embargo, no todos dan por sentado una mejora de los precios internacionales, e incluso desalientan la idea de esperar. “En general, el productor siempre espera todo lo que puede antes de vender a la espera de mejores precios. Pero no siempre le sale bien”, afirmó Gustavo Idígoras, director ejecutivo del Centro de Exportadores de Cereales (CEC). Lejos de alimentar esas expectativas, advirtió sobre los riesgos: “China, si bien está en proceso de recuperación, aún no tracciona mayor demanda. Sigue vigente la crisis sanitaria de los porcinos que redujo el consumo de soja y, además, la solución de la guerra comercial entre China y Estados Unidos podría implicar que las ventas se podrían incrementar desde Estados Unidos y no desde los países del Mercosur”.
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