El 31 de marzo era el plazo que se había puesto originalmente Martín Guzmán para tener cerrada la negociación de la deuda. Desde un principio se consideró que se trataba de un plazo demasiado exiguo pero la crisis global desatada por el coronavirus lo volvió directamente incumplible. Ahora el ministro de Economía apura las contactos por videoconferencia con los tenedores de bonos para acercar posiciones y llegar a una oferta que sea más digerible.
Ayer los bonos tuvieron una jornada de fuertes subas, aunque en parte impulsados por una mejora del clima financiero a nivel internacional. Los papeles más largos en dólares subieron más de 6% y el riesgo país cayó 3%. Los precios están tan deprimidos que eso ayudaría a arreglar más rápido con los acreedores. Con valores entre USD 25 y 30 según la serie, llevar adelante una propuesta que arroje un valor de alrededor de USD 45 o 50 dólares por cada lámina de 100 podría ser mucho mejor recibida que hace un mes.
Pero las posturas de uno y otro lado por ahora están lejos de un punto de encuentro. La pandemia envalentonó a Guzmán para insistir con su inédita propuesta de pedir varios años de gracia para volver a pagar la deuda. Es decir que durante este mandato de Alberto Fernández la Argentina no pagaría ni capital ni intereses, con el objetivo de darle a la economía más espacio para volver a crecer. Tampoco hay propuestas de “endulzantes” para los bonistas (por ejemplo un pago en efectivo) y la intención sería realizar también una quita de capital, aunque mucho menor a la de la reestructuración que se llevó adelante en 2005.
Se espera que se aceleren los tiempos en relación a la deuda y la oferta del Gobierno estaría cada vez más cerca. Pero tres o cuatro años de gracia para el pago de intereses resulta muy difícil de digerir para los acreedores
Para los inversores es prácticamente imposible de aceptar que no habrá desembolsos por parte del Gobierno al menos hasta 2024. Eso no sólo complicaría llegar a un acuerdo, sino que además tiraría abajo los precios de los nuevos bonos que colocaría la Argentina para avanzar con la reestructuración.
Alberto Fernández se refirió ayer en una entrevista al tema de la deuda y reconoció que el Gobierno no alienta un default. La mirada oficial empieza a enfocarse en “el día después", es decir el panorama que deberá enfrentarse una vez que pasen los efectos de la pandemia. Y para la Argentina será clave reinsertarse de la mejor manera posible en los mercados financieros.
“Sería realmente una tontería no llegar a un acuerdo, cuando es algo que claramente le conviene a los acreedores y también al Gobierno”, reflexionaba ayer a última hora un banquero de una entidad internacional. Sin embargo, el principal escollo hoy sigue siendo la postura intransigente que viene mostrando Guzmán, teniendo en cuenta además su última presentación, donde anticipó que ya no se seguirá utilizando reservas para pagar deuda bajo ley neoyorquina.
Los bonos ya cotizan a precio de default, por lo que aparecen más recomendaciones de compra aún en el caso de una oferta agresiva. Ayer se registraron subas superiores al 6% en los títulos en dólares.
Ayer se pagaron USD 250 millones de un vencimiento de intereses del Bono Par, pero el 22 de abril vencen otros USD 500 millones de deuda bajo ley neoyorquina. ¿Se volverán a pagar con reservas o el Gobierno podría tomarse 30 días para darle más tiempo a la negociación con acreedores?
Un informe publicado por Balanz para clientes indicó que “los precios de entrada de los bonos son atractivos, porque ya reflejan el escenario de una negociación dura. No sólo están a valores de default, sino que además reflejan la posiblidad de un default extendido”. Continúa indicando que “aún en casos agresivos, los nuevos precios se encontrarían por encima de los valores actuales”.
En la misma dirección opino José Echagüe, jefe de estrategia de Consultatio: “Hoy los bonos tienen poco recorrido a la baja. Los bonos argentinos cotizan prácticamente en los mismos niveles de Líbano o Ecuador", países que ya quedaron al borde del default.
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