El economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Daniel Artana, afirmó que el sector público de todo el país debe bajar sus salarios para evitar una crisis mayor.
Además, en una entrevista telefónica con Infobae, aseguro que frenar los despidos por decreto no solucionará el problema del desempleo y, por el contrario, lo agravará porque llevará a que más empresas quiebren. Por otro lado, pronosticó que la caída de la actividad económica de este año podría ser del 7,5 por ciento.
— ¿Qué opina del enfoque que adoptó el Gobierno de afirmar que primero hay que garantizar la salud y luego ocuparse de la economía?
— Las decisiones las tomó un Gobierno elegido en forma democrática así que las respeto, aunque uno pueda opinar al respecto. Pero el propio Gobierno sabe que no puede vivir así por mucho tiempo. Entre paréntesis, debería hacer más testeos de casos. En cuanto a la economía, a diferencia del 2009, que es con la crisis con la que hay que comparar esta situación, hay muchos más sectores afectados, sobre todo en el área de servicios, que equivale al 15 por ciento del PBI. Y hay que ver cómo se recuperan esos servicios luego de la cuarentena. No está claro que la gente vuelva a utilizar un restaurante, un cine o un vuelo con la misma frecuencia de antes. Por esto hay que pensar en ayuda de largo aliento.
— ¿Cuál es entonces la mejor asistencia para esos sectores?
— Un beneficio tributario más prolongado; el Repro no alcanza. El Gobierno partió de dos diagnósticos equivocados. El primero es haber colocado el foco solo en las personas más pobres, cuando el problema es más generalizado. Por ejemplo, el ingreso familiar de emergencia destinado sólo a los monotributistas de las categorías A y B deja afuera a muchos pequeños comerciantes que ahora no tienen ingresos. Y no todos los monotributistas de categoría C tienen ahorros suficientes como para aguantar mientras la actividad esté parada. Esta no es una crisis tradicional que solo genera un aumento de la pobreza, a diferencia de otros. Estos sectores de clase media baja están más desprotegidos que los beneficiarios de los planes sociales.
El primer error del Gobierno fue haber focalizado la ayuda solo en las personas más pobres, cuando el problema es más generalizado
— ¿Y cuál es el otro error de diagnóstico?
— Dado que el país tiene una gran debilidad fiscal, tiene que apuntar bien a los sectores a los que ayuda. Suena bien darles una suma fija a los jubilados, pero ellos no perdieron ingresos: cobran lo mismo que el mes anterior. O solo darles créditos y ayuda impositiva a las pymes. Se requieren ayudas temporarias que brinden capacidad de reacción rápida, porque si no las empresas quiebran y deben estar de pie el día que se termine lo peor de la pandemia, porque son las que le van a permitir al país tener una rápida normalización. En Alemania la primera asistencia fue para las empresas grandes y no a las chicas, porque las grandes arrastran a todas las demás y a los proveedores. Sin ingresos, una empresa no puede sobrevivir, más allá de su tamaño.
— ¿Es importante en términos económicos el reclamo social para que los dirigentes políticos se bajen sus salarios?
— Antes de responder eso quiero ir un paso para atrás, porque en los anuncios formulados por el Gobierno hubo aciertos y errores. Anunciar obras de infraestructura y planes Procrear en medio de una cuarentena por una pandemia no tiene sentido, porque tal vez surtan efecto cuando la crisis se haya terminado. Tienen que priorizar medidas de rápido efecto. El otro problema es que están devaluando poco, la mitad que el resto de la región. Es el mismo error que cometió el gobierno en 2009. Si las exportaciones caen y se atrasa el tipo de cambio, habrá menos dólares para hacer frente al colapso de la economía. Y la cuestión de los salarios públicos sólo es relevante si el Gobierno la coordina con las provincias y municipios para que hagan lo mismo: que todos bajen los salarios del sector público. Cortar los salarios políticos suena bien pero no alcanza. Y los salarios públicos de todo el país son el 10 por ciento del PBI. Si no lo hacen, las provincias van a terminar emitiendo cuasimonedas y esto será un desastre.
— Bajar los salarios en una recesión no mostró ser efectivo en la crisis de la convertibilidad
— Ahí hubo un shock impresionante. Habilitar la baja de salarios permite que no haya tanta emisión. No es una solución, pero habilitar la discusión y coordinar con provincias y municipios es importante.
— ¿Por qué emitirían cuasi monedas si no hay restricciones para emitir, a diferencia de lo que pasaba en 2001 con la convertibilidad?
— Es verdad, pero si emitís de más, cuando se normalice la situación puede haber un golpe inflacionario impresionante. La Argentina no tiene el margen que tiene Estados Unidos, que puede duplicar su inflación de uno a dos puntos. Acá si la emisión se excede demasiado se puede ir arriba del cien por ciento. La realidad y el sentido común te ponen un límite.
Si el Gobierno emite de más, cuando se normalice la situación puede haber un golpe inflacionario impresionante
— ¿Qué importancia tiene arreglar el tema de la deuda con los bonistas en este contexto?
— Arreglar la deuda no es tan urgente para atender la pandemia, pero sí es importante para la recuperación. En este contexto, un default es menos relevante, pero después será una mochila más pesada. Creo que, dado que el Gobierno aunque arregle la cuestión con los bonistas no va a poder volver al mercado rápidamente, puede conseguir dinero del Fondo Monetario Internacional por unos 2500 millones de dólares como en 2009.
— ¿Qué proyecciones tienen para la economía este año?
— Es posible que la economía caiga dos dígitos en el segundo trimestre y cerca del 8 por ciento en el tercero, así que en promedio el año va a caer un 7,5 por ciento, aunque la caída puede ser mayor si la crisis global se extiende. El sector de servicios tendrá una recuperación más lenta que la industria, que puede salir rápidamente; el campo anda bien y la construcción ya venía muy mal antes de este problema. La ventaja del país es que recibe menos ingresos por remesas y turismo que otros países de la región. Y los controles de capitales evitan mayor salida de dinero, porque el costo ya se pagó cuando se los implementó. Además, la caída en las materias primas fue menos marcada en la soja que en el petróleo y en el cobre. Pero el país está al borde del default, sin capacidad de endeudarse y con una fuerte proporción de empleo informal.
— ¿Puede subir el desempleo con mucha fuerza, como en los países desarrollados?
— Este es un sistema más oneroso e inflexible. Va a haber negociaciones entre el sector privado y trabajadores al estilo de lo que hace el sector automotriz entre Smata y las empresas.
— ¿No prevé un salto muy grande de esta tasa, como ocurrió en 2002?
— Dependerá del ritmo de la devaluación. Si es más rápida, el desempleo subirá más.
— ¿La idea de decretar la suspensión de los despidos puede frenar esta tendencia?
— Es difícil que uno pueda resolver el problema de cada una de las empresas que hay en la Argentina. Una decisión de este estilo va a generar más quiebras y eso va a hacer más difícil la recuperación económica. Puede frenar algunos despidos, otros no porque habrá más quiebras. Así que en realidad se va a generar una mejora por un lado y una complicación por el otro; es difícil pronosticar qué va a pasar con los despidos en medio de esta situación, con o sin prohibición.
— ¿Es relevante que este gobierno mantenga el estilo del kirchnerismo y del macrismo de tener un ministro de economía débil, que no puede manejar una crisis de esta magnitud con todos los instrumentos?
— No ayuda. Debería haber algo parecido al esquema de consultas que se armó en el área de la Salud, con un consejo de especialistas. Hay mucha gente en el sector privado que puede resolver mejor las cosas. Se puede armar un consejo de asesores económicos como en Estados Unidos. Ahora sólo hay contactos informales con algunos economistas. Y creo que los ministros han cometido errores, en algunos casos grotescos, como demorar la baja del salario público. Hay que confiar en la creatividad del sector privado, que es muy útil en estas circunstancias. También es un error montar nuevos mecanismos en medio de una crisis, hay que utilizar los que ya existen. Por ejemplo, para transferirle dinero a la gente que no tiene cuentas bancarias. De lo contrario, van a estallar los cajeros automáticos. Deberían promover que el dinero se gire a través de un teléfono celular. El sector público va mucho más atrás que el privado.
— Pero el discurso oficial se basa en que esta crisis se resuelve con más Estado y que los empresarios deben resignar ganancias
— Cuando un país viene de dos años de recesión y de ocho años de estancamiento no hay empresarios ganando mucha plata, más allá de que ganar dinero no está mal.
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