Después de un mes de tormenta financiera global como resultado de la expansión del coronavirus covid-19 en todo el mundo la atribulada deuda argentina perdió relevancia en las preocupaciones de los inversores de todo el mundo. Muchos otros frentes de conflicto nacieron en distintas parte del mercado y, ante los retrasos en las negociaciones para una reestructuración de la deuda como la que persigue el ministro de Economía Martín Guzmán, las previsiones se volvieron más sombrías. Ahora, la probabilidad de un default medida en los precios de seguros contra un impago trepó 12 puntos hasta rozar el 90%.
Lo que cambió en el último mes poco tiene que ver con la dinámica local. La de la Argentina ya no se trata de la historia de un país emergente que volvió a tropezar con la misma piedra en medio de un mercado cerca de máximos históricos, sino que pasó a ser una más de las emisiones de deuda que quedaron tambaleando tras lo que se espera será una recesión global.
La de la Argentina ya no se trata de la historia de un país emergente que volvió a tropezar con la misma piedra en medio de un mercado cerca de máximos históricos, sino que pasó a ser una más de las emisiones de deuda que quedaron tambaleando
Las caídas en los precios de las acciones de Estados Unidos y los principales mercados del mundo fue de la mano de un derrumbe de la deuda de empresas y países por todo el mapa. A la hora de temer impagos, ahora los inversores miran antes que nada a las empresas aeronáuticas y relacionadas con el turismo. También a las petroleras que se financiaron para extraer petróleo en el futuro con el barril en torno a los USD 60 dólares y ahora tienen que devolver esos préstamos cobrando menos de USD 23 por ellos.
En el proceso, El Líbano, Zambia y Ecuador se sumaron a la lista de países emergentes con problemas de deuda.
El primero de esos países cayó en desgracia financiera aún antes que la Argentina, cuando más temprano este mes incumplió el pago de un título por USD 1.200 millones y lanzó un proceso de reestructuración por otros USD 30.000 millones en títulos por vencer.
Ecuador, por su parte, golpeado por la caída del petróleo anunció que usaría el período de gracia de sus emisiones de deuda para retrasar el pago de sus vencimientos, por lo que su riesgo país se disparó arriba de los 6.000 puntos. Zambia, por su parte, sufre la baja del cobre y su prima de riesgo quedó por encima de las 4.000 unidades.
Con el desplome de los precios de las materias primas la Argentina ya no está sola en la lista de países cerca de un impago. Y ante el mayor riesgo generalizado, los inversores se volvieron aún más temerosos respecto de la deuda local.
La aparición de nuevos focos de riesgo en distintos puntos del globo terráqueo sólo sirvió para que la actitud de los inversores respecto de la deuda argentina empeorara. El riesgo país argentino pasó en un mes de los 2.100 puntos básicos a terminar la semana pasada consolidado en más de 4.200 unidades.
La convulsión global genera un entorno peor para la renegociación de deuda que en un principio el Gobierno esperaba tener lista para el cierre de este mes y ahora está demorada.
Pero en lo que compete al país, tampoco hubo indicios de que la Argentina se acerque a un acuerdo pacìfico con sus acreedores. Los avances que muestra el ministro de Economía, Martín Guzmán, de la mano del FMI -el ministro condujo una teleconferencia con acreedores acompañada de una nota técnica del Fondo que recomendó una quita de hasta USD 85.000 millones en los próximos diez años- todavía no alcanzan a llevar una señal clara de cuál es el plan económico con el que el Gobierno piensa generar los recursos para el repago de los nuevos compromisos que asumiría el país con los acreedores en caso de lograr un acuerdo.
Para peor, la epidemia local de covid-19 forzó a un freno abrupto de la actividad que necesita ser compensado con más gasto público, lo que aleja aún más el principal argumento que podría mostrar el Gobierno para satisfacer a los bonistas: un sendero fiscal hacia el superávit primario que permita generar el excedente necesario como para pagar esos compromisos.
En medio de ese contexto que no para de empeorar, el instrumento que utilizan los tenedores de bonos para cubrirse contra eventuales impagos de países y empresas muestran dónde están ubicadas las apuestas.
Los credit default swaps, seguros contra default, de la Argentina alcanzaron precios récords la semana pasada. En base al precio de esos instrumentos se puede deducir cuál es el escenario más probable que tienen en mente los inversores.
Cuando más alto es el precio de los CDS, más costoso es cubrirse contra un default. Por lo tanto, a cada precio le corresponde una probabilidad implícita de impago que haga sensato tomar esas coberturas.
Puesto más simple: nadie pagaría $10.000 mensuales durante todo un año por asegurar un bien de $20.000 que no corre ningún riesgo. Pero si, por algún motivo, alguien tuviera elementos sólidos para creer que está a punto de perderlo en manos de ladrones o algún otro siniestro durante el próximo mes, el precio de la cobertura ya no sería tan alto.
Así, las probabilidades de default implícitas en los CDS de Argentina a un año cerraron la semana en el 88,91%. Un año atrás, la probabilidad de default implícita en el plazo de un año era de apenas algo más del 11%. Estaban en el 76% un mes atrás y en el 14% en julio último, justo antes del cimbronazo financiero posterior a las PASO.
El cálculo está lejos de ser una predicción infalible de que el país caerá en un impago. Pero al menos ubica respecto a percepciones del mercado: para pagar ese seguro a esos precios, el temor de que el impago ocurra tiene que ser importante.
Los CDS son en estos días uno de los activos relacionados con la Argentina que más atractivo generan. La semana pasada, la web del Americas Credit Derivatives Determinations Committee recibió una sugestiva consulta. Un inversor consultaba si la Argentina ya había caído en default dados los reiterados dichos de sus funcionarios de que no pagará vencimientos de capital de su deuda en dólares. Argentina podría caer en default, argumentaba, por haber “repudiado” su deuda.
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