Mientras el Gobierno no da pistas sobre si cumplirá con su promesa de lanzar la oferta de la deuda este mes, la mayoría de los acreedores, aún los más constructivos, creen que las chances de un acuerdo son muy escasas.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, mantuvo conversaciones con algunos fondos de inversión en los últimos días, pero en esa cartera aclaran que la prioridad está colocada en las medidas para enfrentar la pandemia del coronavirus.
Algo similar le ocurre a los bancos colocadores, Bank of America y HSBC, que están básicamente preocupados en mitigar el impacto de la nueva crisis internacional y le dedican poco esfuerzo al canje argentino.
El ministro no quiere provocar un default, pero optó por cumplir con la premisa del Fondo Monetario Internacional (FMI) de aplicarle un fuerte recorte a los bonistas, indicaron fuentes que participan de la negociación. Esta opción solo se justificaría si el organismo que conduce Kristalina Georgieva, como pidieron Guzmán y otros ministros del G20 el lunes, le promete a cambio algún tipo de asistencia financiera en el corto plazo.
De hecho, en Washington expresaron que en pocos días más se podría votar en el board del Fondo la ampliación de los derechos especiales de giro (DEGs), que le permitiría al Gobierno contar con una suma similar a la que retiró en 2009, cercana a los 2500 millones de dólares.
Sin embargo, hace una semana el funcionario había dicho que antes de fin de mes lanzaría la oferta, luego del retraso en el calendario original, que preveía que el 31 ya se hubiera cerrado el canje de unos 69.000 millones de dólares.
Entre los acreedores más constructivos destacan que el ministro siga dialogando, pero admiten desde Nueva York que no hay chances de aceptar una quita de la Argentina por el derrumbe de los precios de las últimas semanas, que se revirtió a nivel global en los últimos días, sin beneficiar demasiado a los títulos argentinos.
Más aún, estos ejecutivos creen que, aunque la Argentina pudiera lanzar una oferta y lograr una aceptación razonable, tampoco podría salir al mercado en los próximos dos años, mientras no resuelve sus problemas fiscales y su deuda con el FMI, cuestiones que ahora serán más difíciles por la crisis global.
Para estos bonitas tampoco ayuda el análisis de sustentabilidad de la deuda que presentó la semana pasada el FMI, que pide a los bonistas que acepten una reducción sustancial en el valor de sus títulos.
Por esta razón, dado el contexto de confusión mundial que existe, creen que el costo de que el Gobierno entre en default es mucho menor que hace un mes.
Desde otro fondo de inversión, un ejecutivo planteó lo contrario: “Si hay una oferta con bonos que valgan 45 centavos, mucha gente puede entrar por la liquidez que se está empezando a generar con los paquetes de estímulo, pero no me queda claro si el ministro entiende que debe ser flexible”.
“El problema de estos días no es el tamaño de la quita, sino la falta de decisión dentro del Gobierno. Guzmán dialoga con los fondos pero no les dice nada y, dentro del equipo económico, las prioridades son completamente otras por las urgencias de la pandemia”, expresó
Sin embargo, aclaró que "si la Argentina entra en un default total, se le va a complicar más acceder al dinero de los organismos multilaterales”, advirtió.
En este contexto, el interés sobre la Argentina en el mercado es nulo. Ni siquiera los fondos buitres están interesados en comprar deuda soberana del país, según explicaron dos traders desde Manhattan.
La razón es que, con el derrumbe de los precios del último mes, hay oportunidades más atractivas y seguras a precios muy bajos, sobre todo en el mercado de deuda corporativa.
“Tomando en cuenta la relación riesgo-premio, hay oportunidades a 20 centavos mucho mejores para los fondos más agresivos”, indicó una de las fuentes. “A muy pocos les interesan los papeles de un país que, con o sin acuerdo de la deuda, muestra pocas perspectivas de crecimiento en los próximos años”, agregó.
“Por esta crisis el Gobierno va a tener que aumentar la emisión monetaria en un contexto de caída de los ingresos fiscales, así que el panorama no puede ser promisorio en términos de sustentabilidad”, expresó el ejecutivo del fondo de inversión.
En este sentido, parecen más atractivas las empresas de electricidad de países con buena calificación crediticia y una mayor posibilidad de upside que los bonos argentinos.
El otro trader explicó que “hay mucha compra en Dean Foods, Delphi Technology, Ford, MGM, cientos de empresas americanas; algunas a cinco, otras a 70, pero que representan una muy buena oportunidad”.
“Un inversor que puede elegir, ¿preferirá comprar Boeing o Argentina? Boeing valía 122 el 3 de marzo, 64 la semana pasada y hoy 85 y con perspectiva de alza. Y Boeing va a pagar, no va a haber juicios ni nada por ser grado de inversión”, detalló.
“Acá todo el mundo está operando bonos corporativos e hipotecas con problemas porque la sensación es que a mediados de abril puede haber una suba muy fuerte cuando se reabra todo”, pronosticó.
En cuanto a mercados emergentes, Brasil volvió a ser una oportunidad de compra luego de la caída de las últimas semanas.
En cambio, hay poco interés en la Argentina “porque los tenedores no quieren vender con estos precios y, si la oferta tuviera una quita del 50 por ciento, no entra nadie, ni loco”, sentenció la fuente, mientras buscaba otras oportunidades en un mercado altamente volátil.
Frente a este panorama desalentador, el fundador de Elypsis, Eduardo Levy Yeyati, afirmó que “se espera que el Gobierno haga una propuesta que resuelva de cuajo los problemas de sostenibilidad; ojalá tenga éxito, pero lo dudo”.
Un inversor que puede elegir, ¿preferirá comprar Boeing o Argentina? Boeing valía 122 el 3 de marzo, 64 la semana pasada y hoy 85 y con perspectiva de alza. Y Boeing va a pagar.
Si no lo lograra, “lo ideal sería buscar un standstill (acuerdo de extension de plazos) con los bonistas extranjeros por un período de hasta cuatro años: un acuerdo de extensión de plazos, con capitalización de intereses con quita, por ejemplo, al 50% de los actuales cupones. Esto simplemente patea el tema para más adelante”.
La ventaja, aclaró, es que “no se paga nada durante los primeros años y se evita un default que llevaría a la aceleración de los pagos de los bonos y a la multiplicación de la deuda exigible. No es el default, sino la aceleración, lo que tiene consecuencias irreversibles”.
En este contexto, sugirió pedir “el desembolso de los USD 13.000 millones remanentes del programa con el FMI, para apoyo presupuestario, con waivers y bajo condicionalidad excepcionalmente laxa y contingente a un standstill con bonistas privados”.
“El FMI no puede exigirle nada a la Argentina después de los últimos informes, salvo no usar sus dólares para pagar a los bonistas”, sentenció el economista y profesor de la UTDT.
Seguí leyendo: