Alberto Fernández buscó llevar esperanza el jueves, al anunciar el aislamiento forzoso: “Dios nos dio tiempo para prevenir el avance del virus”. Todo indica que la Argentina tomó recaudos antes que otros países para que la enfermedad no crezca tan rápido. Pero no puede decirse lo mismo en materia económica. Debido al déficit fiscal acumulado en los últimos años, la elevada inflación, la caída de los salarios y un estado de “virtual default”, será uno de los países más golpeados por esta crisis sanitaria sin precedentes a nivel global.
Según estimaciones del Institute of Internacional Finance, que agrupa a los grandes bancos de todo el mundo, la recesión que este año sería de 1,6% finalmente llegaría al 3,1%, prácticamente el doble de lo que se había pronosticado previo a que se declare la pandemia. Europa y Estados Unidos también caerán en recesión, que será muy profunda en el segundo trimestre para empezar a mostrar un alivio en la segunda parte del año. China –donde comenzó la enfermedad- evitará una caída de la actividad en 2020, pero crecerá la mitad de lo que se había pronosticado.
El equipo económico anunció un primer paquete de medidas para amortiguar los primeros efectos que implica haber paralizado la actividad económica, primero con medidas de aislamiento y ahora con una cuarentena forzosa que llegará hasta fin de mes. El viernes próximo los jubilados que menos ganan y los beneficiarios de la AUH tendrán un refuerzo en sus ingresos, de alrededor de $3.000.
Las primeras medidas económicas anunciadas por el Gobierno se quedaron cortas para atender a todos los sectores, pero además tuvieron un claro problema de diseño. Ahora se trabaja en un segundo paquete que atienda más directamente a las PYME y a monotributistas
Además, se lanzó una línea de préstamos récord que distribuirán los bancos por $350.000 millones a una tasa del 24%. Estará destinada a atender las urgencias de las empresas, particularmente de las pymes, la mayoría de las cuales tendrán serias dificultades para pagar los sueldos. Se reforzará el Repro, para que el Estado ayude a las empresas a hacer frente a los salarios, pero habría un verdadero aluvión de pedidos para recibir el beneficio.
Los cheques no serán cursados hasta el 1 de abril, aunque habrá que ver recién cuáles serán cubiertos por los libradores. La cadena de pagos cruje como no sucedía desde la crisis de 2001.
Salvo la industria alimenticia y de medicamentos, son pocos los sectores que se salvan del derrumbe. Textiles, calzado, automotrices, comercio minorista, call centers y muchos otros sufrieron abruptas caídas en la facturación, que ya de por sí venía golpeada de los últimos dos años.
Entre las medidas elaboradas algunas lucen como mínimo poco adecuadas para este contexto, como los $200.000 millones que se destinarían a refacción de viviendas o a llevar adelante pequeñas obras públicas en municipios. Sin embargo, no parecen los temas más urgentes.
Existe un factor que se desconoce y que tendrá una fuerte incidencia a la hora de medir el shock económico: cuánto tiempo durarán las medidas de aislamiento forzoso para frenar el coronavirus. El tiempo pasó a ser un aspecto vital para determinar el daño que sufrirá la actividad
Ayer hubo reuniones del gabinete económico y social en Olivos para definir qué pasará con los cuentapropistas, una amplia franja que reúne monotributistas, autónomos e informales. Todavía no está claro cómo se atenderá a un segmento que reúne al 45% de la población activa en la Argentina y que casi de la noche a la mañana dejó de percibir ingresos. Sin embargo, la mayoría no tiene colchón para aguantar si la situación se prolonga. “La situación es dinámica y todo el tiempo estamos viendo cómo atacar las necesidades económicas que se van presentando”, reconoció una alta fuente oficial.
La crisis encuentra a la economía argentina con las defensas muy bajas. Es el único país de los afectados que acumula dos años de fuerte recesión y éste sería el tercero. Si hasta hace un mes el objetivo principal del Gobierno era detener la caída del poder adquisitivo en 2020, ahora lo será que la disminución real de los ingresos no resulte tan abrupta, luego de una pérdida de casi 15% en dos años. Se trata de un rasgo particular de la economía doméstica, que marca el grado de vulnerabilidad con el que se debe enfrentar el shock económico. Por supuesto que cuanto más dure la cuarentena mayores serán los efectos en la actividad. El tiempo pasó a ser un factor clave para detener la pandemia, pero también para minimizar las pérdidas económicas.
La preocupación ahora es salir a socorrer al sector privado, a costa de un fuerte impacto en las cuentas públicas. La emisión monetaria es inevitable, pero preocuparse por el efecto sobre la inflación aún luce como algo lejano
Por lo pronto, para evitar subas exageradas en precios de alimentos y medicamentos se anunciaron precios máximos en 2.300 productos. Un congelamiento por 30 días que se justifica sólo en esta situación de emergencia local y global. Esto ayudará a que la caída de ingresos no se profundice en el corto plazo.
Repasando las medidas que adoptaron en distintos lugares del mundo, incluyendo Uruguay en las últimas horas, todavía hay mucho camino por delante: diferimiento en los pagos de impuestos en forma generalizada, más recursos directos para los trabajadores más desprotegidos y acuerdos con las compañías de servicios públicos para que no se corten servicios básicos son algunos de esos pilares.
Según cálculos preliminares, los estímulos anunciado hasta ahora por el Gobierno representan alrededor de 2% del PBI. Muy poco, casi nada, en comparación con los anuncios efectuados en los países desarrollados, que destinarán ayuda por más de 15 puntos del PBI para enfrentar el derrumbe económico.
Pero en la Argentina todo debe realizarse con mucho más cuidado. Cada peso adicional que se suma al presupuesto es más déficit fiscal y por ende mayor emisión monetaria. Luego de una inflación de casi 54% el año pasado esto es sencillamente jugar con fuego. El equilibrio es delicadísimo: socorrer a quienes más necesitan y amortiguar la mayor profundidad de la recesión es la prioridad. Pero al mismo tiempo el peligro es “empapelar” a la economía de pesos, con el riesgo de generar más presión cambiaria e inflacionaria. Pero ya habrá tiempo para preocuparse por eso. Ahora la única prioridad para la economía es salir a controlar daños.
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