La economía argentina arrastra enormes debilidades desde décadas, como la virtual ausencia de moneda; la profundización de la capacidad ociosa en las industrias, el comercio exterior e interior, la carencia de obras de infraestructura básica que se traduce en altísimos niveles de pobreza no solo medida por ingresos, sino más aún de acceso al agua potable y cloacas, caminos pavimentados, cercanía a establecimientos educativos y hospitalarios y calidad de la vivienda, en una apretada síntesis.
Sin embargo, en las últimas décadas, la dirigencia política estuvo más dominada por intentar infructuosamente superar problemas que también se han transformados en estructurales, como la inflación a ritmo de dos dígitos altos; el default de la deuda pública; el estancamiento de la actividad productiva y comercial que se transforma en retroceso secular en términos por habitante.
Habitualmente se menciona que el país es muy abundante en recursos naturales, desde la disponibilidad de agua potable; el campo, la minería y el potencial energético, pero no logra atraer inversiones locales y externas para ponerlos en valor, porque al mismo tiempo no se generan las condiciones para la sustentabilidad del ahorro de las empresas y familias.
En busca de encontrar una respuesta sobre la persistencia de ese escenario y sugerencias para que pueda revertirse, Infobae entrevistó a Alicia Caballero, Decana Facultad de Ciencias Económicas Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), luego de haber tenido una rica experiencia en el mundo de las finanzas, desde el análisis de riesgo crediticio y presupuesto de flujo de fondos de las empresas, hasta la banca de inversión, fusiones y adquisiciones de empresas, el impulso de las nuevas pymes dinámicas, capital semilla, y atracción de la inversión extranjera directa, a través de la Fundación Invertir, entre otras.
- ¿Cómo ve la economía, más allá de lo conocido de 10 o 30 años de estancamiento, según cómo se lo mire, y mucho más en términos por habitante, porque la población siguió creciendo?
- Veo que la Argentina tiene 4 problemas estructurales complejísimos. El primero, que humanamente es el que más nos interpela es la pobreza, y que no está encontrando en la dinámica económica actual mecanismos de salida y de atención; segundo, no tenemos moneda, y la inflación en niveles altísimos, con episodios de hiperinflación, que tiene que ver, causa y consecuencia, con la pérdida del signo monetario. Vinculado con todo esto, el tercero, no tenemos ahorro, que es un subproducto de no tener moneda, y si se tiene es endeble, y en muchos casos en el exterior como manera de protegerse contra un sistema hostil; y el cuarto es que no tenemos instituciones, que quizás está más allá de la economía, pero está en la base de la economía.
- ¿Por qué cree que se ha llegado a esta situación por décadas? ¿Es porque nuestras escuelas, nuestras universidades no han sabido preparar a los dirigentes del futuro, o porque la ideología es mucho más potente y niega esos conocimientos?
- Creo que es porque a lo largo de las últimas décadas hemos tenido muy malos liderazgos, porque ninguno de ellos estuvo a la altura de la compleja situación de la Argentina en cada momento; no hemos tenido estadistas. Y en este momento creo que el país necesitaría una especie de Plan Marshall, pero no al nivel de recibir ayuda de capitales externos, sino de un programa que vaya más allá de un partido político, de ciertos grupos; sino que sea abarcativo, y que de alguna manera tenga un horizonte temporal que permita reconstruir todo lo que hace falta, porque los problemas estructurales no se pueden solucionar en dos años, aunque no ocurrió como en Europa y otros países que fue producto de guerras catástrofes, sino de decadencias que fue afectando la cultura. Porque cuando se dice “no creo en el peso”, no es el efecto de un cambio de hoy para mañana, sino que es el efecto de acumulación de situaciones de sucesivas crisis, de la cantidad de veces que se ha perdido. Recuerdo una frase de un profesor notable que tuvo la UCA, ya fallecido, Adrián Guissarri: “En la Argentina hay tantos psicólogos y psiquiatras porque la gente no puede dormir, y no puede dormir porque nunca sabe cuáles son sus activos y sus pasivos”. Y agregaba: “En los EEUU un americano sabe que se va a dormir con USD 100 en la cuenta, y al día siguiente tiene lo mismo. Un argentino tiene $100 y al día siguiente no sabe si va a tener 50 Patacones; 12 rublos, 101 dólares.
A lo largo de las últimas décadas hemos tenido muy malos liderazgos, porque ninguno de ellos estuvo a la altura de la compleja situación de la Argentina en cada momento; no hemos tenido estadistas
- ¿Por qué cree que pese a la acumulación de problemas que se transformaron en estructurales, se ve por un lado a una parte de la sociedad ansiosa sin esperar que las nuevas medidas maduren, porque como dijo no se pueden solucionar ni en uno ni dos años, sino en varios, y por otro lado, otra que parece haber perdido las esperanzas de cambio?
- Primero porque creo que estamos en un tiempo de crecientes ansiedades. Se ve en las nuevas generaciones. Nosotros podíamos esperar una semana una nota, ahora si no te la dan en 24 horas le incendian el rancho, aunque no es muy académico el término. O sea, veo que la gente cada vez tiene más aceleración. Y por otra parte creo que los líderes, en este caso políticos, pero también en general, no son claros en términos del tiempo que toma reformular determinadas cosas. Entonces, no hay una comunicación sincera, porque todos queremos dar buenas noticias todo el tiempo. Pese a que el anuncio de medidas de largo plazo no es una mala noticia, y es bueno saber a veces que ciertas cosas van a tardar de resolverse porque el problema es demasiado profundo.
Entonces, creo que la diferencia entre los tiempos electorales, los impuestos diríamos en las democracias por las elecciones, reelecciones, etcétera, y el metabolismo natural de determinadas cosas, es que toman tiempo. Lo mismo que las carreras universitarias, que se van achicando cada vez más. En un punto el conocimiento tiene que metabolizarse. Me parece que también un mal de la sociedad es esta cosa medio hipócrita de que todos hacemos como que se puede. Pero hay muchos que tiene idea y conciencia del tiempo que toma, por ejemplo, bajar la pobreza, reducirla con sustentabilidad, porque se podrá distribuir recursos y hacer que la gente pueda comer, pero eso no implica que una persona en esa condición deje de ser pobre. Salir de la pobreza es algo que básicamente requiere que se cree trabajo, que se creen oportunidades laborales, que la gente esté educada.
- Nuevamente, ¿por qué cree que los gobiernos últimamente en los últimos 30 años prácticamente no se hayan inclinado por generar incentivos para revertir esa decadencia, por el contrario, en general, se concentró en poner imposiciones, aumentar la presión impositiva?
- Porque, en ese sentido, la Argentina es un país muy particular. Desde hace 30 años atrás seguimos con recetas que en el mundo mostraron no funcionar. A mí siempre me impresionó el caso del mercado común europeo, porque uno ve los rastros de lo que fue la Segunda Guerra, y 20 años después, tras tomar una postura de decir: “tenemos que salir adelante”, se sentaron los franceses, los ingleses, los alemanes, y empezaron a construir un mercado común, con la lógica de la superación. Pero nosotros seguimos dando vueltas.
- ¿Cómo ve la estrategia del Gobierno, en particular del ministro Martín Guzmán, de decir que puede presentar el plan económico, ni un Presupuesto, hasta que no cierre la negociación de la deuda pública externa; como experta en el área de inversiones, cree que al acreedor lo convence esa postura?
- Creo que en realidad cualquier negociación de pago de cualquier cosa se basa en los supuestos para hacer viable esa pauta de repago. Es decir, cuando una empresa está complicada y viene al banco y le dice yo no le puedo pagar ahora pero deme plazo, lo que se le pide es qué elementos puede dar para demostrar que después de dos o cuatro años podrá comenzar a pagar, basado en una perspectiva de generar recursos. Me parece que Martín Guzmán debería tener algún tipo de background general que le permita sostener lo que va a negociar.
- Están los economistas que creen que el hecho de que no comunique o explicite su plan económico no significa que no lo tenga. ¿Al cabo de estos primero 100 días de Gobierno cree que hay un plan y no lo está explicitando pero lo tiene, o se suma a los que sostienen que el plan es el no plan?
- Creo que, aparte de sobre llovido mojado (por el efecto del coronavirus en el mundo), toda esta situación termina de complicar terriblemente. Pero uno siempre quiere pensar que no se largaron a negociar sin red. Es cierto que cuando se es acreedor de alguna manera tampoco le conviene patear el tablero, y menos en este momento que creo que, bueno, todo el mundo va a poner un poco de para tratar de salir. Ahora, tampoco todos los acreedores son iguales. Una cosa son el Fondo Monetario y los organismos internacionales que siempre tienen un componente político, y otra cosa es un inversor de riesgo. Show me the money y se terminó.
Uno siempre quiere pensar que no se largaron a negociar sin red. Es cierto que cuando se es acreedor de alguna manera tampoco le conviene patear el tablero, y menos en este momento
- ¿A nivel académico, no le digo de los estudiantes porque recién se están formando, en las tesis doctorales, en los trabajos que se presentan para obtener la maestría, ve preocupación por estos temas?
- No. Lo que pasa es que el proceso de una tesis doctoral es tan largo que muchas veces también la vida le pasa, y al final quienes siguieron la carrera de Economía terminan escribiendo sobre otras cosas.
- La pregunta viene porque por un lado entre los hándicaps, entre el currículum del ministro Guzmán, aparece su cercanía, su trabajo junto con un premio Nobel, Joseph Stiglitz. Entonces, ¿Es suficiente garantía estar tan cerca de la academia, tan cerca de un Nobel, para que eso te asegure ser un buen gestor, un buen administrador de un país?
- Creo que es como todo, si es cirujano, es muy importante que esté bien formado. Ahora, también es muy importante que el profesional haya hecho unas cuantas cirugías. No lo conozco personalmente a Martín Guzmán. Y es muy bueno que sea una persona muy formada, y es muy bueno que tenga herramientas analíticas para desmenuzar los temas y hablar con solvencia. Supongo que en el equipo también tendrá gente que quizás tenga también experiencia de mercados, porque creo que el mundo cada vez más, no solamente a nivel gobierno, sino en general, se ve esta cosa mixturada e interdisciplinaria, porque la experiencia es muy importante. Por ejemplo, me pareció muy interesante cuando en su momento hubo un grupo de ex secretarios de Energía; o se intentó hacer con ex secretarios de Finanzas. Creo que todo eso tendríamos en Argentina que instituirlo. Abrevando de la experiencia de todo el mundo.
Para crecer se necesita inversión, la cual se basa en la afluencia de capital, y que para eso suceda se necesita hacer un flujo de fondos, basado en supuestos que permite proyectar los ingresos netos esperados
- Usted decía que en la Argentina íbamos un poco a contramano de las recetas que tuvieron éxito en el mundo. Y se fue insistiendo con las políticas económicas que fracasaron, como los controles de precios, el cepo cambiario, el aumento de los impuestos y las retenciones. ¿Por lo ocurrido en estos primeros 100 días de gobierno, ve que se sigue en ese camino, o percibe un cambio?
- No, sigo viendo en la Argentina esta dialéctica de la confrontación. Y la dialéctica de la confrontación no ayuda a algo que me parece indispensable que es generar las condiciones para recrear la inversión. Por eso en la medida en que acá no se entienda que la única manera de empezar a crecer, porque para poder distribuir se necesita previamente crecer, se requiere alentar el ahorro y la inversión. De lo contrario, como dijo Felipe González después de toda su campaña socialista: “en la medida en que uno no crece lo único que puede distribuir es miseria”. Y para crecer se necesita inversión, la cual se basa en la afluencia de capital, y que para eso suceda se necesita hacer un flujo de fondos, basado en supuestos que permite proyectar los ingresos netos esperados. Más allá de los dramas externos que ninguno podía conocer, por ejemplo, el coronavirus. El capital no es que sea malo, es así.
- Al capital por definición le gusta tomar riesgos...
- Sí.
- Pero también necesita incentivos para que los capitales del mundo y de argentinos fuera del país se inviertan en proyectos de riesgo, como son los de largo plazo en energía, petróleo, minería, entre otros, ¿Por qué no vienen?
- Acá lo que pasa es que cambian las reglas de juego todo el tiempo, a través de regulaciones y de nuevas leyes. Y, por ejemplo, en el caso de la minería vemos un odio visceral. Entiendo todo el tema del medioambiente y de la sustentabilidad, y sobre todo el agua en varias provincias, pero creo que es necesario definir políticas estratégicas.
Acá lo que pasa es que cambian las reglas de juego todo el tiempo, a través de regulaciones y de nuevas leyes. Y, por ejemplo, en el caso de la minería vemos un odio visceral
- Pero también pareciera que está presente una cuota de desconocimiento, porque lo que dicen los expertos es que en la minería moderna el agua que se saca es superior a la que se usa…
- Sí. Australia es un país donde la minería está muy desarrollada y asegura la preservación del medioambiente. No soy una experta en eso, pero como todo también tiene que ver no solo con la legislación sino con el control que se hace de esa legislación, mientras que en la Argentina tenemos una dinámica pendular que impide que alguien se decida a invertir en ese sector.
- El Gobierno menciona muy a menudo sobre las ganancias extraordinarias de las empresas, los sectores que se la llevan con pala, etcétera. ¿Cree que es tan así, porque cuando se ven los balances de las empresas, no reflejan esa situación? ¿Cómo se quiebra esa concepción?
- Creo que hay cosas que tienen que ver con el discurso, con el relato. Y cosas que tienen que ver con las realidades. A mí me parece, que la manera de evitar los abusos del capitalismo, que sí existen, es con institucionalidad y una Justicia que sancione al que se pase de la línea. Que es lo que ocurre en los países desarrollados. Cuando Bernard Madoff hizo un fraude, pasó contralores y terminó preso, sigue preso, el hijo se suicidó, el otro se murió de cáncer. Eso es ejemplificador.
- Usted lo que dice es que ¿No es necesario caer en el control de precios, en el cierre de la economía, en mecanismos de licencias no automáticas de importaciones, etcétera, para regular los mercados?
- Exacto, definitivamente ese no es el camino. Creo que la economía es algo aparte que tiene como sus leyes físicas. En la medida en que se controla en exceso, se cierra, limita, las cosas, lo que aparece es desabastecimiento, las cosas van transcurriendo por otro lado. Y cuando se ve a los países que les fue bien en los últimos 30, 40 años, y hacia qué países huye la gente, surge un claro indicador. En general todos los botes van, por ejemplo, hacia Estados Unidos, no van hacia Haití o hacia Venezuela en este momento. No es una cuestión ideológica, es fáctico. ¿Qué hizo China?, atrajo las inversiones, atrajo el capital. Siguió férreamente en lo político al régimen centralizado, comunista, pero en lo económico se dijo ¿Cómo saco a toda esta cantidad de gente de la pobreza?, Generando trabajo, apeló a la inversión y a las reglas claras y sostenidas en el tiempo y en un horizonte de tiempo.
Creo que deberíamos dejar de perder el tiempo con discusiones estériles y trazar un plan que genere certezas, cierto rumbo. La Argentina tiene sus activos: científicos, gente de tecnología, de ciencias exactas, recursos naturales. Le falta generar confianza para atraer el capital.
Fotos: Maximiliano Luna
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