En una jornada histórica para los mercados por los niveles de caída de los precios, los activos argentinos no quedaron al margen. El derrumbe también llegó a los bonos, con bajas que llegaron al 9% sobre todo en los papeles de corto plazo y el riesgo país superó los 3.200 puntos. La consecuencia es que algunas series terminaron con cotizaciones cercanas al nivel de USD 30. Son precios que se acercan mucho a los de default:
Entre USD 25 y USD 30 es, por lo general, lo que valen los títulos en países que ya están en cesación de pagos. La brutal caída de las paridades en el marco de una durísima crisis financiera deja en claro cuál es el ánimo de los inversores. A esta altura son muy pocos los inversores que creen que la negociación puede terminar de una manera rápida y satisfactoria. Al contrario, se espera ahora más que nunca un proceso largo y con muchas idas y vueltas, donde el contexto internacional no ayuda en absoluto.
La renegociación de la deuda pasó a un segundo plano, en medio de la crisis global que desató el coronavirus. Pero aún cuando no culmine el 31 de marzo como estaba previsto, hay un plazo relativamente prolongado para evitar el default total.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, habló ayer por primera vez de la crisis desatada por el coronavirus y el impacto que podría tener en la deuda. Advirtió que el Banco Central ya no tiene reservas para atender los pagos que precisa realizar el Tesoro, pero también le hizo un guiño a los acreedores: “Todos tenemos que ser más flexibles en el marco de esta crisis global”. Ese concepto de “flexibilidad” apareció por primera vez en el discurso del funcionario y se trata de un reconocimiento de cómo ha cambiado el panorama. A principios de febrero, cuando se divulgó el cronograma para avanzar con la renegociación de la deuda, nadie sospechaba que se venía una crisis de grandes proporciones.
La fecha límite que establecía aquel cronograma era el 31 de marzo, pero ya se considera incumplible. Sin embargo, el Gobierno tendría un amplio margen para evitar un default total. En los próximos meses vence mucha deuda en pesos, que en el peor de los casos será reperfilada. Luego hay un vencimiento con el Club de París en mayo, un saldo de USD 1900 millones, pero la idea sería negociar una extensión del mismo. Y recién en octubre hay vencimientos relevantes de deuda bajo ley extranjera.
Tres factores clave
¿De qué manera afecta este escenario dramático desde el punto de vista sanitario y también de la economía a nivel global la reestructuración de la deuda? Estos son algunos puntos que en las últimas horas se mencionaba entre los bancos de Nueva York:
- El FMI y el Tesoro norteamericano tienen el foco puesto en otro asunto, ya el problema que tiene la Argentina con su deuda pasó a un plano muy secundario. Tanto el organismo como la Casa Blanca tienen un importante rol para encaminar las negociaciones. Pero lo mismo se puede decir de los grandes fondos internacionales que poseen el grueso de los bonos argentinos. Con pérdidas millonarias por la caída de Wall Street y de casi todas las bolsas del mundo, hoy la atención de los inversores está puesta en otro lado.
- La crisis global también representa un enorme peso para la Argentina, que sufrirá una recesión aún más profunda de la que se esperaba en 2020. Por lo tanto, las perspectivas de recuperar el crecimiento, que es el objetivo para poder volver a pagar, se vuelven mucho más difusas. Por lo tanto, los acreedores tienen menos incentivo para aceptar un canje agresivo, ya que no hay certeza alguna de que el país esté en condiciones de volver a hacer frente al pago de la deuda, aún luego de la renegociación.
- El contexto de gran aversión al riesgo es muy negativo para sentarse a negociar. Esto se debe a que los nuevos bonos que colocaría la Argentina cotizarán a niveles bajos, es decir con elevadas tasas de interés. En ese caso, el cálculo sobre la quita real que propondrá el Gobierno aumenta significativamente, lo que complica aún más llegar a un acuerdo relativamente rápido.
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