Dos veces por día, a la mañana y a la noche, desde hace dos jornadas, altos funcionarios del gobierno de Alberto Fernández participan de videoconferencias con referentes económicos y financiero de las principales potencias del mundo para discutir el impacto económico del coronavirus y, sobre todo, las medidas a tomar a futuro en medio de un contexto que todos los participantes definen como “muy preocupante”.
De este lado de las pantallas de un sistemas de videollamadas de última generación coordinado se sientan altos funcionarios de Economía, a cargo del ministro Martín Guzmán, quién también se suma al diálogo diario con sus pares –de EEUU, Francia e Inglaterra, por ejemplo. Hoy se desarrollarán más de esas charlas; están agendadas a diario por tiempo indeterminado.
Guzmán también habla varias veces por día con el Presidente sobre el impacto del virus en las inversiones locales, sobre todo en Vaca Muerta luego del derrumbe del precio internacional del petróleo. También de cómo podría modificarse el esquema de renegociación de la deuda, algo vital para la gestión Fernández, quien autoimpuso un límite al proceso: fines de marzo.
Guzmán, que ya tuvo que hacer algunas reuniones virtuales con bonistas y bancos, está convencido que lo mejor es viajar y ver cara a cara a los acreedores, pero es muy probable que eso no ocurra
Según pudo saber Infobae de fuentes oficiales, por estas horas se plantean dos temas centrales. Si habrá o no road show para convencer a los bonistas, como está estipulado oficialmente, y si el Gobierno recibirá fondos extra del FMI para hacer frente a una eventual crisis sanitaria por la enfermedad. Si eso ocurre, será como parte de una expansión fiscal y monetaria coordinada a nivel global y no en el contexto del actual programa –ya frustrado, en rigor– con el organismo multilateral de crédito. El Fondo anunció días atrás una partida especial de USD 50.000 millones en financiación de emergencia.
“No pedimos nada, pero el FMI, con quien hablamos todo el tiempo, está definiendo qué va a hacer a nivel global. No hay nada aún, pero se discute hora a hora cómo evitar que pase algo similar a la crisis de 2008, en medio de un shock que podría ser muy fuerte y del que nadie se anima a calcular su impacto final”, detallan desde Gobierno.
Sin dudas, el virus ya está afectando la logística de la negociación de la deuda pública. Guzmán, que ya tuvo que hacer algunas reuniones virtuales con bonistas y bancos, está convencido que lo mejor es viajar y ver cara a cara a los acreedores. También sabe que esa opción está cada vez lejos: además de las indicaciones del propio Gobierno y las recomendaciones sobre viajes de funcionarios y cuarentenas posteriores, las propias entidades extranjeras tienen fuertes restricciones a la hora de recibir visitantes.
Hoy por hoy, Guzmán no tiene definido qué hará, pero va a insistir hasta último momento para viajar. En principio, si el road show se realiza, sería sólo en Nueva York. Londres está en los planes, pero es también una opción que se desvanece con las noticias que llegan desde allí.
Además de la crisis local, un contexto de caída de la demanda global requerirá adaptar la macroeconomía. En el Gobierno analizan al segundo la incertidumbre que el coronavirus puede llevar a las inversiones en Vaca Muerta. Buscan calibrar la “persistencia del shock” y confían en sus reflejos para actuar en consecuencia. “Todo el mundo vive en incertidumbre. Hoy no hay certezas, vamos día a día. Primero está el tema de salud, los recursos para el ministerio”, aseguran los funcionarios. Ayer el Gobierno anunció una partida presupuestaria extra de $1.700 millones por el brote de coronavirus.
La deuda y las dudas
Mientras define si viaja o no, Guzmán guarda bajo siete llaves los detalles de ingeniería de la oferta que le hará a los bonistas: una estrategia ya modelizada que incluye los recortes de intereses y capital que ofrecerá. ¿Cuán lejos está de las expectativas de los acreedores? Es difícil pronosticarlo, pero luego de algunas reuniones durante la semana pasada muchos de ellos volvieron a sus países con las caras largas. Además, después del “lunes negro” muchos de esos bonos locales entraron en “territorio buitre” luego de haber tocado precios mínimos.
¿Cuándo se hará pública y concreta esa oferta? Aún no hay pistas al respecto, pero como adelantó Infobae ayer, podría ser en la última semana semana de este mes.
Si bien la oferta estará signada por el mantra que el Gobierno define como “sustentabilidad de la deuda” –senderos fiscales y comerciales consistentes con una economía que se recupera y mantiene ese crecimiento, dicen las autoridades– y los datos que Guzmán mostró en el Congreso hace un mes, “podría haber cambios” por el coronavirus, según pudo saber este medio. “No hoy, pero podría pasar. No en la parte fiscal, pero sí monitoreamos de cerca la balanza comercial. Si hay un colapso mundial estaremos en otro escenario”, explican.
Ayer se publicó el decreto que dio el puntapié oficial a la reestructuración de la deuda. Allí, en un anexo, está la lista con los 35 bonos que Guzmán quedó habilitado para renegociar. ¿Lo hará con todos? No necesariamente: podría elegir a una parte de ellos, e incluso podría haber múltiples opciones para cada bonista y cada serie de bono. “Lo importante es que la suma total sea de equilibrio”, aseguran las fuentes.
A medida que pasan la horas, el póquer con los bonistas se hace más “violento”. Si bien podría haber un pedido de extensión de los plazos por el contexto sanitario global, el Gobierno tiene que “cerrar ya” para evitar vencimientos inminentes que no puede pagar. Como si eso fuera poco, a esa mesa se sumó un nuevo jugador: el coronavirus. El escenario era difícil; ahora es difícil e incierto.
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