No es sencillo encontrar empresarios argentinos que por estos días puedan hablar de capitales recibidos, planes de largo plazo y sostenibilidad financiera. En el punto más complejo de la caída de los mercados por la expansión del coronavirus, Federico Trucco, CEO de Bioceres, le explica a Infobae los detalles de la operación por la que su compañía recibió USD 42,5 millones el mismo día en que el mundo se desplomó. Su satisfacción pasa porque la acción de la compañía, que cotiza en Wall Street, haya caído mucho menos que las demás en una jornada financiera asfixiante.
“Conseguimos hacernos de los fondos para aprovechar las oportunidades de crecimiento que tendremos en los próximos 36 meses. Esto nos va a permitir ejecutar nuestro programa sin estar pensando en los vaivenes y la volatilidad del mercado. Tenemos un plan agresivo de crecimiento y creemos que el valor de la acción estaba algo deprimido por lo que creamos un puente con el inversor sin tener que emitir acciones a un valor tan bajo”, señaló Trucco. Y no disimula cuál es el contexto: “Tuvimos la suerte de concretar esta operación antes de la debacle”.
La compañía de biotecnología anunció ayer la emisión de notas convertibles por USD 42,5 millones con vencimiento en 2023 en una colocación privada liderada por Solel Partners y otros compradores institucionales. Esos títulos tienen tasas entre del 11,5% que se pagan en efectivo o en especie. Es decir que una vez transcurridos los 36 meses pueden transformarse en acciones. “Convocamos a quienes sabemos que quieren ser accionistas de Bioceres a 3 años vista pero saben que no hay planes de nuevas emisiones”, explicó Trucco.
Construimos una historia que ayuda a la agricultura del mundo a hacer la transición tecnológica, eso es lo que nos da un proposito como compañía (Federico Trucco)
Aseguró que mantienen el espíritu de “compañía abierta” para poder incorporar “visiones sofisticadas, que eviten creer que nuestras teorías son las únicas que existen. Incorporar esta clase de inversores te obliga a mantenerte exigente”
Trucco explicó que consiguió “validar la historia” de Bioceres con Solel Partners, un inversor que “ya tiene un track record en este espacio, entiende nuestra propuesta de valor y buscan en el mundo propuestas que tienen alto potencial. De esa forma, no nos vemos obligados a buscar capitiales en nuestros accionistas para seguir con nuestro plan y no estamos atados a la coyuntura local”.
Sobre la macroeconomía argentina, Trucco se manifiesta “preocupado, aunque sin ser alarmista”. En el sector agropecuario, según explicó, existen varios factores para justificar esa preocupación: los precios de los commodities, más allá del desplome del petróleo de ayer, se encuentran claramente a la baja; hubo un aumento de la presión impositiva; la situación de China, un comprador esencial, está muy complicada y “anímicamente” el productor no esta en su mejor momento.
Esa lista de factores negativos no se transforma en una queja, como ocurre con frecuencia entre los empresarios: “No juzgo al que pide, o al que reclama. Nosotros tratamos de armar una historia globalmente relevante, que le importe al resto del mundo. Sabemos que en otro país más estable avanzaríamos más rápido, pero no dependemos de eso. Construimos una historia que ayuda a la agricultura del mundo a hacer la transición tecnológica, eso es lo que nos da un proposito como compañía”.
La inversión apunta a expandir el negocio de una tecnología denominada HB4, que añade resistencia a las sequías y a la excesiva salinidad a los cultivos de soja y trigo. En Brasil y en Estados Unidos, ya están comercializando semillas con esta tecnología. Aspiran a que China la apruebe este año, aún cuando la epidemia de coronavirus puede demorar las decisiones. Dado que China es un comprador esencial de la soja argentina, todavía no pueden vender la semilla en el país.
La tecnología minimiza el impacto de los riesgos climáticos. “No puede mejorar la rentabilidad, pero si se puede minimizar su impacto”. Trucco lo explicó de la siguiente manera: “En un año normal en término climáticos, tener o no tener la tecnología no va a marcar diferencias. Pero en un año seco, contar con ella tecnología ayudará a suavizar la caída del rendimiento.”
“Si en 2018, el año de la fuerte sequía, los productores de soja hubieran contado con esta tecnología, podrían haber logrado entre 4 y 5 millones de toneladas extra. Esa mejora hubiera significado ingresos de USD 1.200 millones para el complejo sojero,” ejemplificó.
Ley de Economía del Conocimiento
Trucco es presidente de la Cámara Argentina de Biotecnología, uno de los sectores involucrados en la reforma de la ley de Economía del Conocimiento que el ministerio de Desarrollo Productivo, que dirige Matías Kulfas, envió al Congreso. El empresario señaló que “aún cuando entendemos la necesidad del gobierno de limitar el costo fiscal la reforma genera preocupación, ya que de no existir los estímulos de la legislación anterior muchos sectores no van a pode progresar”.
Hay tres factores, en su opinión, que generan esa preocupación. El primero es la existencia de cupos fiscales, ya que la ley se limita a determinadas partidas para cada sector elegible. El segundo es el criterio de “incrementalidad”, que hace que para mantener los beneficios haya que mostrar crecimiento en facturación de la actividad promovida; de lo contrario el beneficio se interrumpe a los dos años. “Si ocurre una devaluación, que es un factor que las empresas no dominamos, eso puede hacer caer la facturación”, advirtió Trucco.
Por último, puso reparos sobre el consejo consultivo que establecerá qué empresas pueden recibir los beneficios y cuáles quedarán afuera: “Queremos que en ese consejo haya representantes del sector privado y no solamente de organismos estatales, para evitar cualquier grado de discrecionalidad”.
“Hay diálogo con el Gobierno. No esperamos una aprobación de la ley a libro cerrado. Hoy la ley está en el ámbito legislativo, donde confiamos en que se pueda debatir y encontrar propuestas superadoras”, concluyó.
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