El secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, dijo que el Gobierno controlará “la calidad y cantidad de cada peso” que el país pida prestado en el exterior.
En sintonía con el discurso de ayer del presidente Alberto Fernández en la Asamblea Legislativa, Béliz afirmó que habrá una unidad de seguimiento y revisión de la deuda pública.
“Cada peso que se tome será evaluado en su calidad y en su cantidad”, expresó.
Béliz fue el orador inaugural del seminario de la CAF, banco de desarrollo de América Latina, que se desarrolla hoy en el CCK en Buenos Aires.
En los últimos cinco años (2014-2018), la CAF aprobó operaciones para Argentina por USD 4.696 millones, con un promedio de USD 939 millones por año, equivalente al 8% del total aprobado en dicho período.
Luis Carranza, presidente de la CAF, dijo que la entidad empezó “en 1970 con cinco países andinos y cinco millones de dólares de capital. Medio siglo después después tenemos cerca de 13 mil millones de dolares de patrimonio, 42 mil millones de dólares de activos, de los cuales 27 mil millones están en créditos para infraestructura”.
“La Argentina se incorporó en 2001 como uno de los 19 países que tenemos y hoy es uno de los principales países en la cartera de préstamos con cerca del 14%. Es importante en estos momentos que pasa Argentina poder sentarnos a reflexionar sobre los retos que tenemos en la región para alcanzar el crecimiento y el desarrollo en los próximos años”, expresó.
Béliz está a cargo de la relación con la CAF, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial, que salieron de la órbita del Ministerio de Economía.
El BID, cuyo nuevo representante argentino es Guillermo Francos, tiene 54 préstamos otorgados por un total de USD 9.206 millones y un saldo por desembolsar de USD 3.874 millones, según su página web. El 61% de este monto está destinado a proyectos de transporte, energía, ciencia y tecnología y desarrollo rural; 28% para agua potable, saneamiento, educación, salud, desarrollo social y urbano; y el 11% restante para la modernización y gestión fiscal del Estado.
Béliz aspira a reemplazar como presidente del BID en octubre al colombiano Luis Alberto Moreno, aunque tiene competidores de otros países de la región. En principio, representará al país en la asamblea anual del organismo en Barranquilla, Colombia, a fines de este mes, si el evento no se suspende por el coronavirus.
En cambio, todos los nuevos proyectos del BID para el sector privado (del BID Invest, liderado por el argentino James Scriven) están frenados desde la imposición de los controles de capitales y de la virtual cesación de pagos de la deuda pública.
Por su parte, el Banco Mundial aprobó créditos para 23 proyectos por USD 6.800 millones y una garantía (Foder/Renovar) por 730 millones. Resta desembolsar la mitad de ese monto por parte del banco que ahora tiene como representante argentina en Washington a la ex embajadora Cecilia Nahon.
Más allá del tema de la deuda, Béliz puso el acento en la necesidad de reformular el enfoque de los planes sociales y aumentar el nivel de digitalización en la economía, pública y privada.
En cuanto al tema de la asistencia social, afirmó que los planes con transferencias condicionadas que tan buenos resultados generaron en la región hasta hace unos años dejaron de funcionar en forma adecuada.
“Desde 2014, con los planes sociales, la pobreza aumentó en unos 40 millones de personas en América Latina, así que es el momento de pensar en otro modelo”, dijo Béliz, quien, antes de sumarse al Gobierno, desarrolló una larga trayectoria en el Intal del BID.
En los últimos cinco años (2014-2018), la CAF aprobó operaciones para Argentina por USD 4.696 millones, con un promedio de USD 939 millones por año, equivalente al 8% del total aprobado en dicho período
Por otro lado, subrayó que la integración física de los bloques comerciales como el Mercosur debe ser complementada por la digital, en el contexto de la creciente importancia de los servicios dentro del crecimiento de los países.
Su discurso va en sintonía con la estrategia de muchos países, pero en contra de ciertas medidas adoptadas por el Gobierno, como la suspensión de dos medidas establecidas antes del 10 de diciembre pasado: la ley de la Economía del Conocimiento (votada en forma unánime por el Congreso Nacional en 2019) y la inscripción digital de las sociedades.
“Se necesita un nuevo vínculo entre el Gobierno y el sector privado. Esto requiere pensar no solo en el hardware sino en el software de la integración. El elemento clave de la integración es tener una economía 4.0”, expresó.
También, indicó, “hay que repensar los esquemas de protección social que fueron muy potentes para reducir la inequidad, pero hoy no son suficientes. Entre otras cosas porque la pobreza aumentó en más de 40 millones de personas en la región desde 2014. En este sentido, no alcanza con la alfabetización, sino que hay que sumar la transferencia tecnológica”.
El funcionario sostuvo que otro eje que hay que atender es la distorsión de los paraísos fiscales sobre la inversión extranjera directa.
“Lo dice el Fondo Monetario Internacional: el 38 por ciento está en estos paraísos”, sentenció.
Luego de Béliz, el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas participó del primer panel, en reemplazo de su par Martín Guzmán, que figuraba en el programa original del evento. Allí, al lado de la secretaria de la Cepal, Alicia Bárcena, habló de la necesidad de dejar atrás el “modelo extractivo” de la economía.
El Mercosur es uno de los pocos bloques comerciales en el mundo integrados por países en desarrollo que han tenido un fuerte impulso. Necesita repensarse para ver cómo fortalecer sus capacidades productivas y de comercio (Kulfas)
“El primer momento del siglo XXI, con el súper ciclo de los commodities, buena parte de ese auge no fue aprovechado y siguió el déficit de la agenda tecnológica. Se ha seguido trabajando con una falsa dicotomía dada por recursos naturales o tecnología. Obliga a repensar los modelos productivos y cómo se crean esas capacidades y cómo articulamos recursos naturales con los procesos de conocimiento y producción. Este es uno de los desafíos más importantes”, explicó Kulfas.
El ministro habló sobre la necesidad de salir de “dicotomías del pasado” para crear en los países de la región clusters tecnológico-productivos que incorporen la problemática ambiental, la innovación tecnológica y que también se enfoquen en recursos naturales, hidrocarburos, energías renovables donde se trabaje con el desarrollo de industrias de bienes de capitales, servicios de ingenierías y desafíos 4.0. “Este tipo de producción es un elemento que tiene que estar marcado en las políticas públicas”, dijo.
También se refirió a la integración comercial y en inversiones con otros países de la región. “Creo que los avances han existido pero ha habido fuertes limitaciones, no ha sido todo lo satisfactorio que necesitamos. El Mercosur es uno de los pocos bloques comerciales en el mundo integrados por países en desarrollo que han tenido un fuerte impulso. Necesita repensarse para ver cómo fortalecer sus capacidades productivas y de comercio”, señaló el ministro.
Y habló sobre la necesidad de políticas de desarrollo productivo que permitan desarrollar cadenas de integración productiva entre los países que forman el bloque. En ese contexto, el ministro citó como ejemplo las oportunidades que ofrece la industria de la electromovilidad y la producción de baterías de litio como un caso de agenda productiva que incorpore una mirada tecnológica.
“Estamos decididos a lanzar una agenda de electromovilidad donde apuntamos a industrializar el litio, poder generar toda la cadena productiva, incorporar a los proveedores y productores de autopartes y a los diferentes grupos de investigación. Con el transporte público de pasajeros tenemos un desafío interesante de renovación de las flotas de colectivos de pasajeros, lo que permite mejorar la vida urbana”, concluyó.
La importancia que los disertantes le otorgaron en sus discursos a la modernización digital contrastó con la falta de elementos tecnológicos en el seminario, por la ausencia, entre otros elementos, de acceso a una red de Internet.
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