La producción industrial registró en 2019 un retroceso interanual de 4,6%, de acuerdo al Índice de FIEL, encadenando dos años de caída. Desde el segundo trimestre, comenzaron a observarse mejoras interanuales en la producción de alimentos y bebidas y en la refinación de petróleo. La incertidumbre electoral pospuso un débil e incipiente proceso de recuperación. Si bien, hacia el cuarto trimestre la contracción interanual se ha interrumpido, lo ha hecho con realidades sectoriales diversas.
El ranking de crecimiento fue liderado por la refinación de petróleo, que avanzó 1,3% respecto al año anterior y por el sector de alimentos y bebidas, que acumuló una mejora de 1,1% respecto a 2018. Tres ramas de actividad han mostrado un retroceso anual inferior al promedio: insumos textiles 0,9%, metalmecánica 3,4% y papel y celulosa 4,6%. Mientras que, con una disminución más pronunciada que el promedio se tiene a los despachos de cigarrillos 4,7%, los insumos químicos y plásticos 5%, los minerales no metálicos 6%, la producción siderúrgica 8% y la automotriz 32,9 por ciento.
En cuanto al desempeño de este último, a diferencia de lo ocurrido en 2018 en el que las exportaciones de vehículos compensaron el deterioro de las ventas al mercado local, en 2019 ambos mercados mostraron un fuerte retroceso, llevando a la marcada contracción señalada de la producción automotriz.
A diferencia de lo ocurrido en 2018 en el que las exportaciones de vehículos compensaron el deterioro de las ventas al mercado local, en 2019 ambos mercados mostraron un fuerte retroceso, llevando a la marcada contracción de la producción automotriz
En el caso del sector de productos químicos y plásticos, con excepción de la producción de agroquímicos, todas las subramas registraron disminuciones que se mostraron más moderadas hacia fin de año.
La producción siderúrgica se contrajo a partir del retroceso de la demanda desde sectores conexos como el automotriz, la actividad de la construcción, la producción de línea blanca y desde el sector energético a causa de la baja actividad e inversiones en Vaca Muerta.
En lo que concierne al sector productor de minerales no metálicos, ligado a la actividad de la construcción, su desempeño fue determinado por el freno de la obra pública desde la primera mitad del año anterior a lo que se sumó una caída en la actividad privada.
En el otro extremo del ranking de crecimiento, la refinación de petróleo mostró un avance interanual luego de tres años de contracción, mientras que el otro sector que mostró una mejora fue el de alimentos y bebidas, a partir del aporte de la producción de alimentos que llevó al bloque a crecer tras 3 años de no hacerlo.
Datos preliminares para enero 2020
De acuerdo a información preliminar, la producción industrial repitió la interrupción del proceso de caída interanual, mostrando una alza de 4,8%. Es importante tener presente que los niveles de producción del primer trimestre suelen estar afectados por paradas técnicas de mantenimiento y vacaciones. Por caso, en enero la producción automotriz saltó 39,2% en la comparación interanual, cuando se registró el resultado más bajo en 10 años.
Los niveles de producción del primer trimestre suelen estar afectados por paradas técnicas de mantenimiento y vacaciones
Sin señales de mejora, la producción de minerales no metálicos retrocedió en enero 5,8%, acumulando 21 meses con caída interanual del bloque. En el corto plazo, los incentivos derivados de la relación precio de venta–costo de construcción no resultan suficientes para estimular una acelerada recuperación de la obra privada.
En materia de alimentos, en enero de 2020 la producción mostró un muy ligero avance con una marcada caída en la producción de aceites. Al interior del sector, la actividad frigorífica se vería afectada por las recientes medidas adoptadas por el gobierno chino que han impactado los precios de importación, a lo que se suma a la falta de novillos pesados y terneros.
Asimismo, los resultados de la cosecha gruesa de la actual campaña lograrían altos niveles pero sin alcanzar un récord. De este modo, faena vacuna y producción de granos gruesos moderarán su empuje sobre la producción de alimentos, a lo que se suman expectativas negativas por el alza de retenciones.
En el corto plazo, el interrogante es sobre la sostenibilidad de los resultados observados en diciembre y enero. La recuperación de la demanda de durables presenta oportunidades y amenazas, al tiempo que el consumo de no durables estimulado por medidas de precios e ingresos aún no muestran una tracción sobre la industria en su conjunto.
En este escenario, es prematuro establecer el impacto neto sobre la actividad industrial -a través del consumo- de la política de redistribución implementada. Inversiones y exportaciones han quedado momentáneamente relegados como motores de la recuperación industrial.
El autor es economista de FIEL. Esta nota es un anticipo de la publicación Indicadores de Coyuntura de marzo 2020 que elabora la fundación FIEL.
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