El economista que anticipó la última crisis global advirtió que la Argentina está más cerca de caer en un “default total” de su deuda por la falta de un plan económico.
En un paper que dio a conocer en las últimas horas, Nouriel Roubini, conocido como el “Doctor Desastre” por haber anticipado la crisis 2007-2009, afirmó que “el riesgo de un default total está creciendo”.
Esto se debe a que “el país no tiene un plan económico coherente para convencer a los acreedores de aceptar una oferta de canje con una significativa reducción de la deuda en términos de valor presente neto”, indicó.
El economista de origen turco, que fue asesor del Tesoro de los Estados Unidos y también anticipó el estallido de la convertibilidad sostuvo que a los esbozos sugeridos por el Gobierno para discutir una reestructuración con los acreedores “les falta credibilidad”.
El paper, que Roubini escribió con Alessandro Magnoli Bocchi -economista italiano que trabajó en el BID, el Banco Mundial y en la empresa Kuwait China Investment- seguramente tendrá un fuerte impacto tanto en la comunidad académica como en Washington.
Advertencias previas
El año pasado, ya había advertido cuando Alberto Fernández se encaminaba a ganar las elecciones presidenciales que “una crisis en Argentina también puede tener consecuencias globales”
“Si Fernández derrota al presidente Mauricio Macri y hunde el programa de 57. 000 millones de dólares acordado con el FMI, Argentina puede sufrir una repetición de la crisis monetaria con impago de deuda de 2001”, afirmó.
Este efecto contagio, aclaró, “puede llevar a un proceso más general de fuga de capitales desde los mercados emergentes, que podría provocar una crisis en países muy endeudados como Turquía, Venezuela, Pakistán y el Líbano, y complicar la situación de países como la India, Sudáfrica, China, Brasil, México y Ecuador”.
“Un colapso argentino limitaría la capacidad del FMI para ayudar a otras economías en dificultades. Como en los otros casos, una solución intermedia honrosa es lo mejor para todos, pero la posibilidad de colisión y debacle financiera no se puede descartar”, concluyó el profesor de la Universidad de Nueva York.
Hasta ahora, no se observó dicho contagio por la alta liquidez en los mercados emergentes a raíz de las bajas tasas de interés internacionales.
Pero, a la vez, se observa una actitud expectante por parte de varios miembros del G7 para ver cómo el gobierno argentino resuelve su crisis externa, ya sin el pánico del 2001. Esto se reflejó en la recepción en Europa al presidente Fernández y en las señales que brindó Washington en favor de un acuerdo.
En esta sintonía, el Gobierno dejó trascender que la negociación con el staff del FMI, que hoy termina su misión en el país, se desarrolló en buenos términos y que las posibilidades de un acuerdo son verosímiles. Cabe esperar todavía una larga discusión que desemboque en el directorio del organismo multilateral al que la Argentina le debe 44.000 millones de dólares.
Si el Gobierno lograra acercarse a un acuerdo con el Fondo, facilitaría la negociación con los bonistas, que quieren la entidad que conduce Kristalina Georgieva le otorgue su “sello” al programa económico argentino y, en particular, a su sendero para repagar la deuda.
Roubini anticipó en 2006 la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos y meses atrás dijo que las monedas virtuales están sobrevaluadas y, por lo tanto, que podrían llevar a una burbuja similar a la que estalló en aquel entonces.
Bastante tiempo antes, como asesor del Tesoro de Estados Unidos durante la presidencia de Bill Clinton, había advertido en un seminario del Banco Central en Buenos Aires que la convertibilidad con tipo de cambio fijo en la Argentina no podría sobrevivir ante las devaluaciones de otros países emergentes, como ocurrió con Rusia en 1998 y Brasil en 1999.
Luego, fue uno de los redactores del informe de la Oficina de Evaluación Independiente del FMI que evaluó las causas y consecuencias de la crisis argentina 2001-2002.
En 2012, fue invitado nuevamente a la Argentina para un foro internacional de negocios en el que advirtió que “la financiación monetaria del gasto impulsa la inflación; el incremento de salarios por encima de la suba de la productividad incrementó las expectativas inflacionarias”.
En 2014, volvió al país y dialogó con el entonces presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, acerca de los riesgos que enfrentaba la Argentina si caía en default frente a la demanda de los denominados “fondos buitre”.
Seis años después, la historia se repite: el Gobierno afirma que no tiene recursos para pagar la deuda, el mercado reacciona porque cree que la oferta de canje será más agresiva que la esperada hace dos meses y Roubini advierte, una vez más, que el país está al borde de otro default.
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